Categoría: Jóvenes

La anomia del vandalismo juvenil

No he podido evitar redactar este documento al ver que un chico de Fuensalida había creado un evento en Facebook titulado “La conciencia de la gente” en la que denunciaba los actos de vandalismo que se vienen produciendo últimamente en el pueblo. Este chico denuncia en concreto que este fin de semana una cuadrilla de insensatos ha bailado encima de su coche y le han roto los dos espejos retrovisores. A tal evento se han unido múltiples comentarios de gente del pueblo manifestando otros tipos de actos de gamberrismo que se vienen dando recientemente en Fuensalida.

Al observar que mis vecinos y yo no somos las únicas víctimas de este vandalismo juvenil, no he podido evitar hacer un acto de reflexión y contar nuestro caso. El edificio comunitario en el que vivo, venimos sufriendo numerosos actos de gamberrismo durante más de dos años, y cada vez más. Sin ir más lejos, este mismo sábado nos quemaron el cartel de «por favor cierren la puerta» y por consiguiente la pared, rompieron el telefonillo, y encima dejaron todo el suelo del zaguán del portal lleno de vino y de más mierda. No contentos todavía tuvieron que volcar el contenedor de basura en medio de la calle. Hace dos fines de semana, les dio por romper las fotocélulas de entrada al garaje. Faenas como esta, puedo contar y aburriros: nos han robado extintores porque hubo una rara moda de quemar los contenedores de papel y se divertían luego apagando el fuego con los extintores robados.

Tenemos todos los fines de semana macrobotellones de gente menor de 18 años debajo de nuestras casas y dentro de los zaguanes de los portales, que son propiedad privada y a los que pusimos puertas cancelas para evitar que se metieran pero con ellos no va la cosa. Además del gasto de la Comunidad de estas cancelas y los desperfectos de muchas faenas, también tuvimos que adelantar la puerta del garaje, que estaba retranqueada originalmente, para que no se metiesen y dejaran todo lleno de mierda y de botellas que luego teníamos que quitar si queríamos salir con los vehículos del garaje. Una vez se me olvidó guardar el coche y cuando me acordé me encontré a una cuadrilla subidos en mi coche como si fuera el coche de una peña de las fiestas. Tuve que sacar las abolladuras y lavarlo al día siguiente, porque olía fatal el vino de los chorros del calimocho que me habían dejado en la chapa. Todo esto y más, no me invento nada.

De un tiempo a esta parte consigo abstraerme de las voces de chicas y chicos que cada fin de semana vienen a beber y a fumar. Sus jolgorios dionisiacos dan la sensación de que parece que sea siempre su última noche de fiesta. Como digo, me he ido acostumbrando a estas voces que molestan mucho. Pero la cosa no se queda sólo en eso. Al final alguno vecino o yo, o varios, tenemos que salir a la calle porque terminan haciendo alguna faena (que te llamen continuamente al timbre es lo de menos). Y aquí es donde viene el gran problema. Hace varias generaciones, se hacía la faena y se salía corriendo. Ahora no lo estiman necesario. Sales a regañarles y con actitud desafiante te dicen que ninguno de ellos ha sido, que tienen derecho a estar en la calle (por supuesto ¿pero de qué forma?), que como les toques te denuncian… y todo esto te lo dicen sin ningún tipo de respeto, e incluso insultándote en muchas ocasiones.

Estamos cansados de llamar a la Policía local y a la Guardia Civil. Vienen, ven los desperfectos, te escuchan, te dan la razón. De vez en cuando cogen los datos de algún chaval que otro, les llaman a la atención, pero la actitud de muchos chavales es de pasotismo ante las autoridades. En ocasiones les hablan a los guardias sin ningún tipo de deferencia. Los vecinos estamos cansados de solicitar tanto a la Policía Local como a la Guardia Civil que se pasen más a menudo para controlar la zona, pero no sirve de nada. Denunciar, sí, ¿pero a quien? si nadie ha sido. Y si lo piensas bien, con lo lenta que va la Justicia y que se trata de menores -hoy tienen más derechos que nunca, pero no obligaciones- no haces más que indignarte y sentirte impotente.

Cuando estos problemas los comentas con tus familiares y amigos, sale siempre en la conversación «que si hoy los padres no dan una suficiente educación a sus hijos, que si no leS transmiten valores, que si en los colegios tienen mucha libertad, no respetan a los profesores y éstos los dan por imposibles…» Todo esto y más. Es verdad que hay gran parte de verdad en estos discursos, pero tampoco podemos condenar a toda la juventud sólo por unos pocos. El problema es que cada vez esos pocos se convierten en más. ¿Por qué? Porque no hay ejemplaridad pública y muchos jóvenes no saben lo que significa la noción de ‘sociedad civil’. Un chico hace una faena, los vecinos le llaman la atención, la Policía o Guardia Civil le llama la atención, sus padres no se enteran… al final el chico, al ver que nadie le exige ningún tipo de esponsabilidad, sus actos se convierten en una situación normal. Entonces a la siguiente, viene y te la hace más gorda para superarse y que sus amigos lo vean y le rían la gracia.

