Categoría: Vídeos

Así como yo te quiero

Hoy día de San Valentín, Así como yo te quiero. Recién enterrada la sardina ayer, terminó un año más el Carnaval, y sigo sin ver ni oír entre las comparsas de Cádiz un pasodoble como éste:

Comparsa "La Milagrosa", Carnaval Cádiz 2000. | Fuente: www.carnavaldecadiz.com
Comparsa «La Milagrosa», Carnaval Cádiz 2000. | Fuente: http://www.carnavaldecadiz.com

Hunde un cuchillo marinera,
hasta el sentío,
pa saber por quien suspira el corazón mío.
Como un pozo ama al patio
y la lluvia a las macetas,
como un viento y otro viento a una veleta.
Como la iglesia a los fusiles
de los cobardes,
como un pobre a un pobre perro
para que le ladre,
como un mar a un vaso de agua
o el grito al abismo,
como el cielo a las desgracias,
como un cura al catecismo.
Como la brisa de agosto a las persianas,
como un manto de calichas a los pasillos,
como pueden los fulanos a las fulanas,
como un nido de secretos a los pestillos.
Como un chivo a la legión,
como Dios a un huracán,
como un preso a una ilusión,
como el ruido a la soledad.
Como un barco al horizonte,
como un loco a su cordura,
como un hombre a otro hombre,
como el norte sólo al norte,
como el torito a la luna.
Como el hambre a los chiquillos,
como un cojo a una mentira,
como el miedo a lo prohíbio,
como el sexo a los gemidos,
como la muerte a la vía.
Como un tonto a un san benito,
como el frío al mes de enero,
como el nudo a la corbata,
como el rey al monedero.
Hunde el cuchillo marinera
a ver si muerto ya te enteras,
nadie habrá que así te quiera,
así como yo te quiero.


Antonio Martínez Ares
“La Milagrosa” 2000

O bien este otro, dedicado al drama del paro:

Esto fue en el 2000. Me pregunto qué habría cambiado Martínez Ares la letra de este pasodoble si se hubiese presentado al Concurso de Comparsas del Carnaval de Cádiz de este año… o del pasado… o del anterior.

La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Pierre Bourdieu

En el presente curso 2011/12 de grado Sociología en la UNED, en la asignatura Estadística aplicada a las ciencias sociales II, el Equipo Docente ha recomendado la lectura del libro de Pierre BourdieuLa distinción : criterios y bases sociales del gusto como recurso complementario para el tema 4: Análisis de correspondencias simples, y para la práctica de evaluación continua.

Bourdieu, P., & Ruiz de Elvira Hidalgo, M. (1998). La distinción : criterios y bases sociales del gusto. Taurus Ediciones.

A día de hoy no he podido hacerme con ningún ejemplar. Permanece agotado en la mayoría de las librerías. Parece ser, según he podido consultar en algunas librerías online, que lanzarán una nueva reimpresión a finales de mayo de este año; pero para entonces, para los que cursamos Estadística aplicada a las ciencias sociales II en  la UNED, será demasiado tarde. Así que, para salvar temporalmente esta carencia del recurso complementario recomendado, lo que he hecho es buscar y recopilar de la Red diversos textos y otros materiales para que los que no hemos tenido la oportunidad de leerlo todavía, podamos hacernos una idea del texto de Bourdieu.

La distinción de Bourdieu es una de las obras más importantes de la sociología según de muchos sociólogos. A finales del siglo pasado la ISA (Asociación Internacional de Sociología) realizó una consulta entre los visitantes de su página web para establecer cuáles eran los diez libros de sociología más importantes del siglo, La distinción de Bourdieu resultó en sexto lugar por orden de preferencia.

