Categoría: Reseñas

‘Foucault y la política’. Una política combativa al alcance de todos

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Reseña de:

José Luis Moreno Pestaña

Foucault y la política

Madrid, Tierradenadie ediciones, 2011

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Foucault y la política es la versión en español del texto más breve: Foucault, la gauche et la politique[1], publicado unos meses antes en Francia y que ha generado debates controvertidos en torno a la figura de Foucault. Tanto en España como en Francia, José Luis Moreno Pestaña (profesor de Filosofía en la Universidad de Cádiz) ha alcanzado notoriedad por sus extensos conocimientos en la obra de Michel Foucault. No sólo de Foucault, también de otros grandes autores del pensamiento contemporáneo francés como Pierre Bourdieu[2] y Jean-Claude Passeron.[3]

Moreno Pestaña (en adelante MP) realizó su tesis sobre Foucault.[4] Tras estudiar la obra de Pierre Bourdie y conectar con diferentes miembros en el Centre de Sociologie Européenne, perteneciente a la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París, volvió a reescribir su tesis. Esta vez, con la ayuda de la metodología etnográfica de Bourdieu y en el marco de la sociología del conocimiento, integró la ‘sociogéneis’ de Foucault en su obra, lo que le permitió un mayor acercamiento y una mejor comprensión de la complejidad de su pensamiento. El resultado fue Convirtiéndose en Foucault. Sociogénesis de un filósofo[5], un libro publicado en 2006 que lejos de las mitificaciones y encumbramientos de los grandes pensadores, muestra a un Foucault más humano e incorpora su contexto personal, intelectual y familiar, el cual “nos permite relacionar lo que vive y lo que hace con lo que piensa y lo que dice”.[6]

Podríamos decir, con la metáfora: una vez que MP se ha convertido en Foucault, después de rastrear de cerca sus huellas y explorar minuciosamente el entorno del suelo que pisó, después de indagar cómo fue su periodo de formación, sus antecedentes familiares, el estigma de su homosexualidad, sus miedos, sus fracasos… en definitiva, después de presentar al lector a un Foucault a ras del suelo lejos de mitos y veneraciones, ahora, con Foucault y la política, MP despeja el pensamiento de Foucault de cualquier tipo de escolástica y presenta su obra integrando tres niveles de análisis: “su experiencia social, su trayectoria académica e intelectual y sus compromisos políticos” (p. 8); un marco interpretativo relevante para comprender lo que tiene de interesante el pensamiento de Foucault para el análisis político.

El objetivo fundamental del libro es dar respuesta a la pregunta ¿son útiles las ideas de Foucault para transformar el sistema capitalista y llevarlo a que respete un pacto social más ecuánime? Sin duda, MP ha interpretado sabiamente la ‘caja de herramientas’ a la que Foucault se refirió como el resultado pretendido de su trabajo[7], y ha conseguido dar respuesta a esta pregunta sacando a flote el potencial del pensamiento político de Foucault para ampliar nuestro conocimiento de cómo funciona el poder y para abordar la complejidad de conflictos sociopolíticos actuales como, por ejemplo, el malestar social y el fenómeno de indignación del 15M.

MP, desde la sociología de la filosofía, su área de investigación más prolífica, analiza cronológicamente la obra de Foucault vinculándola a su trayectoria social, su producción filosófica y las posiciones políticas que fue adquiriendo a lo largo de su vida. Para ello, lo primero que hace es evitar ‘el peligro escolástico’. Si se pretende analizar el discurso político abstrayéndolo de su contexto, se corre el riesgo de prestar el análisis a usos conflictivos y a efectos imprevistos. Con tal fin, Moreno Pestaña hace uso de las enseñanzas de Ortega y Gasset, para el que la escolástica “es toda exposición de la filosofía recibida sin comprender el ámbito cultural, el espacio social o el tiempo histórico en el que se produjo” (p. 9). Ejemplos de abordaje escolástico de Foucault serían: relacionar a Foucault con otros autores sin saber si él mismo los leyó; el análisis simplificador de su obra; o atribuir a sus ideas el carácter de axiomas irrefutables.

Foucault, que inicialmente estudió Psicología[8] y fue profesor de esta disciplina durante su primera etapa docente, fue ante todo un filósofo. Es importante destacar que Foucault hizo filosofía como una práctica ‘abierta’ (filosofa hacia el exterior de los círculos académicos) y ‘recurrente’ (los acontecimientos históricos interesantes para la filosofía pueden estudiarse en cualquier momento con la misma validez que cuando se produjeron). Con este enfoque es posible una conexión más óptima entre la filosofía y la política. De esta manera, Foucault sigue encontrando problemas de importancia filosófica en la vida cotidiana y “amplia las fronteras del campo político a cuestiones despolitizadas” (p. 24).

Que Foucault se moviera entre los limites de “la filosofía y la no-fiolosofía” fue visto en su época con recelos por una buena parte del mundo académico institucionalizado de la disciplina. Sin embargo, esto le lleva a conectar con profesionales de diversas disciplinas y con un público más híbrido y extenso. Por esta razón, Foucault tendrá algunas dificultades para autodefinirse en lo que hace: “A decir verdad, no soy un filósofo. No hago filosofía en lo que hago, y si tuviera que denominarme, darme un título para decir lo que soy, confieso que estaría en un terrible aprieto”.[9]

Tras leer los primeros capítulos, en los que se analizan algunas de sus obras como Enfermedad mental y psychologie (1954; reed. en 1962)[10], Historia de la locura (1972)[11], Nacimiento de la clínica (1963)[12], Las palabras y las cosas (1966)[13], es fácil que el lector se pregunte qué significaciones políticas tienen estas obras. En sí mismas, pocas, y cuando las tienen, son poco definidas y, sobre todo, difíciles de combinar con corrientes de izquierdas como reconoce el mismo Moreno Pestaña, por ejemplo, sobre Las palabras y las cosas (p. 52). No obstante, la trayectoria social y las disquisiciones filosóficas de este periodo ―de ahí la importancia de su ‘sociogénesis’ que se va desarrollando durante toda su obra―, no exenta de contradicciones, serán cruciales para entender más adelante sus análisis sobre el poder desde las dimensiones filosófica y política.

En Historia de la locura podemos encontrar tres aptitudes en Foucault que apenas cambiarán a lo largo de su obra. La primera es una profunda crítica a las ciencias humanas (o sociales). Foucault tenía un concepto de la ciencia muy exigente, y para él, la psicología o la psiquiatría, no podían ser consideradas ciencias por las grandes dificultades a la hora de definir variables comparables y por no poseer un lenguaje preciso y único que tuviera una suficiente correspondencia con la realidad a estudiar. La segunda aptitud es una conciencia antidialéctica. “La razón dialéctica se caracteriza por asumir que lo negativo es un momento de lo positivo y que, gracias a las contradicciones, la historia avanza” (p. 30). Pero Foucault ve en la dialéctica un mecanismo para justificar las injusticias[14]. La tercera aptitud es una resistencia pertinaz a la domesticación moderna. Así, en el caso de la locura, aunque el discurso dominante es que la época moderna trata mejor la locura que la época clásica, Foucault se opone con un discurso de resistencia mostrando que la locura se ha reducido a la categoría de enfermedad, deja de ser vista como una experiencia humana (el abandono a las pasiones) y pasa a ser una simple desviación de la norma (la normalización que la psicología o la psiquiatría se encargan de definir e imponer).

En Las palabras y las cosas, Foucault continúa con la crítica a las ciencias sociales, esta vez, asumiendo bases epistemológicas más definidas (las epistemes) que en la anterior. Además, en esta obra incluye en sus críticas de forma manifiesta a la sociología (campo en el que tenía algunos compañeros con cierta afinidad como Passeron) junto a la psicología y la psiquiatría como no-ciencias que se aprovechan de otras que lo sí son como las matemáticas. Las ciencias sociales ―dirá― relativizan conceptos de otras ciencias y de la filosofía, y terminan por operar siempre en un marco dialéctico. Curiosamente, hace algunas reservas para otras disciplinas como el psicoanálisis o la etnología, por considerarlas reflexivas y capaces de comprender sus condiciones sociales de posibilidad. MP se pregunta ―y yo también― qué le llevó a Foucault a pensar que no podría serlo igualmente la sociología o la psicología.

¿Se equivocaba Foucault en su insistente desprestigio hacia las ciencias sociales? No debemos olvidar los efectos subjetivos de su ‘sociogénesis’ que están implícitos en el análisis que hace MP de manera continua en todo el libro. Quizás, Foucault no llegó a plantearse que al final la ‘caja de herramientas’ que deja como legado tendría tanta o más influencia en las ciencias sociales que en otras disciplinas a las que tenía en mejor estima[15]. Al menos se pueden obtener dos lecturas de esta actitud; una, que a pesar de que Foucault investigó bordeando las fronteras de la filosofía, jamás fue su pretensión abandonarla. Una filosofía como práctica abierta hacia el exterior, sí, pero también un ejercicio de afuera a dentro, recoger del exterior para enriquecer el interior. Y este ejercicio está en la base de la tarea filosófica que Foucault definió en su último curso en el Colegio de Francia y que MP nos recuerda su gran importancia: “la filosofía sirve para recordarnos que cualquier verdad exige condiciones políticas y produce un tipo de sujetos; que cualquier relación de poder reclama tipos de verdad y conocimiento y formas de ser particulares; que todo habitus[16] exige soportes cognitivos que lo defiendan y relaciones políticas que lo permitan” (p. 58). Y esta es, básicammente, la dimensión filosófica que Foucault incorpora al análisis del poder, una filosofía (la hagan o no filósofos de profesión) que nos ayuda a descubrir las relaciones mutuas de la verdad, la ética y la política. La otra lectura ―que es una interpretación personal mía― es que a las ciencias sociales (sobre todo a la sociología, que es la parte que más me toca) lo mejor que les puede suceder es tener críticos como Foucault, pues, al incorporarlos a su autocrítica, al valorar sus errores y al plantear reorientaciones, las ciencias sociales tienen más posibilidades de avanzar hacia un ethos más legítimo, que no sólo a una mera profesionalización que sólo se justifica por un sector dominante que asegura sus competencias.

