Entrevista del CECPS a JOSÉ FÉLIX TEZANOS sobre el fenómeno sociológico del 15M

Tras los acontecimientos de indignación que acaecieron tras el 15 de mayo de 2011, movimiento conocido como 15M, un buen número de miembros del CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología), plataforma que nació en el seno de la UNED a principios del 2011 para compartir conocimientos, recursos y debatir sobre temas políticos y sociológicos, consideramos de vital trascendencia este fenómeno sociopolítico sin precedentes en la historia de la Democracia en España, apoyamos el movimiento por una democracia más participativa y decidimos realizar algunas entrevistas a diversos profesionales y docentes de las ciencias sociales para saber su opinión al respecto. En esta entrada reproduzco la que realizamos al sociólogo y profesor en la UNED, José Félix Tezanos:

Jose Félix Tezanos. Foto extraída de http://www.periodistadigital.com

José Félix Tezanos Tortajada (Santander, 1946) es doctor en Ciencias Políticas y Sociología, Catedrático de Sociología (organizó y puso en marcha la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y de la cual fue Decano). Actualmente es Director del Departamento de Sociología III(Tendencias Sociales) de la UNED y Coordinador del GETS (Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales). También es Director de la Fundación Sistema, donde ha coordinado e impulsado diversas   investigaciones y foros de estudio sobre el futuro.

Entre los muchos libros de los que es autor están: Tendencias en exclusión social en las sociedades tecnológicas. El caso español (1998),La sociedad dividida. Estructuras de clases y desigualdades en las sociedades tecnológicas (2001), El trabajo perdido. ¿Hacia una civilización post-laboral? (2001), La democracia incompleta. El futuro de la democracia post-liberal (2002). Como coautor o editor: España siglo XXI. La sociedad. Vol. 1 (2008), El horizonte social y político de la juventud española (2010), España. Una sociedad en cambio(2010), Estudios Delphi sobre tendencias económicas, sociales y políticas (2011). Estos y otros se pueden encontrar en Sistema Digital y en la Editorial Biblioteca Nueva, S.L.

Ha realizado numerosas investigaciones sobre tendencias sociales; exclusión social; estratificación social; ciencia, tecnología y sociedad. Actualmente, las líneas de investigación que tiene en marcha son: Tendencias Sociales de Nuestro Tiempo. Quinta fase. Principales tendencias del siglo XXI. Anticipando futuros yJuventud, Cultura y Educación. Tendencias, retos y necesidades.

Gran parte de sus investigaciones, sobre todo a través del GETS, y como quedan reflejadas en sus publicaciones, han venido marcando tendencias de incremento de la precarización laboral, el movimiento descendente de las clases medias, el paro juvenil, la exclusión social… En resumen, investigaciones que resaltan una pérdida paulatina del bienestar social al que se llegó con el keynesianismo, y un considerable aumento de personas que descienden en la escala social y que ven cada vez más truncadas sus oportunidades que, como él describe metafóricamente, ha ido produciendo una situación de inflamación en la sociedad, una sociedad cada vez más dividida en la que la crisis financiera está proporcionando todos los requisitos para que cualquier chispa pueda convertirse en revueltas sociales como la del 15-M. No son pocas las veces que ha expresado la necesidad de volver a crear un nuevo y gran pacto social.

Recientemente ha sido consultado sobre el fenómeno del 15-M por diversos medios de comunicación, y su último artículo en Sistema Digital habla sobre este fenómeno:, Los nietos del 68 habla sobre este fenómeno. Vid. también el artículo El paro juvenil, en el nº 199 de la Revista Temas.

Currículum ampliado de José Félix Tezanos Tortajada.

ENTREVISTA

CECPS: Ante fenómenos como el del 15-M, ¿cómo debería ser la actitud de un sociólogo que trabaje para una administración pública o para un partido político?

JFT.: El sociólogo debe ser capaz de hacer entender que el 15-M es un fenómeno que tiene que ser abordado y analizado como una cuestión social y no como un asunto de orden público o de estética urbana. Hay personas en la Administración Pública y en los partidos políticos que no conocen ni entienden bien las razones profundas que hay detrás de este movimiento

CECPS: Después de dos semanas de acampada, en los últimos días, a excepción de los incidentes de los desalojos en varios lugares de Catalunya, el 15-M ha perdido fuelle en los medios de comunicación. ¿Cree que solo ha sido utilizado por partidos políticos y algunos medios de comunicación según sus propios intereses pensando en el efecto que podía tener en las elecciones del 22-M?

JFT.: Es lógico que un movimiento de esta naturaleza tenga subidas y bajadas, períodos Guadiana, tanteos e intenciones… Me parece que lo importante en este momento es que los que participan en el movimiento sean capaces de imaginar una trayectoria de continuidad del mismo. Por ejemplo, es evidente que el objetivo de este movimiento no puede ser la acampada por la acampada. La acampada es un medio no un objetivo en sí mismo. Por ello, una vez logrado el propósito inicial, tendrían que ser capaces de fijarse objetivos de desarrollo que puedan ser entendidos por sectores más amplios de la sociedad y respaldados adecuadamente.

CECPS: ¿Qué tipo de personas podemos encontrar entre los indignados? Se ha hablado de extremistas, de antisistema, etc. Aunque las propuestas van más encaminadas hacia una regeneración del sistema, ¿cree que las propuestas son realistas o podemos catalogarlas como utópicas?