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Índice de material recopilado:

  1. Reseña de La distinción de Bourdieu por David Orta González
  2. Introducción. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto
  3. Vídeos sobre La distinción: Entrevista a Pierre Bourdieu (1991)
  4. Comentarios sobre La distinción de Bourdieu
  5. Otros recursos en la Red

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Reseña de La distinción de Bourdieu por David Orta González

En Athenea Digital – Revista del Pensamiento e Investigación Social. Nº 6 – 2004

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La Distinción supone uno de los mayores acercamientos de la sociología a la psicología social de los últimos tiempos, por el objeto de estudio, el método y la mirada que trata de impregnar en el elector a la hora de entender los fenómenos de la sociedad en el nivel más elemental de interacción, a saber, la vida cotidiana. Bourdieu propone de manera brillante una aplicación de sus conceptos de habitus y campo al estudio de la relación de los distintos grupos sociales con la cultura, lo que convierte a este libro, por méritos propios en un clásico del estudio sociopsicológico cultural.

Consumo, ocio, arte… todos estos niveles de interacción de la vida cotidiana, se explican por una cosa muy obvia aunque no por ello insignificante, a saber, el gusto. El gusto limita nuestras preferencias, nuestras actitudes, ideas, acciones, pero, ¿qué es lo que limita y da forma a nuestro gusto?. En principio podríamos señalar que el gusto pertenece a un orden abstracto que conforma nuestros criterios y disposiciones hacia las cosas, y que en este orden, se definen las relaciones diferentes e incluso antagónicas con la cultura, según las condiciones en que hemos adquirido nuestro capital cultural y los mercados en los que podemos obtener de él, un mayor provecho (p.10). Este orden al que Bourdieu hace referencia no es otro que el habitus.

El habitus es a la vez el principio generador de prácticas objetivamente enclasables y el sistema de enclasamiento de estas prácticas (p.169). Es decir, es el conjunto de prácticas generadas por las condiciones de vida de los grupos sociales así como la forma en la que éstas prácticas vislumbran una relación concreta con la estructura social, esto es, el “espacio de los estilos de vida” (p.477). Estos estilos de vida, son aquellos productos del habitus que devienen en sistemas socialmente clasificados. Es decir, se puede observar como aquellas prácticas cotidianas que conforman un estilo de vida se corresponden con un habitus determinado (de clase alta, de pequeña burguesía, etc.).

Un elemento primordial a la hora de definir el habitus de una clase social es el capital escolar. De este se puede decir, que establece unos conocimientos o prácticas tan ajenos al sistema escolar como la disposición hacia el arte (la música, la pintura…) de tal manera que los gustos de un determinado grado de escolarización coinciden siendo esta correspondencia negativa en cuanto a las representaciones artísticas legítimas. No existe, en palabras de Bourdieu, nada más enclasante que las obras de arte legítimas que permiten la producción de distingos al infinito.

Bourdieu propone una diferenciación de clases atendiendo no únicamente a las propiedades o a las relaciones de producción sino a la manera en que estas propiedades en relación conforman un habitus de clase determinado y cómo éste se sostiene con las prácticas de las que es producto. De una manera concreta, el habitus depende de las relaciones que existen en un individuo / grupo entre el capital económico y el capital cultural. Bourdieu propone una diferenciación de los habitus en función de la clase social, encontrándose en cada una, una multiplicidad de matices al modelo general.

Las diferentes especies de capital cuya posesión define la pertenencia a una clase y cuya distribución determina la posición en las relaciones de fuerza constitutivas del campo de poder y, al mismo tiempo, las estrategias que pueden adoptarse en esas luchas son simultáneamente unos instrumentos de poder, desigualmente poderosos en realidad y desigualmente reconocidos como principios de autoridad o signos de distinción legítimos (p. 317).