Respecto a la utilidad que tiene la obra de Foucault para las identidades políticas, sobre todo para la renovación del pensamiento de izquierdas lejos del marxismo[17], la clave no está en la propia experiencia biográfica de Foucault. El activismo político de Foucault fue muy variable. Durante su formación en la ENS (École Normale Supérieure) fue comunista; estuvo cerca del poder gaullista en sus primeros años universitarios; a partir de Mayo del 68[18] se convierte a la ultraizquierda que, posteriormente, tomo la deriva hacia una izquierda no estatalista  con un acercamiento al diálogo con el neoliberalismo[19]. Estas contradicciones políticas, que parecen explicarse sólo por modas de cada momento, no deben confundirse con su filosofía de la política y del poder. MP ofrece dos explicaciones a esta variabilidad en las definiciones políticas de Foucault: la primera supone verle como un agente racional que calcula sus intereses en sus incursiones políticas y que se transforman según las coyunturas que aparecen en su historia de vida. La segunda, algo más compleja, “considera a un individuo como el resultado de cadenas de interacción enmarañadas que van anudándose en un modo de ser” (p. 37). Pero la clave está en que en el individuo coexisten diversas formas de ser como consecuencia de las diferentes experiencias que se van reuniendo y que en algunos casos llegan a ser totalmente opuestas. Esto explica las capas que se van acumulando en su comportamiento y que le permite unas veces ser plural y ajustarse a la situación, y otras, un comportamiento totalmente contradictorio.

¿Significa esto que podría haber un Foucault para cualquier concepción política? “No. ―nos advierte MP― Hay posiciones imposibles de de encontrar en Foucault: además de las aberraciones políticas (fascismo o estalinismo), Foucault no fue socialdemócrata estatista ni liberal radical” (p. 120).

Tras los acontecimientos de Mayo del 68, es cuando Foucault empieza a incorporar la dimensión filosófica al campo de la política y el poder, “amplia sus fronteras y empieza a incorporar ámbitos que antaño se consideraban ayunos de cualquier juego de poder” (p. 55). A partir de ese momento empieza a tener una audiencia más politizada. Foucault hace filosofía política proponiendo dos vías: una, “retrocediendo hacia atrás y obteniendo una visión de nuestro lugar en el conjunto del mundo, después de haber reconstruido la historia de la que venimos” (p. 58), y la otra, persiguiendo los principios íntimos que rodean nuestro comportamiento, es decir, “las prácticas que hemos incorporado: «En el cuerpo, se encuentra el estigma de los acontecimientos pasados, tanto como en él nacen los deseos, los desfallecimientos y los errores»” (p. 59).

Lejos de los grandes tratados de teoría política omniabarcante, Foucault analiza el poder en un ámbito micro (las micro-estructuras del poder) e investiga cómo las relaciones de poder moldean la experiencia cotidiana de los individuo. En este sentido, Foucault es deudor del concepto de genealogía de Nietzsche. En el campo de la ‘verdad’ (no se tiene siempre un acceso completo a la realidad y por lo tanto expresar la verdad es muy difícil; sin embargo, Foucault nunca renunció a la noción de la verdad en su trabajo científico) se incorpora la genealogía para explicar la ontología del sujeto, es decir, cuál es la genealogía que permite convertirnos en objetos de conocimientos en cada momento histórico. En el campo del ‘poder’, la genealogía sirve para explicar cómo nos convertimos en sujetos de acción que influye y domina a los demás (la etnografía del poder). Así, Foucault habló de conceptos como la ‘anatomopolítica’ (la inserción de la política en la anatomía humana); y la ‘biopolítica’ (o ‘biopoder’ que intenta controlar y fortalecer la vida de los individuos en su conjunto). Mientras la biopolítica se encarga de la vida colectiva, la anatomopolítica tiene por objeto los cuerpos.

Foucault ejerció una gran crítica contra el socialismo estatalista por “carecer de método para gobernar a las poblaciones” (p. 91). Por una parte ve en el estatalismo una gran tendencia a pensar en el Estado como una máquina de dominación invulnerable, y por otra, considera que la crítica marxista (los marxistas ven al Estado como un sistema organizado por los intereses de las clases dominantes). Foucault prefiere hablar de los efectos imprevistos, es decir: “El Estado puede engendrar burocracia, pero también igualdad” (p. 93).

En cuanto al análisis del ethos neoliberal, Foucault se interesa por la construcción del individuo en el sistema neoliberal contemporáneo. El neoliberalismo ―dirá― rompe con el liberalismo clásico y no se fundamenta ya en el laissez faire: una economía libre y la ausencia de la intromisión política; al contrario, el neoliberalismo tiene cada vez más necesidad de ser intervencionista persiguiendo su principal objetivo, que los individuos se adapten al mercado. Es necesario la intervención, al menos en dos ámbito: “por un lado, el patrimonio genético de los individuos y, por otro, en su educación” (p. 99).

Si el neoliberalismo “concibe al individuo como un simple empresario de sí mismo que maximiza sus recursos en función de sus proyectos” (p. 102), Foucault, a través de un economicismo antropológico, ofrecerá una ética del sujeto muy diferente a la propuesta por la tradición individualista del homo æconomicus (preferidor racional)[20], y preferirá antes que el paradigma de la ‘disciplina’, cuyo objetivo es reglamentar la realidad social, el paradigma de la ‘seguridad’, que permite actuar sólo en niveles determinados[21]. Para Foucault la disciplina resulta utópica, mientras la seguridad es la que ha permitido el desarrollo del capitalismo económico, aunque no era el objetivo inicial.

A finales de los años 70, las simpatías o, mejor dicho, las no antipatías de Foucault hacia algunas de las concepciones neoliberales parecen evidentes. Por mucho que le pese a buena parte del sector intelectual de la izquierda, sobre todo la que intenta renovarse a través del pensamiento de Foucault, MP, sin fallar a su compromiso científico y crítico, deja claro que así fue y no descarta la posibilidad de una derecha neoliberal que se inspira también en Foucault. No obstante, MP deja algunos interrogantes sobre esta valoración. Puesto que el neoliberalismo no era todavía muy visible, estaba gestándose en aquella época, es muy posible que Foucault no valorara suficientemente este proceso. MP también hace una oportuna observación al afirmar que aunque el sistema neoliberal “no le era completamente antipático”, Foucault no se preguntó en ningún momento por los efectos que este sistema tenía en la desigualdad social. Esto puede ser debido ―a mi juicio― al haber subestimado Foucault a ciencias sociales como la sociología, la que desde un principio ―y una de las causas de su nacimiento―  hizo de la desigualdad social uno de sus objetivos prevalentes de estudio (y así continúa siendo).

Como en los mejores best-sellers, lo mejor del libro está al final, en el último capítulo: Cuidado de sí, cuidado del otro; pero no se trata de una estrategia literaria deliberada por MP, es algo que resulta obvio cuando se reconoce la talla de Foucault. Los mejores filósofos y pensadores sociales que han pasado a la categoría de clásicos, o de clásicos contemporáneos, suelen alumbrar sus mejores ideas en su etapa más madura. En la década de los 80, Foucault se dedicó por entero a estudiar el pensamiento grecorromano y lo aplicó a los dos últimos trabajos de su carrera: la experiencia de la sexualidad y las técnicas de trabajo sobre uno mismo. Foucault intenta dar respuestas a la pregunta ¿cómo hemos de comportarnos considerando el efecto de nuestra personalidad que ha venido configurándose a través de nuestras experiencias vitales? En las éticas grecorromanas descubre que “el cuidado de sí se encontraba vinculado al cuidado del otro” (p. 107).

Foucault parte del hecho de que vivir significa asumir riesgos que no pueden ser protegidos públicamente. Para los neoliberalistas que les preocupaba el exceso de gobierno, Foucault ofrece una nueva alternativa al considerar que “el hecho de ser gobernados nos volvía solidarios a los seres humanos” (p.108). A partir de las relecturas del pensamiento de los estoicos y de los cínicos, el pensamiento político de Foucault produce dos ideas importantes. La primera, “una reflexión sobre los recursos necesarios para ser reconocido en la interacción cotidiana”[22]. Los hábitos son importantes para comprender que es nuestra personalidad, con la acumulación de las experiencias que nos preceden, la que nos permite tomar decisiones sobre nuestra vida que impliquen valores sociales, incluso, compromisos políticos. La segunda idea, influida por el pensamiento estoico, es “que todos los seres humanos ―y no sólo la élite gobernante― deben ocuparse de sí mismos y hacerlo no sólo en la juventud, o cuando uno se está formando, sino en todos los momentos de la vida” (p. 109). Se trata, pues, de obtener un habitus que deberemos seguir desarrollando continuamente.