Creo que hay un abandono por de todos los agentes e instituciones fundamentales en la educación para la ciudadanía de los adolescentes, tanto por parte de las familias, los colegios, los agentes de la autoridad y los ayuntamientos. Las familias porque en muchos casos no están pendiente o no quieren saber lo que de verdad hacen sus hijos o hijas menores cuando salen. Muchas familias piensan que sus hijos son los más buenos porque en casa se comportan según las normas que, más flexibles o menos, les imponen. Pero si algún padre o madre viera a su hija de 16 años ebria con sus zapatos de tacones trastabillándose y haciendo ‘eses’ por la calle, se llevarían un buen disgusto. O si vieran que su hijo de 16 años todos los sábados acaba vomitando en alguno de nuestros portales mientras el resto de sus amigos se ríen.

En cuanto a los colegios e institutos, es un tema que habría que analizar en profundidad, pero opino que el colectivo de profesores están en cierto modo indefensos y antes de enfrentarse a jóvenes conflictivos, prefieren dejarlo pasar y no tener problemas en su vida profesional. Y he aquí uno de los problemas por los que las situaciones anómalas se terminan convirtiendo para los adolescentes en situaciones normales para ellos.

¿Los agentes de la autoridad? Pues siendo justos, es verdad que en estos casos ellos poco pueden hacer. Llamarles la atención o tomarte nota de la denuncia por hacer ruido por la noche. Ellos te dirán que no está prohibido el botellón en este pueblo y que no pueden hacer nada aunque sean menores porque no es el consumo de alcohol lo que está prohibido para menores de 18 años, sino la venta. Y aquí yo me pregunto ¿Por que no se controla cómo consiguen el alcohol si está prohibida su venta para menores de 18 años? ¿Estará algún establecimiento incumpliendo la ley? ¿o será que algunos adultos irresponsables les hacen el favor de comprárselo por ellos? En cuanto a los actos de vandalismo, poco hay que hacer si no ves al que ha hecho la faena. Y ni siquiera te vale, porque será tu palabra contra la de un menor que en principio su presunción de inocencia, por la ley del menor, es más encomiable que la tuya. Más que testigos, necesitarás pruebas. ¿Y qué vas a hacer? ¿Te quedas toda la santa noche del sábado escondido en algún lugar grabando por si hacen la faena, para que luego no se vea nada porque es de noche?

Y por último los ayuntamientos. Pareciera que no se les pudiera responsabilizar a éstos de la educación de los jóvenes. Sin embargo los ayuntamientos tienen responsabilidad sobre el entorno urbano y lo que ocurre en las calles, así como la seguridad ciudadana. Para eso tienen en nómina un cuerpo de policía local. Para muchos ayuntamientos, como creo que es el caso de Fuensalida, es más fácil decir que el problema es de difícil solución porque los jóvenes tienen derecho a estar en las calles. Bien, pero ¿hacia qué lado miran cuando es sabido por todos que consumen alcohol descontroladamente y estupefacientes? Porque también hay que decirlo y dejarlo bien claro, las drogas representan un gran problema y un foco de riesgo para los adolescentes. Se empieza por drogas blandas, pero luego nunca se sabe donde se acaba. Opino que los ayuntamientos son asunto clave para ofrecer soluciones. Tienen recursos diplomáticos y coercitivos para ello. Diplomáticos porque a través de la Policía Local podría perseguir directamente estos problemas de vandalismo en ascenso. A través de las autoridades, con un control más sistemático podrían identificar a los jóvenes conflictivos, de tal manera que los ayuntamientos podrían acceder, por la vía diplomática, a hablar con las familias de estos chicos para que, en principio, tengan conocimiento de ello, y se les advierta que ante reincidencias se tomarían medidas coercitivas. Y hablando de vías coercitivas, ¿Es tan difícil crear una ordenanza que prohíba el botellón en lugares públicos, sobre todo residenciales? No se trata de que manden a los jóvenes a beber a un sitio donde no molesten. Pues siguen siendo menores los que beben, y al final se descontrolarán y el vandalismo no hará nada más que cambiar de lugar. Opino que los ayuntamientos deberían ser más ingeniosos para solucionar este problema, que repito, no es sólo el de las molestias que causan a los vecinos, sino el de la educación en valores con la que se están socializando las nuevas generaciones. Los ayuntamientos podrían crear programas y actividades nocturnas para estos jóvenes. No se solucionaría todo de golpe, siempre quedarán, por desgracia, los más conflictivos. Pero si se producirá un gradiente que tienda a disminuir el consumo de alcohol y drogas de la juventud del pueblo. Algunos dirán que tiene costes. Pues claro, pero este tipo de inversiones cuando se elaboran programas capaces de funcionar contribuirán a hacer de las nuevas generaciones personas con mejor valores morales, pues hay que pensar que hoy el valor más preciado de nuestras sociedades modernas es el capital humano.

Rubén Crespo

30 de mayo de 2011