JFT.: Es posible que entre los indignados haya personas que quieran instrumentalizar parcialmente dicho movimiento. Pero, aunque haya grupos y sectores minoritarios que intenten instrumentalizarlos, cuando en un movimiento participa tanta gente y tan variada es difícil que sólo unos pocos logren arrimar el ascua a su sardina. En este sentido, los que participan en el movimiento del 15M debieran aprender de lo que ocurrió en algunos momentos en el movimiento alterglobalización. Este movimiento, que arrancó también con mucha fuerza, acabó perdiendo fuelle, entre otras razones, debido a algunos intentos de instrumentalización por parte de grupos violentos. Por eso es importante que movimientos de esta naturaleza sean capaces de concretar algunas propuestas específicas y alcanzables a corto plazo. En su momento el movimiento obrero, después de algunos tanteos iniciales, fue capaz de desarrollar una doble línea estratégica y programática, con un programa “máximo” a más largo plazo, y un programa “mínimo” en el que se concretaban los objetivos más necesarios a corto plazo.

CECPS: Algunas personas piensan que este tipo de movimiento no terminará por afectar a la clase política, ya que están acostumbrados a todo tipo de críticas, ¿Está siendo efectivo el movimiento del 15-M? ¿Existen otras vías pacíficas para forzar cambios de actitud de los partidos políticos, gobiernos y sindicatos?

JFT.: Mi opinión personal es que este movimiento sí puede afectar a eso que se llama impropiamente “clase política”. En concreto, me parece que puede influir en una mayor pérdida de crédito en las actuales élites dirigentes de los partidos de izquierda. En tal sentido, hay que ser conscientes de que en las últimas elecciones municipales y autonómicas no sólo se produjo un descalabro del PSOE, sino también una gran frustración de expectativas de Izquierda Unida que se quedó prácticamente en la mitad del porcentaje de votos que había tenido en 1995. En consecuencia, creo que desde el movimiento 15-M debería entenderse la necesidad de que los partidos de izquierda desempeñen de verdad un papel más concordante con lo que en este momento se necesita y se espera en la sociedad. Por lo tanto, sería bueno evitar las simplificaciones dogmáticas y que existiera un diálogo y un intercambio de análisis y puntos de vista; por supuesto, de manera muy abierta en toda la sociedad.

CECPS: Hasta ahora los principales partidos políticos de España no han atendido formalmente ninguna de las reivindicaciones de los indignados. ¿Cree que deberían adoptar –o atender al menos- las reivindicaciones del 15-M?

JFT.: Creo que deberían hacerlo y escuchar las reivindicaciones que se están planteando.

CECPS: En su libro La sociedad dividida (2001), manifestaba lo siguiente: «La capacidad de acción de los sectores y grupos sociales más infraposicionados -infraclases- y postergados -excluidos- se completa con un triple eje de influencias: El respaldo que proporcionen los partidos políticos a sus reivindicaciones,… las capacidades de reacción y movilización de los excluidos,… y por último, el eco social y político que alcancen sus intereses, dónde, el silenciamiento informativo y la demagogia juegan en su contra». ¿En qué medida piensa que los partidos políticos y los medios de comunicación son conscientes de las necesidades e intereses que emanan del movimiento 15-M?

JFT.: Creo que ese párrafo es un diagnóstico bastante certero de lo que está comenzando a pasar y va a continuar pasado. Creo que algunos líderes políticos y medios de comunicación aún no tienen claro qué es lo que está ocurriendo y por qué ocurre. No todo el mundo es consciente de los problemas que subyacen a este tipo de protestas. De ahí la necesidad de que los sociólogos y analistas profundicen en el estudio de estas tendencias y reivindicaciones.

CECPS: Después de la gran afluencia en diversas plazas de España y su gran calado en la opinión pública. ¿Cuál cree que será el siguiente paso? ¿Se transformará en un nuevo partido político o continuará por la senda de la desobediencia civil que en su día planteó Thoreau?

JFT.: En estos momentos es difícil saber cuál es el camino que se puede seguir. La experiencia histórica demuestra que los movimientos sociales que se sustentan en reivindicaciones fuertes acaban teniendo alguna proyección política. Recientemente esto ocurrió con el movimiento ecologista, que en algunos países acabó nucleándose en partidos políticos que tienen un creciente apoyo electoral. El caso de Alemania me parece significativo en este sentido.

Remontándonos un poco más a la historia, tenemos en caso del movimiento obrero, que se manifestó inicialmente en forma de actos de protesta rotundos, y a veces llamativos, como ocurrió con los movimientos incipientes de los “rompedores de máquinas”. Después surgieron sociedades de defensa de oficios de ámbito muy concreto. Luego sindicatos y más tarde partidos de raíz obrera, como fueron los partidos socialdemócratas y los partidos comunistas. Por ello, creo que no hay que desechar ninguna hipótesis y posibilidad de futuro. No obstante, a corto plazo me parece que lo más verosímil es que este movimiento se acabe dotando de algunas formas organizativas, y acabe fijando unos objetivos concretos y que intente influir más, inicialmente más bien como un movimiento social de carácter reivindicativo. Creo que, en cualquier caso, los movimientos sociales como tales están destinados a tener un peso creciente en nuestras sociedades en los próximos años.