Al pensar sobre la producción de los habitos, Foucault analizará con exhaustividad el concepto de la parresia con el fin de resolver el problema de ‘cómo decir la verdad’ y cómo se vincula ésta con la política según el contexto sociohistórico: “en qué condiciones institucionales puede decirse la verdad (democracia, monarquía […]) y cuáles son las condiciones personales (coraje personal, tipo de habitus y temperamento) para proferir y escuchar la verdad” (p. 111).

Siguiendo tres discursos de Pericles que Tucídides describe en Historia de la guerra del Peloponeso, Foucault analiza la parresia y describe tres condiciones de posibilidad: la epistemológica (la verdad), la moral (la ética) y la política (el poder). A través de la parresia Foucault teoriza sobre las asambleas democráticas como un espacio rectangular donde para que sea posible una autentica ‘palabra libre’ deben cumplirse cuatro condiciones: las formales, de prestigio, de verdad y de coraje físico. Serán estos cuatro ángulos los que permitan “la imbricación en la experiencia de la asamblea democrática, sin confundirse, de verdad, ética y poder” (p.113). Según MP, Foucault olvidó aclarar cuáles debían de ser las condiciones sociales y materiales para el acceso y la práctica de la palabra libre.

En suma, Foucault propone una “política filosófica pegada a la tierra, combativa, sostenida sobre un habitus entrenado para la desgracia e independiente de todo poder y doctrina” (p.117). El pensamiento político de Foucault, en esta última etapa, hace posible que exista un vínculo entre la experiencia íntima y la expresión política. Un vínculo que está en el corazón de movimientos sociales y acciones colectivas como el 15M[23]. De ahí la utilidad de su ‘caja de herramientas’ que ha ampliado nuestro horizonte en las cuestiones políticas más actuales, nos ha mostrado cómo funciona el poder con un enfoque antes desconocido, y nos puede ayudar a construir una mirada más crítica hacia los mecanismos estatales de la integración social y la garantía de la libertad.

Foucault y la política es un libro no sólo para apasionados del pensamiento de Foucault o los que busquen en el herramientas para enriquecer su formación política, es también un libro para aquellos que sólo conocen a Foucault de oídas o por las citas sobre algunos de sus conceptos más conocidos que pueden haber encontrado a través de otros autores o manuales de estudios de diversas disciplinas sociales. El libro es pequeño, pero su contenido es muy compacto porque el estilo de escritura de MP no suele abundar en redundancias y recapitulaciones. Es fácil que en ocasiones el lector tenga que volver atrás para releer y fijar con más detenimiento ideas que se van entretejiendo en capítulos posteriores. Por el contrario, la densidad y claridad de la información que se ofrece en las páginas del libro hace que la relectura sea una tarea reconfortante porque siempre se redescubre en el texto de MP nuevos matices que mejoran la comprensión de un autor tan complejo como Foucault, máxime, si además se trata de comprender su producción teórica incluyendo su trayectoria social y sus concepciones política.

Con Foucault y la política, Moreno Pestaña, haciendo uso precisamente de una de las herramientas que el propio Foucault engendró, la arqueología del saber, ha estudiado en profundidad la propia historia del saber de Foucault, ha conseguido sumergirse en la espesura del celaje de su influencia mediática para cruzar, capa por capa, todo el pensamiento que fue integrándose en Foucault a través de sus experiencias sociales hasta llegar a su propio suelo. Una vez en él, ha estudiado su topología y nos ha trazado una cartografía más detallada y comprensiva de su pensamiento. Continuando la metáfora, el mito a ras de suelo, pero con todas las propiedades extraordinarias que tiene el mito al alcance de todos. Un manual de instrucciones de la ‘caja de herramientas’ de Foucault para comprender el actual estado de las cosas, y si no nos gustan, para tener capacidad de cambiarlas mediante una política combativa pegada a la tierra.

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Rubén Crespo
Estudiante de Sociología en la UNED
a 14 de mayo de 2012

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Notas:

[1] Moreno Pestaña, José Luis. 2011. Foucault, la gauche et la politique. Textuel.

[2] Véase: Moreno Pestaña, José Luis. 2012. “Sobre la actualidad del Oficio de sociólogo” en las jornadas El oficio de sociólogo. El legado de Pierre Bourdieu. Círculo de Bellas Artes en Madrid (http://moreno-pestana.blogspot.com.es/2011/12/sobre-la-actualidad-del-oficio-de.html).

[3] José Luis Moreno Pestaña ha traducido El razonamiento sociológico: el espacio comparativo de las pruebas históricas de Jean-Claude Passeron, Madrid, Siglo XXI, 2011. / Véase también: Moreno Pestaña, José Luis. 2003. ¿Qué significa argumentar en sociología? Revista Española de Sociología Nº 3, pp. 51–67.

[4] Reseñado en: Campillo Meseguer, Antonio. 2011. “Foucault político, Foucault desconocido” en la Web de Antonio Campillo en la Universidad de Murcia. (http://bit.ly/IT25qg).

[5] Moreno Pestaña, José Luis. 2006. Convirtiéndose en Foucault: sociogénesis de un filósofo. Ediciones de Intervención Cultural, S.L. / Véase también: Fernández Zubieta, Ana. 2006. Reseña de Convirtiéndose en Foucault. Revista Española de Sociología Nº 6, pp. 131–134.

[7] Foucault, Michel. 1974. “Prisons et asiles dans le mécanisme du pouvoir” en Dits et Ecrits, t. II. Paris: Gallimard, 1994, pp. 523–524.

[8] Foucault sufrió de depresiones, llegando incluso a intentar suicidarse, por la angustia que le supuso su homosexualidad. Debido a estos episodios, estuvo en tratamiento psiquiátrico, momento en el que empezó a interesarse por la psicología. Así, Foucault se licenció primero en Psicología, pero luego, años después, obtuvo también la licenciatura en Filosofía en 1952. Foucault daba clases de Psicología en Clermont-Ferrand, pero al final empezó a gustarle poco este trabajo por la aversión que fue tomando hacia esta disciplina.

[9] Philippe Calderon. 2003. Michel Foucault par lui-meme. ARTE France / BFC Productions.

[10] Foucault, Michel. 1962. Maladie mentale et psychologie. París, PUF.

[11] Foucault, Michel. 1972. Histoire de la folie à l’âge classique. París, Gallimard.

[12] Foucault, Michel. 1963. Naissance de la Clinique. Une archéologie du regerd médical. París, PUF.

[13] Foucault, Michel. 1966. Les mots et les choses. Une archéologie des sciencies humaines, París, Gallimard.

[14] La noción que Foucault tiene de la dialéctica nada tiene que ver con la de Ortega y Gasset: una dialéctica como síntesis de conocimientos especializados con vocación práctica. Moreno Pestaña se apoya con frecuencia en Ortega y Gasset para explicar o poner en contradicción las ideas de Foucault.

[15] Por ejemplo, buena parte de la obra de Jean-Claude Passeron es un diálogo con las críticas de Foucault a las ciencias sociales.

[16] Habitus: concepto esencial en el pensamiento de Bourdieu para explicar la socialización y el sentido práctico. El habitus o los habitus son, según la definición de Bourdieu: sistemas de «disposiciones» duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin, sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente «reguladas» y «regulares», sin ser el producto de la obediencia a reglas y, a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas, sin ser producto de la acción organizadora de un director de orquesta. (Castro Nogueira, Luis, Miguel Ángel Castro Nogueira, y Julian Morales Navarro. 2008. Metodología de las ciencias sociales: una introducción crítica. Tecnos. p. 827).

[17] Foucault dejó de creer en la revolución capitalista, propuso la desmarxitización de la izquierda y criticó la concepción de la economía de Marx porque no era tan innovadora como otros autores posteriores escribieron; sin embargo, donde sí lo consideraba innovador fue en su concepción histórica.

[18] Cuando estalla el conflicto de Mayo del 68, Foucault se encuentra en Túnez, y fue su compañero Daniel Defert quien lo mantuvo al día.

[19] Esta variedad de posiciones políticas en la trayectoria biográfica de Foucault, que Moreno Pestaña se ha atrevido a incorporar con puro sentido crítico, es la que ha causado los polémicos debates a los que me referí al inicio de este texto. A pesar de que Moreno Pestaña insiste en evitar caer en el simplismo de atribuir a Foucault una u otra adscripción partidaria, por el hecho de que Moreno Pestaña atribuye una cercanía de Foucault al gaullismo en los años 60 y su simpatía con algunos planteamientos del neoliberalismo, algunos comentaristas de la edición francesa lo han malinterpretado y lo han visto como un ataque personal hacia Foucault.

[20] Homo æconomicus: “idealización elaborada en el seno de la teoría económica neoclásica. Representa un individuo/consumidor racional y egoísta, dotado de consistentes sistemas de preferencias [preferidor racional] y creencias que actúa de acuerdo con el principio de maximización de la ganancia o bienestar y minimización del coste. (Castro Nogueira, Luis, Miguel Ángel Castro Nogueira, y Julian Morales Navarro. 2008. Metodología de las ciencias sociales: una introducción crítica. Tecnos. p. 828).

[21] Puesto que Foucault ya había considerado el poder como una relación y no como una propiedad, el rechazo a la disciplina y la tolerancia a la seguridad se debe a que acepta las relaciones de poder siempre y cuando éstas sean reversibles y no impliquen una estructura de dominio, es decir, “sí a las relaciones de poder cuando no son jerárquicas”. (Roca Jusmet, Luis. 2012. Reseña de Foucault y la política en: hexis. filosofía y sociología (http://moreno-pestana.blogspot.com.es/2012/02/resena-de-luis-roca-en-el-viejo-topo.html).

[22] En terminología de Bourdieu, se trataría de los diferentes capitales y su valor en relación con los contextos sociales.