El sentido de la distinción, se basa en la búsqueda del máximo de “rentabilidad cultural” (p.267). Esta rentabilidad se maximiza mediante el establecimiento de una relación próxima con la cultura legítima y se encuentra representada por la clase dominante. Es precisamente esta proximidad la que provoca una relación cotidiana y por tanto despreocupada con actos como ir al teatro, conciertos de música clásica contemporánea etc. Esta clase social se encuentra en el mapa social donde se intersecciona una gran cantidad de capital económico con una no menos importante de capital cultural. Suele identificarse esta clase social por el hecho de recurrir frecuentemente en aquel tipo de ocio y consumo propios de “la clase ociosa” de Veblen, a saber, el ocio y consumo ostensible. Este tipo de actividades suponen una importante inversión en capital social y cultural por parte de este tipo de clases, y por tanto, proporcionan elementos distintivos de habitus que reproducen la cultura legítima en contraposición a otros habitus de clase. Es la clase dominante la que quiere poseer y posee la “cultura legítima” (p.280) y esto es lo que les confiere el más alto grado de habitus distinguido.

Por su parte, la pequeña burguesía puede ser caracterizada por su buena voluntad cultural. Esta es entendida como la distancia que se produce entre el conocimiento y el reconocimiento. Es decir, el pequeño burgués venera la cultura dominante, reconoce su valor como fuente de distinción social pero no participa de una relación estrecha con ella. Con asiduidad, la distancia entre el conocimiento y el reconocimiento, evidencia su falta de proximidad con la cultura legítima con lo que quedaría demostrada su alodoxia cultural. Este concepto recoge todos aquellos errores de identificación de la cultura legítima en las que se pone de manifiesto esta distancia. La cultura pequeñoburguesa genera una serie de subproductos de la cultura legítima que, por decirlo brevemente, son más baratos y producen el mismo efecto. El jazz en contraposición a la ópera (aunque últimamente, y según de que tipos de jazz hablemos, se puede considerar como gusto propio de cultura legítima), la divulgación en lugar de la ciencia… Es la pequeña burguesía la que juega un papel más serio en relación a la cultura dominante, ya que poseerla es el fin que pretenden conseguir y con ello alcanzar mayores cotas de distinción social, pero, al contrario de la gran burguesía no pueden permitirse una relación distendida con la cultura pues no existe una familiaridad tradicionalmente adquirida. Es por esta razón, por la que las expectativas se centran en el sistema educativo como fuente de provisión de esta relación y delegan, por tanto, en muchos casos la satisfacción cultural que no pueden conseguir en el presente en sucesivas generaciones que puedan cumplir el deseo de ascensión (y distinción) social. Por razones de espacio, no entraré aquí en los matices y diferenciaciones que existen en el seno de cada clase social.

Por su parte, el habitus de clase obrera se define por la elección de lo necesario. Es decir, se trata de la “necesidad hecha virtud”. Podemos advertir, aquí, cómo la cómo el habitus de clase puede desligarse de las condiciones de vida de la que es producto, de manera que aunque, los recursos materiales de los que dispongan aumenten notablemente, las prácticas estarán condicionadas por esta elección de lo útil, de lo funcional, de lo que, en definitiva “está hecho para ellos”. Las elecciones en materia cultural de esta clase social se justifican, entonces, en aquellas prácticas que consuetudinariamente se han establecido como propias de la gente de esa clase. De ahí viene la norma del principio de conformidad, que tiene su explicación en el sentido de que se trata de una llamada de atención a la gente de clases populares que tiende a revestirse de acciones propias del habitus pequeñoburgués. Viven en un “universo cerrado” (p.388) en el que las acciones sirven como refuerzo de la tradición y a su vez como negación de la vanguardia, que, en muchos casos es percibida como un ataque frontal contra el orden tradicional de “sus” cosas y efecto de las prácticas destructoras del propio grupo.

Estos tres modelos de la realidad en la que se divide el habitus son el ejemplo perfecto de cómo hasta los detalles más inadvertidos, que se producen en la interacción social, en cualquier ámbito, responden, sin duda a un orden propio de cada clase que es percibido como el “natural” en el seno de la misma. El revestimiento de sentido común de estas prácticas y elecciones dota al habitus del grupo de una consistencia muy difícil de transgredir. Asimismo, sugiere una jerarquización enclasante de habitus que es inconscientemente asumido como estructura mental en los diferentes grupos sociales y que, nuevamente, aparece como lo natural, lo obvio o incluso lo deseable.