CECPS: Ante las tentativas de coordinación en diversas ciudades españolas que se están llevando a cabo, e incluso ante la previsible exportación del fenómeno a otras ciudades europeas, como ya ha sucedido en Grecia, ¿cree que se irá conformando una masa crítica que se lo pondrá cada vez más difícil a los políticos y las elites dominantes actuales?

JFT.: Desde luego, en este momento existen distintas elites políticas. En lo que respecta a los núcleos del poder establecido creo que efectivamente tendrán una creciente contestación, si no hay cambios en la situación económica y laboral. La masa crítica me parece que ya existe y que incluso es más amplia que los sectores que hasta la fecha se han movilizado. Si estos sectores que ahora ya están movilizados se distancian de esa amplia masa crítica subyacente, el movimiento como tal no irá cobrando más fuerza, sino todo lo contrario. En cambio si saben sintonizar con esa extensa masa crítica, este movimiento irá en ascenso. Por supuesto, lo que pueda ocurrir en el futuro dependerá mucho de lo que hagan los partidos de izquierdas, especialmente la socialdemocracia, que es la que tiene más poder e influencia para inspirar un cambio de rumbo en nuestras sociedades. Y también dependerá de lo que se haga desde las instancias políticas. Por ejemplo, yo creo que el Parlamento tendría que abrir una Comisión para analizar los problemas subyacentes que están planteándose y para escuchar lo que plantean los jóvenes que están impulsando este movimiento.

CECPS: Ahora que ha empezado a manifestarse el conflicto latente que usted y el profesor Alain Touraine venían anunciando en sus estudios desde hace más de una década… ¿qué potencialidades negativas  y/u obstáculos encuentra para que se consume el propósito de ampliar los espacios democráticos qué llevan tiempo reclamando?

JFT.: Desde luego el primer obstáculo estriba en las posibles contradicciones internas en que pueda caer este movimiento, en la capacidad para tener un diseño estratégico viable y en no confrontarse con otros sectores de la sociedad que, en principio, no tendrían por qué discrepar de algunos de los objetivos que se plantean. También existe el riesgo de ofrecer imágenes internas (y comportamientos) que puedan provocar el rechazo de la sociedad y ser utilizados e instrumentalizados por poderosos sectores de los medios de comunicación social, que han acogido a este movimiento desde el principio de manera bastante hostil. En sociedades de la comunicación como las actuales no hay que despreciar estos efectos de imagen y la influencia que pueden ejercer, sobre todo, en aquellos sectores de la sociedad que no acceden habitualmente a Internet y otras vías alternativas de información.

CECPS: En la actual situación de soberanía de los mercados, la mayoría de indignados tiene una sensación de impotencia al ver como los mercados les pasan por encima, ¿es la del 15-M una de las mejores formas de acción ciudadana frente a los problemas económicos y sociopolíticos?

JFT.: La verdad es que estamos ante un asunto enormemente importante y que revela que se ha llegado a un punto en el que algunos poderes económicos predominan sobre el conjunto de la sociedad. Me temo mucho para que modificar esta situación se va a requerir un esfuerzo muy notable y que van a ser precisos grandes acuerdos, con participación de los principales sectores de la sociedad, para volver a algo similar a lo que fue el consenso keynesiano posterior a la II Guerra Mundial. Lo que ahora se necesita, en definitiva, es volver a priorizar el empleo (de calidad) y las políticas sociales, de bienestar social y de redistribución de la riqueza. En definitiva, es un problema de racionalidad social, ya que el actual modelo está fracasando en múltiples aspectos.

CECPS: Existe la percepción de cierto mutismo de las organizaciones sindicales, sin que ninguna de ellas se haya dirigido ni siquiera a los medios de comunicación. ¿Cree que los sindicatos deberían haber apoyado las reivindicaciones del 15-M?

JFT.: Francamente somos muchos los que nos hemos sorprendido del silencio de los sindicatos ante este movimiento. Quizás habría que pedir alguna explicación sobre esta forma de proceder, siendo conscientes en cualquier caso de que los sindicatos sí están realizando otras tareas e iniciativas en defensa del empleo digno. Mi impresión es que se han sorprendido sobre lo que está empezando a ocurrir en nuestras sociedades y tendrán que asimilar los nuevos hechos y tendencias para tomar postura.

CECPS: Si le encargarse la universidad u otro organismo un estudio sobre el 15-M, ¿cómo lo abordaría, qué técnicas de investigación utilizaría?

JFT.: En primer lugar, creo que habría que profundizar en el análisis de los datos objetivos sobre evolución de las condiciones de vida, trabajo y bienestar, especialmente de las nuevas generaciones, y trazar un mapa de tendencias que nos permita explicar qué es lo que está ocurriendo y hacia dónde nos podemos encaminar en las sociedades actuales, si no hay cambios y rectificaciones importantes. En segundo lugar, creo que en toda investigación sociológica la mejor vía de obtener información sobre la realidad es preguntando. Por lo tanto, habría que hacer encuestas y reuniones de grupo, entrevistas en profundidad, etc. De hecho, este tipo de enfoque metodológico complejo es el que hemos aplicado en nuestra investigación sobre “Juventud y exclusión social” que venimos realizando en el GETS desde hace cinco años y cuyos resultados se han recogido hasta la fecha en cinco libros.

CECPS: Aunque los últimos barómetros del CIS reflejaban a la clase política como el tercer problema que preocupaba a la población española, parece que a los principales partidos políticos les ha pillado por sorpresa esta rebeldía ciudadana. Incluso los medios de comunicación han tendido a consultar más que nunca a los sociólogos para encontrar explicaciones ¿Cree que, a partir de un aumento del malestar social, se demandarán en el ámbito de la administración y otros sectores privados más profesionales de la Sociología?