[23] Véase la conferencia que Moreno Pestaña ofreció el 3 de junio de 2011 en el marco de un ciclo de reflexiones sobre el 15-M, organizado por el grupo de trabajo, ‘Debate teórico’ de la Plaza del Carmen de Granada. en: Moreno Pestaña, José Luis. 2012. “Pensar los hábitos democráticos con Michel Foucault”. Cisolog. Ciencia Sociológica. Retrieved (http://cisolog.com/sociologia/pensar-los-habitos-democraticos-con-michel-foucault/)

La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Pierre Bourdieu

En el presente curso 2011/12 de grado Sociología en la UNED, en la asignatura Estadística aplicada a las ciencias sociales II, el Equipo Docente ha recomendado la lectura del libro de Pierre BourdieuLa distinción : criterios y bases sociales del gusto como recurso complementario para el tema 4: Análisis de correspondencias simples, y para la práctica de evaluación continua.

Bourdieu, P., & Ruiz de Elvira Hidalgo, M. (1998). La distinción : criterios y bases sociales del gusto. Taurus Ediciones.

A día de hoy no he podido hacerme con ningún ejemplar. Permanece agotado en la mayoría de las librerías. Parece ser, según he podido consultar en algunas librerías online, que lanzarán una nueva reimpresión a finales de mayo de este año; pero para entonces, para los que cursamos Estadística aplicada a las ciencias sociales II en  la UNED, será demasiado tarde. Así que, para salvar temporalmente esta carencia del recurso complementario recomendado, lo que he hecho es buscar y recopilar de la Red diversos textos y otros materiales para que los que no hemos tenido la oportunidad de leerlo todavía, podamos hacernos una idea del texto de Bourdieu.

La distinción de Bourdieu es una de las obras más importantes de la sociología según de muchos sociólogos. A finales del siglo pasado la ISA (Asociación Internacional de Sociología) realizó una consulta entre los visitantes de su página web para establecer cuáles eran los diez libros de sociología más importantes del siglo, La distinción de Bourdieu resultó en sexto lugar por orden de preferencia.

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Índice de material recopilado:

  1. Reseña de La distinción de Bourdieu por David Orta González
  2. Introducción. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto
  3. Vídeos sobre La distinción: Entrevista a Pierre Bourdieu (1991)
  4. Comentarios sobre La distinción de Bourdieu
  5. Otros recursos en la Red

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Reseña de La distinción de Bourdieu por David Orta González

En Athenea Digital – Revista del Pensamiento e Investigación Social. Nº 6 – 2004

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La Distinción supone uno de los mayores acercamientos de la sociología a la psicología social de los últimos tiempos, por el objeto de estudio, el método y la mirada que trata de impregnar en el elector a la hora de entender los fenómenos de la sociedad en el nivel más elemental de interacción, a saber, la vida cotidiana. Bourdieu propone de manera brillante una aplicación de sus conceptos de habitus y campo al estudio de la relación de los distintos grupos sociales con la cultura, lo que convierte a este libro, por méritos propios en un clásico del estudio sociopsicológico cultural.

Consumo, ocio, arte… todos estos niveles de interacción de la vida cotidiana, se explican por una cosa muy obvia aunque no por ello insignificante, a saber, el gusto. El gusto limita nuestras preferencias, nuestras actitudes, ideas, acciones, pero, ¿qué es lo que limita y da forma a nuestro gusto?. En principio podríamos señalar que el gusto pertenece a un orden abstracto que conforma nuestros criterios y disposiciones hacia las cosas, y que en este orden, se definen las relaciones diferentes e incluso antagónicas con la cultura, según las condiciones en que hemos adquirido nuestro capital cultural y los mercados en los que podemos obtener de él, un mayor provecho (p.10). Este orden al que Bourdieu hace referencia no es otro que el habitus.

El habitus es a la vez el principio generador de prácticas objetivamente enclasables y el sistema de enclasamiento de estas prácticas (p.169). Es decir, es el conjunto de prácticas generadas por las condiciones de vida de los grupos sociales así como la forma en la que éstas prácticas vislumbran una relación concreta con la estructura social, esto es, el “espacio de los estilos de vida” (p.477). Estos estilos de vida, son aquellos productos del habitus que devienen en sistemas socialmente clasificados. Es decir, se puede observar como aquellas prácticas cotidianas que conforman un estilo de vida se corresponden con un habitus determinado (de clase alta, de pequeña burguesía, etc.).

Un elemento primordial a la hora de definir el habitus de una clase social es el capital escolar. De este se puede decir, que establece unos conocimientos o prácticas tan ajenos al sistema escolar como la disposición hacia el arte (la música, la pintura…) de tal manera que los gustos de un determinado grado de escolarización coinciden siendo esta correspondencia negativa en cuanto a las representaciones artísticas legítimas. No existe, en palabras de Bourdieu, nada más enclasante que las obras de arte legítimas que permiten la producción de distingos al infinito.

Bourdieu propone una diferenciación de clases atendiendo no únicamente a las propiedades o a las relaciones de producción sino a la manera en que estas propiedades en relación conforman un habitus de clase determinado y cómo éste se sostiene con las prácticas de las que es producto. De una manera concreta, el habitus depende de las relaciones que existen en un individuo / grupo entre el capital económico y el capital cultural. Bourdieu propone una diferenciación de los habitus en función de la clase social, encontrándose en cada una, una multiplicidad de matices al modelo general.

Las diferentes especies de capital cuya posesión define la pertenencia a una clase y cuya distribución determina la posición en las relaciones de fuerza constitutivas del campo de poder y, al mismo tiempo, las estrategias que pueden adoptarse en esas luchas son simultáneamente unos instrumentos de poder, desigualmente poderosos en realidad y desigualmente reconocidos como principios de autoridad o signos de distinción legítimos (p. 317).

El sentido de la distinción, se basa en la búsqueda del máximo de “rentabilidad cultural” (p.267). Esta rentabilidad se maximiza mediante el establecimiento de una relación próxima con la cultura legítima y se encuentra representada por la clase dominante. Es precisamente esta proximidad la que provoca una relación cotidiana y por tanto despreocupada con actos como ir al teatro, conciertos de música clásica contemporánea etc. Esta clase social se encuentra en el mapa social donde se intersecciona una gran cantidad de capital económico con una no menos importante de capital cultural. Suele identificarse esta clase social por el hecho de recurrir frecuentemente en aquel tipo de ocio y consumo propios de “la clase ociosa” de Veblen, a saber, el ocio y consumo ostensible. Este tipo de actividades suponen una importante inversión en capital social y cultural por parte de este tipo de clases, y por tanto, proporcionan elementos distintivos de habitus que reproducen la cultura legítima en contraposición a otros habitus de clase. Es la clase dominante la que quiere poseer y posee la “cultura legítima” (p.280) y esto es lo que les confiere el más alto grado de habitus distinguido.

Por su parte, la pequeña burguesía puede ser caracterizada por su buena voluntad cultural. Esta es entendida como la distancia que se produce entre el conocimiento y el reconocimiento. Es decir, el pequeño burgués venera la cultura dominante, reconoce su valor como fuente de distinción social pero no participa de una relación estrecha con ella. Con asiduidad, la distancia entre el conocimiento y el reconocimiento, evidencia su falta de proximidad con la cultura legítima con lo que quedaría demostrada su alodoxia cultural. Este concepto recoge todos aquellos errores de identificación de la cultura legítima en las que se pone de manifiesto esta distancia. La cultura pequeñoburguesa genera una serie de subproductos de la cultura legítima que, por decirlo brevemente, son más baratos y producen el mismo efecto. El jazz en contraposición a la ópera (aunque últimamente, y según de que tipos de jazz hablemos, se puede considerar como gusto propio de cultura legítima), la divulgación en lugar de la ciencia… Es la pequeña burguesía la que juega un papel más serio en relación a la cultura dominante, ya que poseerla es el fin que pretenden conseguir y con ello alcanzar mayores cotas de distinción social, pero, al contrario de la gran burguesía no pueden permitirse una relación distendida con la cultura pues no existe una familiaridad tradicionalmente adquirida. Es por esta razón, por la que las expectativas se centran en el sistema educativo como fuente de provisión de esta relación y delegan, por tanto, en muchos casos la satisfacción cultural que no pueden conseguir en el presente en sucesivas generaciones que puedan cumplir el deseo de ascensión (y distinción) social. Por razones de espacio, no entraré aquí en los matices y diferenciaciones que existen en el seno de cada clase social.

Por su parte, el habitus de clase obrera se define por la elección de lo necesario. Es decir, se trata de la “necesidad hecha virtud”. Podemos advertir, aquí, cómo la cómo el habitus de clase puede desligarse de las condiciones de vida de la que es producto, de manera que aunque, los recursos materiales de los que dispongan aumenten notablemente, las prácticas estarán condicionadas por esta elección de lo útil, de lo funcional, de lo que, en definitiva “está hecho para ellos”. Las elecciones en materia cultural de esta clase social se justifican, entonces, en aquellas prácticas que consuetudinariamente se han establecido como propias de la gente de esa clase. De ahí viene la norma del principio de conformidad, que tiene su explicación en el sentido de que se trata de una llamada de atención a la gente de clases populares que tiende a revestirse de acciones propias del habitus pequeñoburgués. Viven en un “universo cerrado” (p.388) en el que las acciones sirven como refuerzo de la tradición y a su vez como negación de la vanguardia, que, en muchos casos es percibida como un ataque frontal contra el orden tradicional de “sus” cosas y efecto de las prácticas destructoras del propio grupo.