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David Orta González
Otoño de 2004
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Introducción. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto

Al parecer edición castellana de  La distinción. Criterio y bases sociales del gusto de Pierre Bourdieu, comparándola con la edición francesa, La distinction, Les edition de Minuit (1979), carece de la introducción. Gracias al trabajo desinteresado de Sociología Contemporánea y a la traducción de Óscar Martínez Gómez de la versión inglesa, podemos leer la introducción en castellano:

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Introducción. La distinción_Bourdieu
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Entrevista a Pierre Bourdieu (1991) – Parte 1

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Entrevista a Pierre Bourdieu (1991) – Parte 2

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Comentarios sobre La distinción de Bourdieu

El siguiente documento es un artículo de Matías L. Saidel publicado en Prácticas de Oficio. Investigación y reflexión en Ciencias Sociales, n° 5, diciembre de 2009.

Comentarios sobre La distinción de Bourdieu

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Otros recursos en la Red:

El sistema educativo de Finlandia

Fuente: http://wwwunmundoperfecto.blogspot.com

Sobre esa grande y compleja que es la globalización, se ha hablado dicotómicamente de dos dimensiones: la negativa y la positiva. La negativa, por la explotación que han realizado los países industriales avanzados a los países menos desarrollados; aunque esto, cuando se usa como sujeto en plural: ‘paises’, tiene algo de falacia, pues las élites corporativas representa una pequeñísima parte de la población de sus respectivos países. Además, y paradójicamente en el propio proceso globalizador per se, estas élites han pasado a un plano de organización global del cual es difícil saber su adscripción a algún país determinado. En cuanto la dimensión positiva de la globalización, cabe destacar la gran oportunidad que nos brindan hoy las tecnologías de la información y el conocimiento. También, en este aspecto, las élites corporativas han hecho lo suyo por controlar su poder a través de los mass media. No obstante hay todavía margen, y, por ejemplo, a través de Internet se puede saber mucho de lo que ocurre en el resto del mundo. Podemos ver cómo les van las cosas -bien o mal- a otros países. Podemos comparar nuestra suerte con otros y, precisamente en este ejercicio, podemos encontrar la clave del progreso que necesitamos. Se trata, pues, de reconocer lo positivo de otras sociedades y hacer autocrítica con lo negativo de la nuestra. Como ejemplo de tal ejercicio, propongo echar un vistazo al sistema educativo de Finlandia a través de tres vídeos en youtube vía http://www.emprendeyaprende.mex.tl/ que enlazo más abajo.

No son pocos los que lo dicen, El sistema educativo de Finlandia es hoy uno de los más valorados y un gran referente a nivel internacional por el nivel académico de sus estudiantes. Resulta sorprendente que el modelo de Finlandia, que no ha cambiado apenas nada desde 1970, tenga hoy menos del 1% de fracaso escolar; sin embargo en España, que en las últimas décadas ha experimentado unas cuantas reformas, los estudiantes que no terminan la educación obligatoria son casi el 30%.  Con este simple dato ya basta para despertar la curiosidad y echar un vistazo al modelo educativo finlandés.

En los vídeos se podrá ver un sistema educativo que apuesta casi totalmente por la educación pública. Sólo existen en Finlandia 27 colegios privados, menos del 1% del total de los centros escolares. Además, tanto públicos como privados son gratuitos, evitando así los conflictos de desigualdad y discriminación social. Antes de ponerse a recortar en educación así como así, cosa que por desgracia está pasando en España actualmente, deberían los responsables políticos tomar nota y no pensar en la educación en términos de gastos, sino de inversión (existen estudios que confirman que por cada euro invertido en educación en España se producen cuatro a medio/largo plazo). Un ejemplo en Finlandia que corrobora la importancia de esta inversión es el caso de Nokia. Gracias a la apuesta del estado finlandés por la integración de la innovación en el sistema educativo, Finlandia pudo sobrellevar la crisis de los 90.