JFT.: Creo que efectivamente se va a producir esta demanda, pero hace falta que los sociólogos estén bien informados y documentados sobre estas cuestiones. De hecho, al principio de este movimiento todos hemos podido ver recogidas en los medios de comunicación social opiniones y percepciones un poco despistadas, cuando no bastantes genéricas y evanescentes. A veces, los propios medios de comunicación no han sabido a quién preguntar o no han acertado en las preguntas. Cuando se procede de esta manera el resultado es que la opinión pública puede acabar más desorientada y confusa que al principio.

CECPS: Muchos miembros del CECPS creemos que sería conveniente un mayor diálogo entre los políticos en ejercicio y la comunidad de científicos sociales que de algún modo son silenciados en los principales medios de comunicación. ¿Sería oportuno que esta comunidad de científicos emitiera un comunicado conjunto de apoyo a los indignados? ¿Estaría dispuesto a involucrarse en ello?

JFT.: En estos momentos el riesgo que corren algunos líderes políticos es cerrarse sobre sí mismos y no tener suficientemente en cuenta los nuevos datos de la realidad. A veces, la inercia de la actividad política conlleva cierto nivel de aislamiento, de forma que sólo se escuchan las opiniones de las personas afines y del entorno más inmediato. En algunos países europeos no está bien resuelto el papel de los asesores y los analistas en el ámbito político y hay demasiada inclinación al autismo. Una mayor dignificación de la política permitiría reclutar para estas tareas a personas capacitadas que podrían realizar una tarea bastante útil en esta dirección.

En cualquier caso, el papel de los expertos no es un papel directamente político. Es un papel asesor y de documentación y análisis. En consecuencia, creo que en el caso de los sociólogos, por ejemplo, lo mejor que podríamos hacer es mejorar los niveles de análisis y de aportación general, ya que no parece realista que todos los sociólogos puedan tener las mismas opiniones políticas. Por lo tanto, unos comportamientos o pronunciamientos corporativos podrían llegar a ser vistos como parte de un esquema corporatista de la política. Lo cual creo que no sería bueno para nadie. No obstante, los que creemos en el compromiso ético de la Sociología pensamos que sería necesario tomar posturas ante temas de gran alcance. Pero sin intentar forzar la imagen de que todos tengamos las mismas apreciaciones políticas, lógicamente.

La entrevista original se publicó en el CECPS el día 3 de junio de 2011.

La anomia del vandalismo juvenil

No he podido evitar redactar este documento al ver que un chico de Fuensalida había creado un evento en Facebook titulado “La conciencia de la gente” en la que denunciaba los actos de vandalismo que se vienen produciendo últimamente en el pueblo. Este chico denuncia en concreto que este fin de semana una cuadrilla de insensatos ha bailado encima de su coche y le han roto los dos espejos retrovisores. A tal evento se han unido múltiples comentarios de gente del pueblo manifestando otros tipos de actos de gamberrismo que se vienen dando recientemente en Fuensalida.

Al observar que mis vecinos y yo no somos las únicas víctimas de este vandalismo juvenil, no he podido evitar hacer un acto de reflexión y contar nuestro caso. El edificio comunitario en el que vivo, venimos sufriendo numerosos actos de gamberrismo durante más de dos años, y cada vez más. Sin ir más lejos, este mismo sábado nos quemaron el cartel de «por favor cierren la puerta» y por consiguiente la pared, rompieron el telefonillo, y encima dejaron todo el suelo del zaguán del portal lleno de vino y de más mierda. No contentos todavía tuvieron que volcar el contenedor de basura en medio de la calle. Hace dos fines de semana, les dio por romper las fotocélulas de entrada al garaje. Faenas como esta, puedo contar y aburriros: nos han robado extintores porque hubo una rara moda de quemar los contenedores de papel y se divertían luego apagando el fuego con los extintores robados.

Tenemos todos los fines de semana macrobotellones de gente menor de 18 años debajo de nuestras casas y dentro de los zaguanes de los portales, que son propiedad privada y a los que pusimos puertas cancelas para evitar que se metieran pero con ellos no va la cosa. Además del gasto de la Comunidad de estas cancelas y los desperfectos de muchas faenas, también tuvimos que adelantar la puerta del garaje, que estaba retranqueada originalmente, para que no se metiesen y dejaran todo lleno de mierda y de botellas que luego teníamos que quitar si queríamos salir con los vehículos del garaje. Una vez se me olvidó guardar el coche y cuando me acordé me encontré a una cuadrilla subidos en mi coche como si fuera el coche de una peña de las fiestas. Tuve que sacar las abolladuras y lavarlo al día siguiente, porque olía fatal el vino de los chorros del calimocho que me habían dejado en la chapa. Todo esto y más, no me invento nada.