Estos tres modelos de la realidad en la que se divide el habitus son el ejemplo perfecto de cómo hasta los detalles más inadvertidos, que se producen en la interacción social, en cualquier ámbito, responden, sin duda a un orden propio de cada clase que es percibido como el “natural” en el seno de la misma. El revestimiento de sentido común de estas prácticas y elecciones dota al habitus del grupo de una consistencia muy difícil de transgredir. Asimismo, sugiere una jerarquización enclasante de habitus que es inconscientemente asumido como estructura mental en los diferentes grupos sociales y que, nuevamente, aparece como lo natural, lo obvio o incluso lo deseable.

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David Orta González
Otoño de 2004
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Introducción. La distinción. Criterios y bases sociales del gusto

Al parecer edición castellana de  La distinción. Criterio y bases sociales del gusto de Pierre Bourdieu, comparándola con la edición francesa, La distinction, Les edition de Minuit (1979), carece de la introducción. Gracias al trabajo desinteresado de Sociología Contemporánea y a la traducción de Óscar Martínez Gómez de la versión inglesa, podemos leer la introducción en castellano:

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Introducción. La distinción_Bourdieu
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Entrevista a Pierre Bourdieu (1991) – Parte 1

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Entrevista a Pierre Bourdieu (1991) – Parte 2

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Comentarios sobre La distinción de Bourdieu

El siguiente documento es un artículo de Matías L. Saidel publicado en Prácticas de Oficio. Investigación y reflexión en Ciencias Sociales, n° 5, diciembre de 2009.

Comentarios sobre La distinción de Bourdieu

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Otros recursos en la Red:

¿Quién teme a la naturaleza humana?

En Cisologhttp://cisolog.com/sociologia/quien-teme-a-la-naturaleza-humana/
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Por Javier Prieto González (Estudiante de Sociología en la UNED – C. A. La Laguna – Tenerife) y Rubén Crespo Gómez (Estudiante de Sociología en la UNED – C. A. Talavera de la Reina – Toledo).

El texto que se muestra a continuación es el resultado de la revisión y combinación de los trabajos por los autores arriba descritos realizados durante el curso 2010/2011 en grado de Sociología en la UNED, en la asignatura Metodología de las Ciencias Sociales.

Los trabajos se realizaron sobre el libro ¿Quién teme a la naturaleza humana? de los hermanos Castro Nogueira: Laureano, Luis y Miguel Ángel; publicado en 2008 en la Editorial Tecnos.1 Por lo interesante que nos ha parecido la propuesta metodológica para las ciencias sociales del nuevo paradigma bio-psico-social de los hermanos Castro, los textos originales de los dos trabajos han sido combinados y sintetizados con el fin de ofrecer una amplia y oportuna reseña amplia este magnífico libro.

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1. RESUMEN

La dimensión natural del ser humano, su naturaleza biológica y su origen evolutivo, constituyen una de esas incómodas evidencias que todo el mundo acepta pero que nadie sabe, realmente, cómo administrar.2

Con estas palabras los autores, un biólogo, un filósofo y un antropólogo social, comienzan el libro y dejan entrever, como punto de partida, las complejidades entorno al concepto de la naturaleza humana. Es este un libro, lleno de propuestas innovadoras, que tratará de reintroducir y revalorizar la noción de naturaleza humana en la ontología y la metodología de las ciencias sociales. Los hermanos Castro no han escatimado en el uso de firmes argumentos para rescatar el programa naturalista —no sin tomar las cautelas necesarias— y proponerlo como un desafío a las ciencias sociales para reabrir de nuevo el debate naturaleza-cultura (Naturaleza y Cultura han convivido como espacios separados durante bastantes siglos).

En el proceso de construcción de los cimientos de “lo social” como objeto específico, las ciencias sociales han olvidado y han dejado de lado el verdadero concepto de naturaleza. A partir de las recientes teorías en el ámbito de la Biología Neodarwiniana, de la Sociobiología (Wilson), de la Antropología Cognitiva (Sperber) y de la Psicología Evolucionista (Comsmiedes y Tooby), se retoma el programa naturalista como punto de partida para realizar una reconceptualización de los programas dominantes de las ciencias sociales, tanto en lo ontológico como en sus técnicas de investigación. Sólo así, las ciencias sociales y las humanidades lograrán desprenderse de las construcciones especulativas que habían elaborado hasta ahora sobre la naturaleza humana. A partir de una correcta reconsideración de la filogénesis de nuestra mente en concordancia con los principios de la selección natural será posible abordar empíricamente los fenómenos socioculturales. No obstante, los autores acotan debidamente el terreno de juego de la discusión y establecen los antecedentes y las limitaciones del programa naturalista. En este sentido se intenta evitar la interpretación ideológica de las teorías neodarwinistas para que no sean subsumidas por un nuevo darwinismo social.

Para una mejor comprensión de las ontologías sociales y de los procesos de socialización, los hermanos Castro proponen el programa de investigación naturalista, cuyos principios elementales son: a) considerarla cultura humana como un fenómeno singular, como parte de nuestra biología; b) reconocer el carácter adaptativo de la cultura; c) conocer la arquitectura mental de nuestra especie; d) explicar la cultura humana a partir de la filogenia y los mecanismos psicobiológicos. Se trata, en definitiva, de promover la integración de la investigación naturalista y social, pues todo asunto humano es siempre biosocial y nunca sólo biológico o sólo sociocultural.3

Por tanto, los autores desarrollan una teoría basada en la convicción de que existe en la naturaleza humana cualidades que nos hace ser un tipo especial de homínido, lo que denominan Homo suadens4, dotado de mecanismos psicobiológicos que le permite transmitir la información asimilada de generación en generación por la necesidad que tenemos de conseguir el reconocimiento de los demás y que nos lleva a aceptar como bueno aquello valorado socialmente como positivo y rechazar lo que se considera negativo. En este contexto, la cultura assessor (la del Homo suadens) es, junto a la selección natural y los procesos valorativos del sistema límbido, un sistema con capacidad para generar asimetrías en las conductas sociales. Los individuos assessor están diseñados para interpretar en clave valorativa las conductas, normas y creencias que siguen: lo que un grupo social hace es lo que se debe hacer.5

A lo largo del libro se hace una extensa crítica al Modelo Estándar (paradigma dominante) de las ciencias sociales, pues éste ofrece una visión del hombre y de la sociedad donde la mente humana es concebida como una tabla rasa6 (El buen salvaje / John Locke). De esta manera todos los problemas sociales serían resueltos a través de un esfuerzo orientado hacia la socialización y la educación. Esto es lo que los autores llaman la trampa ilustrada, ya que no se puede admitir que “lo social” anteceda siempre temporalmente y ontológicamente al individuo. En este sentido, el libro supone un enfrentamiento con la ontología sociológica prevalente que han venido desarrollándose desde los padres fundadores hasta hoy. En el capítulo 13 se hace, desde la perspectiva micro-ontológica del Espacio-Tiempo Social, un examen crítico sobre El suicidio de Emile Durkheim y La distinción de Bordieu. Éste último recibe un tratamiento más fino debido a la noción de habitus7, de la cual fue su creador Bourdieu. Pero el habitus sería una herramienta teórica inutil sino se ve completada con otra, el fluxus (la dimensión bio-psico-social). Por tanto, la vida social debe de entenderse en el eje habitus-fluxus. La conducta social de los individuos de una comunidad con cierta base de creencias, no se sometería —como sostenía Bourdieu— a una representaciones del mundo impuestas sobre ellos y que traspasarían su subjetividad social, sino, más bien, obedecería a una condición natural de implegarse afectivamente con otros con los que se compartiría en estar en flujo.

En oposición al paradigma constructivista y rechazando los supuestos holistas y atomistas, los autores se posicionan en cierta forma de relativismo ilustrado, es decir, una propuesta metodológica —no exenta de dificultades— que combine diferentes planos analíticos: biológico, neurológico, cognitivo, psicológico, social y cultural. De esta manera, lo que ha omitido desde sus inicios la teoría sociológica es la disposición antropológica para generar plikas, burbujas e impliegues8 en los cuales el individuo habita. El ser humano crea burbujas, microclimas autógenos que le procuran placer, un placer que refleja la capacidad antropológica del ser humano para generar bienestar cultural. La adhesión a creencias está relacionado con un entrar en flujo a través de espacios atmopoiéticos y sinneónticos9 con otros a los que se uniría por medio de ellos.

El libro se estructura en cuatro partes bien diferenciadas, aparte de la Introducciónque es un resumen de la obra, breve en extensión pero amplio por la densidad conceptual (sienta las bases a la vez que se exponen los elementos clave). En la primera parte se explora los fundamentos básicos del programa naturalista; la segunda parte gira entorno a la tesis central del aprendizaje assesor propio del Homo suadens; la tercera parte —en la que nos centraremos en los siguientes epígrafes— trata de presentar el programa naturalista como un reto a las ciencias sociales. De un lado se presentan las críticas al Modelo Estándar (ME) de las ciencias sociales, sobre todo por parte de la Psicología Evolucionista (PsE), y por otro lado, se aborda la reconceptualización que debe afrontar toda investigación sobre los fenómenos socioculturales. Una refundación que exige cuatro cuestiones primordiales: a) la naturaleza del vínculo social y su proyección en la ontología del Espacio-Tiempo Social (ETS); b) los procesos de socialización y aprendizaje (el habitus y los procesos microsociales de subjetivación); c) una nueva fenomenología de las creencias; d) examen adecuado de los fenómenos emocionales imbricados en los vínculos sociales primordiales. La cuarta parte y última es un profundo ensayo metafísico sobre el Homo suadens.