Resumo algunas de las peculiaridades del sistema educativo de Finlandia: los niños empiezan a leer y escribir a los 7 años; prestan una gran importancia al sistema de patios (cada 45 minutos de clase concentrados, 15 minutos de recreo); los profesores tienen un alto nivel de reconocimiento. La nota para entrar en las carreras de magisterio suelen ser más altas que en España y no existen oposiciones para entrar a trabajar en los colegios. Esto parece indicar que existe una mayor vocación del docente y no se suele ver la carrera de magisterio como residual, es decir, aquello que se estudia porque la nota media no alcanzó para estudiar otras titulaciones. Si bien, hay que decir que esto último, en el caso español, es producto de una generalización, y habría que estudiarlo de forma más exhaustiva. Si efectivamente existe en España menor vocación docente, habrá que preguntarse por qué. Quizás no sea algo intrínseco a la propia profesión en sí, sino a que la rigidez y la propia burocracia de nuestro sistema educativo desanima tal vocación. También -cómo no- habría que buscar otro tipo de causas en el conjunto de la sociedad, pues la educación no sólo está (no debería sólo estar) en las escuelas.

Si el modelo que se describe en el reportaje les ha ido a los finlandeses bastante bien después de más de cuatro decenios, podríamos preguntarnos: ¿sería posible aplicarlo en España? Evidentemente, antes de dar respuesta a esta cuestión, es necesaria cierta reflexión sobre las diferencias que hay entre nuestra sociedad y la de los finlandeses. Debe haberlas, pues mientras en España se ha realizado un planteamiento similar en las últimas reformas educativas, sobre todo en la voluntad de integrar mayores recursos en la orientación educativa: equipos pedagógicos, trabajadores sociales, psicólogos, etc., aun así, las medidas para disminuir el fracaso escolar y el número de repetidores no consiguen ser lo suficientemente eficaces. Se podría decir que mientras que en Finlandia los resultados avalan la práctica, en España la teoría no alcanza la práctica.

 

 

 

Rubén Crespo
18 de diciembre de 2011

Del Mito a la Razón

Lo que sabemos es una gota de agua. Lo que ignoramos es un océano

(Isaac Newton, 1643)

Desde hace poco tiempo son muchos los autores que critican la rigidez de los sistemas educativos que tenemos. Dicen que tales sistemas aplastan la curiosidad y la creatividad de los jóvenes alumnos. Fue precisamente la curiosidad la que hizo posible el surgimiento de la ciencia y los grandes descubrimientos para la comprensión de nuestra realidad. Por suerte, una de las grandes ventajas que tiene la sociedad de la información en la que vivimos, es que a través de Internet se puede encontrar recursos que hacen que la ciencia sea más atractiva y se fomente un mayor interés por ella.

Hoy quiero presentar y difundir un magnífico documental, Del Mito a la Razón,  presentado, escrito y dirigido por Rubén Lijó, director de Hablando de Ciencia. Es un viaje a través de la historia de la ciencia y del nacimiento del pensamiento racional. Se muestra la contraposición entre el pensamiento místico y el pensamiento científico. Es una breve  historia del conocimiento (esa gota de agua a la que se refirió Newton). En el siglo XVI, la ciencia y el conocimiento racional consiguieron recuperar el protagonismo del que gozaron en la Grecia Clásica, y se lanzaron vertiginosamente hacia la apasionante búsqueda de la comprensión de nuestro entorno.

El documental se realizó sin ningún tipo de financiación. Desde aquí mando un sincero agradecimiento a Rubén y su equipo por poner desinteresadamente la ciencia al alcance de nuestra mano. Verlo me ha permitido refrescar aquellos conocimientos que nos intentaban transmitir los libros de texto y los profesores de bachillerato, cosa que no siempre conseguían con mucho éxito. Me pregunto por qué ahora me interesan estas cosas más que antes. Espero que a mis compañeros y amigos les guste tanto como me ha gustado a mi.