De un tiempo a esta parte consigo abstraerme de las voces de chicas y chicos que cada fin de semana vienen a beber y a fumar. Sus jolgorios dionisiacos dan la sensación de que parece que sea siempre su última noche de fiesta. Como digo, me he ido acostumbrando a estas voces que molestan mucho. Pero la cosa no se queda sólo en eso. Al final alguno vecino o yo, o varios, tenemos que salir a la calle porque terminan haciendo alguna faena (que te llamen continuamente al timbre es lo de menos). Y aquí es donde viene el gran problema. Hace varias generaciones, se hacía la faena y se salía corriendo. Ahora no lo estiman necesario. Sales a regañarles y con actitud desafiante te dicen que ninguno de ellos ha sido, que tienen derecho a estar en la calle (por supuesto ¿pero de qué forma?), que como les toques te denuncian… y todo esto te lo dicen sin ningún tipo de respeto, e incluso insultándote en muchas ocasiones.

Estamos cansados de llamar a la Policía local y a la Guardia Civil. Vienen, ven los desperfectos, te escuchan, te dan la razón. De vez en cuando cogen los datos de algún chaval que otro, les llaman a la atención, pero la actitud de muchos chavales es de pasotismo ante las autoridades. En ocasiones les hablan a los guardias sin ningún tipo de deferencia. Los vecinos estamos cansados de solicitar tanto a la Policía Local como a la Guardia Civil que se pasen más a menudo para controlar la zona, pero no sirve de nada. Denunciar, sí, ¿pero a quien? si nadie ha sido. Y si lo piensas bien, con lo lenta que va la Justicia y que se trata de menores -hoy tienen más derechos que nunca, pero no obligaciones- no haces más que indignarte y sentirte impotente.

Cuando estos problemas los comentas con tus familiares y amigos, sale siempre en la conversación «que si hoy los padres no dan una suficiente educación a sus hijos, que si no leS transmiten valores, que si en los colegios tienen mucha libertad, no respetan a los profesores y éstos los dan por imposibles…» Todo esto y más. Es verdad que hay gran parte de verdad en estos discursos, pero tampoco podemos condenar a toda la juventud sólo por unos pocos. El problema es que cada vez esos pocos se convierten en más. ¿Por qué? Porque no hay ejemplaridad pública y muchos jóvenes no saben lo que significa la noción de ‘sociedad civil’. Un chico hace una faena, los vecinos le llaman la atención, la Policía o Guardia Civil le llama la atención, sus padres no se enteran… al final el chico, al ver que nadie le exige ningún tipo de esponsabilidad, sus actos se convierten en una situación normal. Entonces a la siguiente, viene y te la hace más gorda para superarse y que sus amigos lo vean y le rían la gracia.

Creo que hay un abandono por de todos los agentes e instituciones fundamentales en la educación para la ciudadanía de los adolescentes, tanto por parte de las familias, los colegios, los agentes de la autoridad y los ayuntamientos. Las familias porque en muchos casos no están pendiente o no quieren saber lo que de verdad hacen sus hijos o hijas menores cuando salen. Muchas familias piensan que sus hijos son los más buenos porque en casa se comportan según las normas que, más flexibles o menos, les imponen. Pero si algún padre o madre viera a su hija de 16 años ebria con sus zapatos de tacones trastabillándose y haciendo ‘eses’ por la calle, se llevarían un buen disgusto. O si vieran que su hijo de 16 años todos los sábados acaba vomitando en alguno de nuestros portales mientras el resto de sus amigos se ríen.

En cuanto a los colegios e institutos, es un tema que habría que analizar en profundidad, pero opino que el colectivo de profesores están en cierto modo indefensos y antes de enfrentarse a jóvenes conflictivos, prefieren dejarlo pasar y no tener problemas en su vida profesional. Y he aquí uno de los problemas por los que las situaciones anómalas se terminan convirtiendo para los adolescentes en situaciones normales para ellos.

¿Los agentes de la autoridad? Pues siendo justos, es verdad que en estos casos ellos poco pueden hacer. Llamarles la atención o tomarte nota de la denuncia por hacer ruido por la noche. Ellos te dirán que no está prohibido el botellón en este pueblo y que no pueden hacer nada aunque sean menores porque no es el consumo de alcohol lo que está prohibido para menores de 18 años, sino la venta. Y aquí yo me pregunto ¿Por que no se controla cómo consiguen el alcohol si está prohibida su venta para menores de 18 años? ¿Estará algún establecimiento incumpliendo la ley? ¿o será que algunos adultos irresponsables les hacen el favor de comprárselo por ellos? En cuanto a los actos de vandalismo, poco hay que hacer si no ves al que ha hecho la faena. Y ni siquiera te vale, porque será tu palabra contra la de un menor que en principio su presunción de inocencia, por la ley del menor, es más encomiable que la tuya. Más que testigos, necesitarás pruebas. ¿Y qué vas a hacer? ¿Te quedas toda la santa noche del sábado escondido en algún lugar grabando por si hacen la faena, para que luego no se vea nada porque es de noche?