2. PRINCIPALES CONCEPTOS, TÉRMINOS Y CATEGORÍAS10

2.1. Críticas al Modelo Estándar de las ciencias sociales

Los defensores del programa naturalista creen en la refundación de las disciplinas sociales y proponen un profundo ajuste sobre los cimientos de las mismas. En este sentido, la mayor parte de las críticas alModelo Estándar ha venido de la mano de los psicólogos evolucionistas. Se denuncia el grave error cometido por las ciencias sociales al asumir nuestra mente como una tabla rasa infinitamente moldeable. Cosmides y Tooby analizan los elementos básicos del paradigma teórico y metodológico dominante en las ciencias sociales (ver Anexo I) y reducen a tres los fallos estructurales del ME: a) la lógica central del ME descansa sobre concepciones anticuadas y erróneas del desarrollo mental; b) el ME reposa sobre una defectuosa comprensión del viejo debate naturaleza-cultura: mantener viva la oposición entre determinismo genético y determinismo ambiental como si fuera un juego de suma cero; c) el ME requiere de una psicología imposible, es decir, se busca un modelo de capacidades cognoscitivas de propósito general. A tales interpretaciones erróneas del ME, Cosmides y Tooby proponen un nuevo sistema conceptual de la naturaleza humana: el Modelo Causal Integrado (MCI) (ver Anexo II).

Las críticas que formulan Cosmides y Tooby desde el marco dela PsicologíaEvolucionista(PsE), nos dirán los hermanos Castro, son acertadas, sin embargo resultan incompletas ya que no se hace un análisis suficiente de las condiciones históricas y epistemológicas que propiciaron la génesis y la dominación del ME.

Los principios del ME se fundamentaron en la facticidad de los social, un factum que pocos teóricos sociales se atreven a cuestionar: que lo social antecede a lo individual lógica, ontológica y temporalmente y que el individuo es un complejo producto de sus anclajes sociales11. No obstante, la psicología evolucionista ha encontrado argumentos razonables como la hipótesis de la modularidad de dominio específico: la mente humana está constituida por módulos originados por nuestra filogénesis derivada de las presiones selectivas que tuvieron lugar en los ambientes más ancestrales. Dichos módulos emergieron adscritos a dominios específicos (resolución de problemas adaptativos al ambiente). Aunque las condiciones ambientales en las que se encontraban vinculados han cambiado, tales módulos siguen activos en nuestros cerebros. No obstante, el manejo empírico de esta hipótesis no es nada fácil si se tiene en cuenta que la reconstrucción de la modularidad de dominio específico debe extender su análisis en un proceso que recorre millones de años.

Otra hipótesis también muy interesante es la modularidad masivasi existe evidencia favorable a la especificidad de dominio, no es menos evidente que existen capacidades generales que recorren transversalmente nuestras habilidades cognitivas (razonamiento, memoria, motivación, etc.)12. No obstante, esta hipótesis no está exenta de la necesidad de tomarla con prudencia, de lo contrario se puede caer en el empleo falaz de los vínculos entre estructuras modulares universales y fenómenos culturales universales; tal como pasa con el sofisma “culturaleza” cuyo ejemplo se presenta notablemente en la polémica obra La tabla rasa13 de S. Pinker (ver Anexo III).

Los hermanos Castro describen que el ME es el resultado de la voluntad de poder que impulsó el nacimiento de las nuevas ciencias sociales. Las nuevas disciplinas (sociología, antropología, economía, historia, etc.) tuvieron que librar duras batallas —a nivel teórico y pragmático— para definir sus objetos de estudio y sus campos académicos. Esta es la razón por la que las ciencias sociales y las humanidades se distanciaron de la biología, la fisiología y la psicología. Por otro lado, dicho distanciamiento se produjo también como consecuencia de la contaminación ideológica (intereses ideológicos racistas, xenófobos y elitistas) del pensamiento naturalista que representó el darwinismo social durante la segunda mitad del siglo XIX.

Las ciencias sociales fueron postulando una noción de la naturaleza humana a la medida de su interpretación de la facticidad y el orden que caracteriza al superorganismo cultural. Es en este proceso de inferencia donde las ciencias sociales han construido una imagen tergiversada de la naturaleza humana. Fue Durkheim el protagonista que impulsó el giro copernicano de las ciencias sociales, presentando, tras las apariencias de la facticidad de la vida psíquica individual y del orden natural del mundo, un nuevo conjunto de fuerzas y significaciones sociales. Durkheim intentó dotar a la ciencia social de un objeto propio, el hecho social. Frente a las estrategias psicologizantes e individualistas, Durkheim defendió la explicación de lo social por lo social. Su realismo social no sólo pretendía acreditar epistemológicamente la nueva ciencia de la sociedad, sino hacerse un lugar entre los discursos científicos de la época14, de lo cual deja constancia en su obra Las reglas del método sociológico (ver Anexo IV).

La génesis y el estatuto ontoepistemológico de los conceptos han significado siempre un asunto crucial en la filosofía del conocimiento desde los clásicos. Entorno a esta cuestión se habían mantenido tres posiciones: a) los conceptos son representaciones de realidades ideales cuya existencia se tiene como origen objetivo de la representación (realismo platónico-aristotélico); b) los conceptos son términos que designan un conjunto de impresiones constantes que proceden de la percepción sensible (nominalismo empirista); c) los conceptos tienen un origen empírico pero se encuentran vinculados por el entendimiento de categorías a priori que construyen el corpus cognitivo del sujeto trascendental. Pero la sociología de Durkheim supone un nuevo giro a esta gran cuestión al definir los conceptos y las categorías en función de su procedencia social: el hombre se nutre y se sirve de un orden categorial que le antecede y que se dispone ante él como convención15. En palabras de Salvador Giner: Poseemos sensaciones y experimentamos deseos, pero los ordenamos conceptualmente según lo que el mundo social nos impone, aunque pensemos que sean nuestros.16

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2.2. Alternativas al Modelo Estándar de las ciencias sociales

La ontología social tradicional del ME necesita una insondable reconceptualización que supere las contradicciones de los binarismos clásicos: holismo-individualismo, micro-macro, cuantitativo-cualitativo, producción-reproducción… El dualismo imbricado en la teoría social necesita repensar la verdadera naturaleza humana como una naturaleza bipolar de lo social. Según los hermanos Castro, se debe empezar por negar su facticidad, tal y como ésta ha sido considerada en la tradición sociológica.

A partir de los nuevos avances del programa naturalista, es posible refundar los paradigmas teóricos de las ciencias sociales. No obstante, antes hay que aclarar cierta contradicción crucial que supone las dos direcciones a las que apunta la investigación naturalista. Por un lado afirma la existencia de una naturaleza común universal; y del otro, indica que el Homo suadens está instalado en un mundo de representaciones y prácticas moldeadas con muchos relieves, aristas y asimetrías. Los autores atribuyen esto a una forma de relativismo ilustrado (no confundir con relativismo constructivista):

La lógica del aprendizaje assesor que caracteriza a Homo suadens constituye, por una parte, la condición de posibilidad de la facticidad y objetividad de lo social porque éstas, antes que el producto voluntarioso de una abstracción científica de segundo orden o de la constitución ontológica de lo real, son propiedades de nuestra mecánica cognitiva y, por otra parte, en la medida en que como tal mecanismo no se encuentra sujeto a restricciones de contenido —salvo las relativas a predisposiciones psicobiológicas instalas en nuestra filogénesis—, hace posible la producción y circulación de los más variados y contradictorios conjuntos praxeológicos.17

Los autores convienen la tarea urgente para las ciencias sociales de dotarse una genuina fenomenología de las creencias, puesto que las creencias son la forma primigenia de todo saber. Sólo así se entenderá la radical importancia del bienestar psicobiológico porque éste ha estado siempre en la filogénesis de nuestra especie y es el que promueve el aprendizaje social.  El bienestar debe ser incorporado al análisis como variable esencial para la explicación de los procesos sociales a través de los cuales atribuimos sentido a nuestra existencia.

Por otro lado, en post de una desconstrucción del ME y para un mejor entendimiento del Homo suadens y el bienestar en la cultura, se analizan el Espacio-Tiempo Social (ETS)18 y los procesos de subjetivación. En los procesos de subjetivación (configuradores de individuos o sujetos) existen tres elementos de orden histórico-cultural: Socius, Corpus y Animus; y dos elementos de orden psicobiológico: Habitus y Fluxus. (Se podrá ver una definición de cada elemento en el Anexo V).

El Habitus (la dimensión psicobiológica) y fluxus (la dimensión bio-psico-social) constituyen los anclajes psicobiológicos responsables del mantenimiento de la realidad social: realidad formateada por las complejas tramas de racimos espacio-temporales (plektopoi) en los que habitamos verdaderamente los hombres. Habitus y fluxus despejan de una vez por todas la dimensión espacio-temporal de la naturaleza humana que las ciencias sociales han de volver a repensar seriamente si no quieren seguirse viendo en lagunas tautológicas fundadoras.

Concluirán los autores que existen tres espacio-tiempos decisivos para el hombre y la naturaleza humana: a) plektopoi19 o pliegues del ETS, diferentes en cada época histórica de la cultura; b) burbujas20 oimpliegues y plikas21 (espacios-tiempos locales y pragmáticos de valores compartidos y de topología variable y a menudo efímera); c) los espacios mentales (virtuales) de cada sujeto en cuyo seno habita simulando y escaneando los dos espacios anteriores. Este último es anterior a los otros dos en la filogénesis humana y la auténtica condición de posibilidad.

En el último capítulo de la tercera parte del libro, se exponen, desde una perspectiva nano-ontológica, los errores teórico-conceptuales de El Suicidio de Durkheim y La distinción de Bourdieu. En el primero se mostrará como Durkheim manipula categorialmente el concepto de imitación para dejar la estrategia psicologizante lejos del objeto de estudio que ansiadamente pretendía para la nueva disciplina, la Sociología. A partir de los análisis de R. Ramos22, se llegará a la conclusión de que el mayor error metodológico de Durkheim fue, por un lado, no haber definido operacionalmente las supuestas corrientes suicidógeneas que atraviesan la sociedad fruto de grandes transformaciones y crisis sociales anómicas y, por otro lado, no haber analizado sus efectos en los tejidos microsociales. De haber procedido así, habría explicado las diferencias en las tasas de suicidio de los diversos países europeos que él mismo analizó. En cuanto a La distinción, se concluye que Bourdieu no fue capaz de captar las dimensiones críticas a través de los verdaderos plektopoi de la experiencia.

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3. DISCUSIÓN CRÍTICA

Una reflexión de los hermanos Castro alejada del habitual tratamiento por parte de las ciencias sociales, del malestar en la cultura, centrando su atención en el bienestar, logrando con ello alumbrar las áreas sombrías de cada programa de investigación tratado en la obra ¿Quién teme a la naturaleza humana? Homo suadens y el bienestar en la cultura: Biología evolutiva, metafísica y ciencias sociales.

En el conjunto más amplio de las ciencias sociales, la Sociologíajunto la Antropología, la Economía, etc., se ocupan de un campo de realidades humanas de la que también trabajan otras ciencias del comportamiento, como la Psicología. Losmás recientes estudios sobre psicología evolutiva y transmisión cultural apuntan que la verdadera clave de la hominización no estuvo apoyada en la emergencia de la razón y el lenguaje, sino en las sólidas sensaciones de placer que cargan ciertas conductas, fundamento de aprendizaje social, cuando son elementos de aquiescencia por el grupo. El bienestar que nos arropa, nos habita, nos configura, en una escasez de burbujas y envolturas compartidas trabadas por el deseo del deseo de los otros. Se trata de representaciones imbuidas en un aprendizaje social de deseos y emociones enlazados a placeres/displaceres del sistema límbico, ejercitados en el ámbito de la sexualidad humana como en el de otros instintos básicos23. El placer antropológico generador de bienestar cultural, es decir, el anhelo en configurar una mejor vida con otros24.

Desde la esencia del Homo suadens, la representación de nuestra naturaleza, podemos discernir el alcance de bienestar y su lógica en la dinámica social. La transmisión cultural assessor, se conforma en una lógica más empírica y firme cuando se trata de explicar los fenómenos de aprendizaje que determinan a Homo suadens. La constitución en la articulación básica para dar cuenta de la cultura como sistema de herencia, radica en las creencias y prácticas adquiridas mediante el aprendizaje, transmitiéndose por medio de la aprobación y reprobación de la conducta. Una discusión que proponen los autores, en la complejización de las relaciones entre las ciencias sociales y la naturaleza humana, fuera del sinoptismo del ME. En la que tratan de explicar el desarrollo de las ciencias sociales bajo tres tesis básicas:

  1. La contradicción y divergentes representaciones de la naturaleza humana.
  2. La idea de naturaleza humana en reflejo a las tradiciones teóricas proyectadas a las necesidades teóricas y metodológicas de cada autor.
  3. La necesidad que las ciencias sociales y las humanidades se acerquen a las investigaciones naturalistas, fundamentalmente la de la biología evolucionista y de las ciencias cognitivas, pues de este modo serán capaces de cristalizar adecuadamente nuestra naturaleza común.

Las ciencias sociales se sitúan en el tratamiento de los fenómenos culturales, como poblacionales, la expresión ecológica de la dinámica de las representaciones. La cultura es una herramienta metodológica que nos permite situar y precisar la verdadera naturaleza y contenido de lo social, una segunda naturaleza que desborda el elemento biológico, y externo a las conciencias individuales. Fenómenos éstos que deben ser considerados como producto de la interacción entre los dispositivos evolucionados de nuestra mente y las circunstancias ambientales. La conceptualidad del término ha sido considerado como el de mayor importancia parala Sociología. Lacultura presenta diferentes aristas y contenidos, pudiendo identificarse el componente socio-estructural, un referente conductual y una base material. Los conceptos cultura y sociedad se establecen como conceptos íntimamente imbricados, cuyo sentido no puede entenderse cabalmente si no es en su reciprocidad relacional.

El concepto de cultura en las ciencias sociales es más concreto, es un todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad. La cultura se ha entendido, básicamente como elemento de determinación de las conductas, como mecanismo adaptativo, como sistema coherente, como comportamiento pautado. Donde se engarzan todos los elementos materiales, cinéticos y psíquicos inherentes a la misma. Una articulación institucionalizada en mecanismos de comportamientos societarios, donde el hombre se configura como artífice y esclavo de sus propias creaciones, un recipiente vacío y pasivo (Cosmides y Tooby 1992). Un producto de su cultura, en la que el hombre se educa, en que las acciones individuales, exceptuando las referidas con fines biológicos, obedecen a causas que se hallan en la propia cultura.25 Un intento de los autores en llegar a un punto sin observar, inescrutado, con el interés en ocuparse de la estructuración y desestructuración de la naturaleza humana y su cultura, con un espíritu metafísico e innovador, en otorgar una tangibilidad a la policromía de todas las realidades y enfoques existentes. Emerge pues, el sistema teórico y metodológico de la Psicología Evolucionista; el Modelo Estándar de las Ciencias Sociales. La psicología evolucionista preserva la naturaleza biológica común a todos los seres humanos, pero con un papel más activo de los mecanismos innatos en la génesis de la cultura. Y como objetivo determinar cómo influyen los módulos cognitivos, como adaptaciones al modo de vida cazador-recolector de nuestros antepasados, en la cultura. Sirviéndose de ésta para averiguar qué clase de dispositivos psicológicos la han hecho posible.26

El ME de las ciencias sociales es un tipo ideal weberiano que no puede complacer enteramente a la cientificidad social. Un potente marco de pensamiento que ha determinado las fronteras y aptitudes de la investigación en las ciencias sociales, fundamentalmente la antropología y la sociología. Las teorías actuales apuntan a desarrollar las bases de una naturalización de los valores; la tesis del Homo suadens, desbaratando la perspectiva de falacia naturalista de Hume, en la introducción del método de las ciencias naturales en materia de moral.27 La idea de naturaleza humana que opera el modelo estándar delinea al ser humano, continuando a Locke, como una tabla rasa sometida por las diversas tradiciones culturales en la que se localizan sumidos los individuos.28 Este modelo según John Tooby y Ledas Cosmides, alude a una concepción de las sociedades humanas según la cual lo social sólo puede explicarse por lo social (lo cultural por lo cultural), y apartado de otras magnitudes de orden psicobiológico (Castro 2008:772).29Pinker va más lejos y refuta esta última concepción y propone que tenemos que averiguar sobre el funcionamiento de la mente y su subordinación con la naturaleza humana, indefectible para comprender el germen y dinámica de las transformaciones culturales y sociales, puesto que inequívocamente sin naturaleza no existe cultura.

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4. CONCLUSIÓN

La cultura es la que ha conformado y conforma la personalidad humana, la que permite su supervivencia y desarrollo, en cuanto a mecanismo útil de adaptación al medio. En una realidad cultural polimórfica, es necesario establecer la dinámica de diversas observaciones de la misma, y desde las perspectiva de las ciencias sociales, tener muy en cuenta la lógica biológica y cultural. Fundamentalmente la parte tercera de este libro como su fase introductoria, que es la que se nos solicita tratar en este ejercicio, hace un estudio pormenorizado en proponer un modelo, como el impacto del mismo; de la naturaleza humana semejante a la vez opuesta; del que plantea el programa naturalista, la naturaleza de Homo suadens.

Las fuerzas culturales son tan poderosas que pueden llegar a anular y reorientar otras predisposiciones genéticas; el factor cultural se ha alzado por encima del biológico. El reconocimiento minucioso en la propuesta y en el interés de conciliar por parte de los hermanos Castro Nogueira, con las disciplinas de la biología evolutiva, la metafísica y las ciencias sociales, hacen de este ejercicio, una decidida y variada proyección de manifestaciones, desde la lógica darwinista, por el pretendido lazo biología/cultura. Una cultura como un producto de nuestra naturaleza, de nuestro desarrollo cerebral.

A lo largo del texto, se resume una tarea harto complicada de ejecutar; la de tratar de hilvanar los diversos discursos sobre la cultura y sus soportes conceptuales, como la exposición del Modelo Estándar de las ciencias sociales y la tesis de Homo suadens. Siempre desde la amalgama dialéctica de naturaleza humana/cultura, y hasta qué punto se imbrica en el orden biológico toda nuestra expresión y sentir cultural. La reanudación del programa naturalista, en su génesis en la biología darwinista y su engarce con la cultura, todo esto con la decidida intención de mostrar una amplia batería de pensamientos e intentando reconstruir las ciencias sociales, en la búsqueda de tratar ciertas realidades que abandonaron; lo olvidado por las Ciencias Sociales, y que se deben observar estableciendo para ello, modelos que resuelvan estos vacíos.