Y por último los ayuntamientos. Pareciera que no se les pudiera responsabilizar a éstos de la educación de los jóvenes. Sin embargo los ayuntamientos tienen responsabilidad sobre el entorno urbano y lo que ocurre en las calles, así como la seguridad ciudadana. Para eso tienen en nómina un cuerpo de policía local. Para muchos ayuntamientos, como creo que es el caso de Fuensalida, es más fácil decir que el problema es de difícil solución porque los jóvenes tienen derecho a estar en las calles. Bien, pero ¿hacia qué lado miran cuando es sabido por todos que consumen alcohol descontroladamente y estupefacientes? Porque también hay que decirlo y dejarlo bien claro, las drogas representan un gran problema y un foco de riesgo para los adolescentes. Se empieza por drogas blandas, pero luego nunca se sabe donde se acaba. Opino que los ayuntamientos son asunto clave para ofrecer soluciones. Tienen recursos diplomáticos y coercitivos para ello. Diplomáticos porque a través de la Policía Local podría perseguir directamente estos problemas de vandalismo en ascenso. A través de las autoridades, con un control más sistemático podrían identificar a los jóvenes conflictivos, de tal manera que los ayuntamientos podrían acceder, por la vía diplomática, a hablar con las familias de estos chicos para que, en principio, tengan conocimiento de ello, y se les advierta que ante reincidencias se tomarían medidas coercitivas. Y hablando de vías coercitivas, ¿Es tan difícil crear una ordenanza que prohíba el botellón en lugares públicos, sobre todo residenciales? No se trata de que manden a los jóvenes a beber a un sitio donde no molesten. Pues siguen siendo menores los que beben, y al final se descontrolarán y el vandalismo no hará nada más que cambiar de lugar. Opino que los ayuntamientos deberían ser más ingeniosos para solucionar este problema, que repito, no es sólo el de las molestias que causan a los vecinos, sino el de la educación en valores con la que se están socializando las nuevas generaciones. Los ayuntamientos podrían crear programas y actividades nocturnas para estos jóvenes. No se solucionaría todo de golpe, siempre quedarán, por desgracia, los más conflictivos. Pero si se producirá un gradiente que tienda a disminuir el consumo de alcohol y drogas de la juventud del pueblo. Algunos dirán que tiene costes. Pues claro, pero este tipo de inversiones cuando se elaboran programas capaces de funcionar contribuirán a hacer de las nuevas generaciones personas con mejor valores morales, pues hay que pensar que hoy el valor más preciado de nuestras sociedades modernas es el capital humano.

Rubén Crespo

30 de mayo de 2011

Cura para ingenuos en las sociedades corporativistas

Las sociedades en las que nos ha tocado vivir –evidentemente hablo sobre las sociedades occidentales ‘desarrolladas’– han recibido últimamente muchas denominaciones y calificativos: sociedad de la información, sociedad científico-tecnológica, sociedad de post-industrial, sociedad hipermoderna, sociedad del conocimiento, sociedad del consumo… Pero hay una que me parece muy destacable: sociedad corporativa o sociedad corporativista. Pero no entendidas estrictamente como corporativismos (concepto sociológico de funcionalismo estructural), sino como la sociedad de las empresas, donde -como dice Zygmun Bauman- el Poder se ha divorciado de la Política; es decir, donde las grandes corporaciones transnacionales, difíciles de ubicar en un lugar geográfico determinado, ostentan hoy un poder inconmesurable, tanto en el panorama económico como en el sociopolítico y cultural. Como cura contra la ingenuidad, quiero dejar hoy un par de vídeos que ilustran muy bien esto que quiero decir.

El primer vídeo es una de las mejores escenas de la película Network, un mundo implacable (Sidney Lumet, 1976). Un análisis sobre el poder de la televisión, que retrata un mundo competitivo donde el éxito y los récords de audiencia imponen su dictadura. Howard Beale, veterano presentador de un informativo, es despedido cuando baja el nivel de audiencia de su popular programa. Sin embargo, antes de abandonar la cadena, en una reacción inesperada, y ante el asombro de todos, anuncia que antes de irse se suicidará ante las cámaras, pegándose un tiro en directo. Este hecho sin precedentes provoca una gran expectación entre los televidentes y los propios compañeros de Howard. La escena que enlazo es el «cruel orden natural de las cosas» en las sociedades corporativistas.

El segundo vídeo reproduce el discurso que Salvador Allende pronunció en 1972 en la ONU, donde no sólo denunciaba la hostilidad de EEUU, sino para denunciar algo mucho peor: la falta de control sobre las multinacionales y su papel nefasto en lo que hoy se conoce como la dimensión negativa de la globalización. Era el capítulo anterior del neoliberalismo que hoy gobierna el mundo. Si esta última afirmación es muy contundente, al menos se deberá reconocer que las grandes corporaciones transnacionales ejercen una poderosa influencia en la gobernabilidad de los estados a escala global. (Véase: lobbying, o cabildeo en su terminología española).

¿Habrá un equipo español en la Final de la Champions?

¿Habrá un equipo español en la Final de la Champions?

La pregunta es digna de encuesta, y se debería hacer en tres niveles de estratificación: la de la afición madridista de toda España, la de la afición barcelonista en Cataluña y la de la afición barcelonista del resto de España.

Dos imágenes de de sentimientos nacionales encontrados entre las aficiones madridistas y barcelonistas.

Me llama mucho la atención cuando en casi todos los medios de comunicación hablan de que, al margen de lo que han significado los clásicos Madrid-Barça, habrá un equipo español en la Final de la Champions. Tal afirmación no está exenta de conflicto. Claro algunos dirán –Ya estamos mezclando deporte con política… No es ilícito afirmarlo, pero cuanto menos exige cierta crítica razonable, si se presta la suficiente atención al fenómeno que acaece en la Final de la Copa del Rey, cuando suena el himno nacional, unos cantan ‘¡Que viva España!’, los otros silban hasta la saciedad para acallar tal himno. Y por el nivel de ruido que alcanzan tales silbidos no son unos pocos. Ya se demostró en otra final que enfrentó al Barcelona con el Athletic de Bilbao (en este caso ambas aficiones) . Me pregunto hasta qué punto hay un sentimiento antiespañol en estas manifestaciones. Si el Barcelona es más que un club, los Madrid-Barça van más allá de la mera rivalidad deportiva.

Durante todos estos días, entorno a los clásicos, se han podido ver cruces de opiniones variopintas donde unos intentan desprestigiar al contrario, otros se enorgullecen de su equipo, etc. Pero en estos enfrentamientos nunca faltan comentarios del tipo: “ojalá se mueran todos los catalanes…” o al contrario, lo cual me parecen afirmaciones muy graves y desafortunadas. Y esto ya no es rivalidad deportiva, ha pasado a un plano político-nacional. Por tanto cuando los medios dicen -por el Barcelona-: “un equipo español jugará la final”, aunque se haga inconscientemente, estas palabras tienen cierta provocación en muchos aficionados que van más allá de lo estrictamente deportivo. Tanto para los de un lado como para los del otro. Si a unos les molesta que digan que el Barça es español cuando se manifiesta con silbidos en contra del himno nacional y no suelen ver banderas españolas en sus celebraciones cuando ganan títulos internacionales; a los otros no menos conflicto les generará cuando les cuelgan el papel de representar a un país del que parecen no sentirse orgullosos.

Ya me gustaría que esto no fuese así, y que tal rivalidad quedara en lo puramente deportivo. Al margen del conflicto político-nacional, en lo deportivo es en lo que creo que se basan los miles de aficionados del Barça repartidos por toda la geografía española que no sea Cataluña. Pero no puedo por menos que hacerme la siguiente pregunta: ¿Qué se piensa el aficionado barcelonista de Albacete, el de Valladolid, o el de cualquier parte que no sea Cataluña, cuando se realizan este tipo de manifestaciones antiespañolas en los campos de fútbol como silbar al himno de España? ¿Se pueden sentir cómplices de una afición así?

Quiero dejar bien claro que yo no tengo ningún tipo de conflicto político-ideológico con los catalanes y no deseo nada malo para ellos aunque el Barça le meta 5 (como si son 10) al Madrid. Para mí el respeto y la libertad de expresión es lo primero. Sería ingenuo pensar que la rivalidad del Madrid-Barça sólo se queda en lo deportivo. Es cierto que se puede estar más o menos orgulloso de una región, de su historia, de sus ideales, etc. y que tales sentimientos emerjan en pugna cuando hay un partido de fútbol, pero de ahí que los antagonismos trasciendan radicalmente por vías de identidad nacionalistas y excluyentes entre ambas, cuanto menos obliga a realizar una reflexión sobre un fenómeno sociológico nada bueno. Por eso pienso que los clubes tienen responsabilidad ante estas tendencias perversas. Independientemente de las disputas por los errores arbitrales, de los debates estratégicos dudosos en el campo y de tantas más a las que atienden los clubes, deberían realizar un ejercicio de compromiso para que este tipo de rivalidades deportivas no trascienda a conflictos sociopolíticos sangrantes y no se usen como excusa para escarnecer todo tipo de improperios cuyas consecuencias tienen gran probabilidad de acabar en actos violentos y resentimientos crónicos.

La encuesta que propongo al principio nos confirmaría en cierto modo hasta qué punto es cierto lo que intento reflejar en este artículo. Claro está, que de llevarla a cabo y a partir de las conjeturas sobre lo observado se intentería buscar posibles respuestas a tal fenómeno sociológico.

Rubén Crespo

4 de mayo de 2011

Para despejar incertidumbres sobre la radiactividad

Por suerte o por desgracia, recientemente me había leído La venganza de la Tierra de James Lovelock, antes de que ocurriera las catástrofes ocasionadas por el terremoto y el tsunami en Japón, y los consiguientes problemas de la Central Nuclear de Fukushima. Y es lo que me ha llevado a escribir esta nota para despejar algunos miedos irracionales sobre la conveniencia de la energía nuclear. Por cierto, el libro lo recomiendo. No se trata de un mero panfleto ecologista. Opino que el lector curioso conocerá la teoría de Gaia, una teoría que va más allá de la evolución de Darwin, a la vez que se concienciará con buen rigor sobre los problemas climáticos a los que tendrá que enfrentarse la humanidad debido a la continua emisión de gases nocivos a la atmósfera. Mención aparte, Lovelock da un serio repaso sobre las virtudes y defectos de todas las fuentes de energía posibles hasta ahora conocidas.

Parece raro que James Lovelock, tachado de ecologista radical pesimista muchas veces, sea uno de los fieles defensores de la energía nuclear. El autor da suficientes y serios argumentos para su justificación. Y es que la energía nuclear, hoy por hoy, parece ser la única alternativa para el desarrollo sostenible de los países desarrollados y en vías de desarrollo. Pero no se confundan, no se debe entender como la solución final, sino como temporal mientras se investigue otro tipo de fuentes de energía alternativas, como las renovables, las cuales resultan actualmente todavía demasiado caras ya que no ha habido suficiente tiempo para una implantación y su respectiva amortización. Caso aparte sobre las renovables, existen bastantes inconvenientes en su discontinuidad, y lo que es más importante, es una ilusión que se pueda obtener de ellas toda la energía que consume hoy el mundo desarrollado. Por ejemplo, para cubrir las necesidades energéticas de toda Inglaterra sólo con energía eólica, se precisarían 276.000 turbinas, es decir, tres turbinas por cada dos kilómetros cuadrados.

Teniendo en cuenta que la energía nuclear es actualmente más segura que las procedentes de la combustión de fósiles (existen estadísticas  que lo corroboran: ver Informe 2001 del Instituto Paul Scherrer de Suiza), el dilema surge cuando hay una percepción muy negativa sobre este tipo de energía. Pero se puede entender que las bombas de Hiroshima y Nagasaki; y el accidente de Chernobyl impactaron comprensiblemente, pero negativamente, a toda la sociedad. Los medios de comunicación han tenido su gran parte de protagonismo. Es ingenuo pensar que la mayoría de ellos sirven siempre a ciertos intereses, sobre todo a los suyos propios que es llevar con inmediatez el sensacionalismo de las noticias. La publicidad, la propaganda y la ficción bien escrita son muy eficaces. Por ejemplo, cuando ocurrió la catástrofe de Chernobyl en 1986, los medios de comunicación tradicionales cifraban en más de 30.000 los muertos a causa del accidente nuclear. Expertos biólogos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) examinaron a los habitantes de la zona por la nube radiactiva catorce y diecinueve años después del accidente, y sólo encontraron pruebas de que hubieran fallecido no más de 65 personas. Se trataba de trabajadores de la central, bomberos y otros que valientemente lucharon contra el fuego en el reactor. Es de obligación citar a todos los que están luchando ahora mismo en la Central de Fukushima y rendirles homenaje y consideración por su heroicidad.

Siguiendo con el caso de Chernobyl y ante el posible escape de un considerable volumen de radiactividad en los reactores dañados de Fukushima, es necesario despejar algunas dudas existentes entre la población sobre la radiobiología. Los epidemiólogos han establecido conexiones directas entre la dosis de radiación recibida y la muerte por cáncer. Gran parte de estas investigaciones proceden de la radiación a la que se vieron expuestos los habitantes de Hiroshima tras el lanzamiento de la bomba atómica y, también, de los histiriales de radiólogos y trabajadores expuestos a radicación durante su vida laboral. El  UNSCEAR (Comité Científico de Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de la Radiación Atómica) publicó un informe en el 2000 en el que se afirmaba la relación directa y lineal de la radiación y sus daños al organismo humano. De sus conclusiones se podría exponer que la población entera de Europa sometida a una radiación de diez milisieverts (cantidad equivalente a 100 radiografías) causaría 400.000 muertos. Dicho así, la cosa parece muy grave, pero se trata de una forma tergiversada de presentar los hechos. Como dice Lovelock “el asunto no es si moriremos sino cuándo moriremos”. Si las 400.000 personas murieran una semana después de la irradiación, evidentemente hablaríamos de una catástrofe terrible. “Pero ¿y si todas esas personas vivieran sus vidas con normalidad pero muriesen una semana antes de lo esperable?”. Muchas investigaciones en radiobiología han concluído que una exposición a diez milisieverts de radiación reduce la esperanza de vida en cuatro días. Visto de esta otra manera, las conclusiones resultan menos espectaculares y menos sensacionalistas. Si se hacen cálculos, las personas del norte de Europa que se vieron expuestos a la radiación de Chernobyl, habrían reducido su esperanza de vida entre una y tres horas.

Por tanto, no es asombroso que los medios de comunicación y los activistas antinucleares prefieran hablar de riesgo de muerte por cáncer. Produce más sensación hablar de muertes antes que de la pérdida de unas pocas horas de esperanza de vida. Por otro lado existe radiación nuclear natural procedente de los rayos cósmicos y de elementos radiactivos de suelo, aire y de nuestros hogares (líneas eléctricas, móviles, aparatos inalámbricos, etc) que pueden causar cáncer. Pero a pesar de ello, de media, vivimos mucho más que antes.

Es seguro que el accidente de Chernobyl, les haya costado a algunos habitantes de Ucrania y Bielorrusia varias semanas de vida. No menos, en esta ocasión, hay que ser imprudente con el panorama actual de la central de Fukushima. Por supuesto que es un caso grave, y no trato de restarle importancia. Sólo parto de la hipótesis de que, aunque ocurra lo peor: un gran escape radiactivo de los reactores, tal vez sus consecuencias no sean tan malas como se dice en los medios de comunicación. Y deseo con todo mi corazón no estar equivocado.

El problema de todo esto no es local, no sólo le afecta a Japón y sus aledaños, sino que es global. La opinión pública demoniarizará aún más a una energía que podría ser una alternativa viable. Pensar que vamos a poder seguir tirando siempre del petróleo es más irracional, no sólo porque se termine, sino por que el daño que hacen las emisiones de gases de efecto invernadero nos hará mucho más daño a la humanidad entera.

Para terminar, hay que tener en cuenta que los problemas que sufre hoy la central de Fukushima han sido ocasionados por uno de los terremotos más fuertes de la historia, lo cual, en caso de que al final se consiga estabilizar, cabría reflexionar que quizás las centrales nucleares son más seguras de lo que pensamos. Muchos pensarán que la energía hidroeléctrica, por ejemplo, es más inofensiva que la nuclear, pero imagínese que por un terremoto, ocurrido como en el de Japón, reventase una presa hidroeléctrica y la consecuente riada se llevara a unas cuantas poblaciones río abajo. Evidentemente estaríamos hablando de una gran catástrofe con muertes inmediatas y no en reducción de esperanza de vida.

Rubén Crespo

15 de marzo de 2011