Un ejercicio teórico que abraza la biología como la filosofía, por el interés en la exploración de que a continuación del bienestar cultural subyacen las “burbujas”, estimulantes para nosotros. Un alegato onto-epistemológico por el cual se señala el interés en el que las ciencias sociales y las humanidades se aproximen a las investigaciones naturalistas, ubicando el objeto de observación, a los fenómenos culturales, resultado de la correlación de los mecanismos evolucionados de nuestra mente y las condiciones ambientales.

En conclusión, los hermanos Castro Nogueira hacen un importante balance de los progresos del programa naturalista y de su capacidad para abordar los fenómenos sociales a partir de factores psicobiológicos. En este sentido, las ciencias sociales, en una tarea de refundación, deben retomar el concepto de la naturaleza humana y reincorporarla a una perspectiva biosocial. Sólo así se podrá dar cuenta de una forma más pertinente la explicación de los fenómenos socioculturales.

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ANEXO I. Elementos básicos del paradigma teórico del ME de las ciencias sociales según Cosmides y Tooby

  1. El ME no niega la naturaleza animal del ser humano. Admite que la cultura y la vida social resultan de nuestra particular constitución biológica, pero tal constitución no determina ni la cultura ni la vida social.
  2. La cultura de cada grupo es mantenida y transmitida en y por el grupo, de generación en generación y de forma continua, a través del aprendizaje y la enseñanza.
  3. Las diferencias entre grupos humanos no pueden ser explicadas por la genética, pues ésta es común a todos los miembros de la especie.
  4. Los adultos muestran profundas diferencias de comportamiento y organización mental
  5. El nivel sociocultural es autónomo y autocausado. La causa de los hechos sociales ha de buscarse en otros hechos sociales, no en los individuos o en sus experiencias psicológicas.
  6. La psicología individual puede ser considerada como un sistema de engranajes que hacen posible el aprendizaje y permiten la acción de la cultura sobre la mente de cada individuo.
  7. La selección natural ha reemplazado en nuestra especie los sistemas genéticos especializados de las demás especies. La cultura desmonta el componente biológico, la supera y se presenta como una segunda naturaleza.

ANEXO II. El Modelo Causal Integrado (MCI) de Cosmides y Tooby

Se trata de un nuevo sistema conceptual de la naturaleza humana frente al ME de las ciencias sociales y que mantiene las siguientes tesis:

  1. La mente humana se forma por un conjunto de mecanismos de gestión de la información contenidos en el sistema nervioso.
  2. La mayoría de estos mecanismos cumplen específicamente funciones adaptantes a los problemas ambientales (elección de pareja, aprendizaje del lenguaje, etc.)
  3. Estos mecanismos se presentan como sistemas modulares de contenido específico.
  4. Los mecanismos de contenido específico de tratamiento de la información  crean una parte del contenido particular de la cultura humana.
  5. Estos contenidos circulan de unas mentes a otras en forma de representaciones. Tal circulación es posible por la imitación, el aprendizaje, la enseñanza y gracias a nuestra compleja arquitectura mental (mecanismos cognitivo-representativos análogos).
  6. Este sistema de producción y circulación de representaciones da lugar a fenómenos epidemiológicos en los que las representaciones se mueven a partir de dos clases de factores: cognitivos (las características de nuestra estructura mental evolucionada) y locales (ecológicos, económicos, demográficos, técnicos).

ANEXO III. La Tabla Rasa de Pinker

La tabla rasa30 es un ensayo crítico hacia los confusos e interesados modos en que la noción de naturaleza humana ha sido usada por las ciencias sociales y las humanidades. Con el título de La tabla rasa Pinker hace referencia a la idea que la mente humana carece de una estructura inherente y que la sociedad puede escribir en ella a voluntad. Esta doctrina, contraria a cualquier forma de innatismo y a la consideración del instinto como elemento relevante en la explicación del psiquismo y el comportamiento humanos, es para su autor la base fundamental del ME de las ciencias sociales.

La defensa a ultranza que Pinker hace del proceso que la herencia desempeña en la génesis de la conducta y el pensamiento humano no puede evitar cierta tendencia descontrolada a identificar estructuras cognitivas y emocionales modulares, dando lugar a una productividad inflacionaria de universales cognitivo-culturales. Pinker recoge una lista de hasta 400 universales culturales ligados a estructuras modulares de nuestro cerebro. Como programa de investigación resulta interesante por su capacidad heurística, pero no puede ser admitido como una descripción empírica de nuestra arquitectura mental, pues el análisis de la herencia de los caracteres no puede seguir otro camino teórico y metodológico que el del estudio particular de cada caso.

El término “culturaleza” parte del sofisma de identificar el éxito o fracaso de un fenómeno socioeconómico directamente relacionado con la misma naturaleza humana. Así, por ejemplo, la culturaleza comunista sería incompatible con la condición humana. Como dice Wilson, el marxismo sería una teoría magnífica aplicada a una especie equivocada. Pinker interpreta que la ambición de rehacer la naturaleza humana convirtió a sus líderes en déspotas totalitarios y en asesinos de masas.

En este último sentido, Pinker muestra sus intenciones de ajustar cuentas con el nazismo y los regímenes comunistas en términos de incompatibilidad con la verdadera naturaleza humana. Al final, Pinker no esconde cierta admiración por el neoliberalismo que incluso supone que es el más compatible con la naturaleza humana.

Hay que decir que las hipótesis de Pinker han sido analizadas por Jose Antonio Nieto y Luis Castro Nogueira31 en otro ensayo anterior. Los hermanos Castro comparten con Pinker el deseo de que las ciencias sociales asuman el proceso de evolución humana tal como es descrito por la biología actual y reflexionen sobre nuestro origen a partir de esa referencia fundamental, pero discrepan el modo en que Pinker explica el recelo de las ciencias sociales al origen de lo biológico.

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ANEXO IV. La Sociologíade Durkheim y Las reglas del método sociológico.

Emile Durkheim es el autor que mejor representa el deseo de construir la ciencia social sobre la decisión consciente de tomar los hechos sociales como cosas, en su exterioridad y poder coercitivo sobre el individuo. De todo ello Durkheim, y como padre fundador de la Sociología, da cuenta en su obra Las reglas del método sociológico:

La sociedad no puede concebirse como la mera agregación de individuos. Lo social exige la presencia de ciertas funciones y son éstas las que constituyen su ser. La división del trabajo no afecta a los individuos sino a alas funciones sociales que ellos desempeñan y mientras estas funciones se hallen presente, aunque se encuentren distribuidas de manera diferente, la sociedad seguirá existiendo y, si cabe, aún más intensamente.

La ciencia social no puede progresar por la vía de la investigación de las condiciones psicológicas individuales pues, aunque lo social exige lo individual, lo supera. El individuo es condición necesaria de la vida social en tanto que materia prima sobre la que trabajan las fuerzas sociales, pero su contribución consiste en actitudes muy generales y sumamente plásticas, incapaces por sí mismas de dar lugar a la esfera social. Las representaciones, las emociones y las tendencias colectivas no surgen de los estados de conciencia individual; antes bien, son estos los que se ven producidos por aquellas.

La socialización es, en sí misma, el medio a través del cual el individuo adquiere su condición de tal, emergiendo sobre ese sustrato biológico indiferenciado que es la naturaleza humana hasta llegar a constituirse como una personalidad social. El alcance del proceso de socialización se muestra en toda su profundidad al considerar la construcción social del conocimiento.

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ANEXO V. Definición de los cinco elementos de los procesos de subjetivación.

  • Elementos de orden histórico-cultural:
  1. Socius (compañero en latín): es la dimensión de la complicidad social y afectiva (inseparablemente) de cualquier proceso de subjetivación. El Socius hace referencia a las prácticas y relaciones sociales y muy especialmente a las sintonías empáticas que constituyen las burbujas o impliegues en los que se alojan psicoespacialmente los hombres. El Socius se halla radicalmente condicionado por las estructuras sociales pero no se disuelve en ellas. ElSocius no existe sin Corpus ni Animus.
  2. Corpus (cuerpo, en latín): es la dimensión pulsional, instintiva y orgánica, inseparable de los dispositivos emocionales objeto de aprendizaje histórico-cultural (reivindicada por N. Elías y M. Foucault). El Corpus no existe sin Socius ni Animus.
  3. Animus (alma, en latín): es la dimensión imaginaria tanto a nivel colectivo como individual. No existe sin Socius ni Corpus.

  • Elementos de orden psicobiológico:
  1. Habitus (hábito, en latín): es la dimensión psicobiológica (introducida por Bourdieu) que explica ciertos aspectos entrópicos de la reproducción social.
  2. Fluxus (flujo, en latín): es la dimensión bio-psico-social (introducida por Sloterdijk como burbujasy los hermanos Castro como impliegues y/o plikas32 ) responsable de la empatía y fascinación compartidas, las derivas psico-socio-afectivas y el mutuo entretejerse de unos hombre con otros en un entrar en flujo.

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NOTAS

  1. CASTRO NOGUEIRA, Laureano; Luis y Miguel Ángel (hermanos). (2008): ¿Quién teme a la naturaleza humana? Madrid: Tecnos. []
  2. CASTRO NOGUEIRA, Laureano; Luis y Miguel Ángel (hermanos). (2008): ¿Quién teme a la naturaleza humana? Madrid: Tecnos. p. 19. []
  3. Ibíd. p. 21. []
  4. De suadeo: aconsejar, aprobar. []
  5. Ibíd. p. 209. []
  6. En filosofía, tabula rasa o tabla rasa hace referencia a la tesis epistemológica de que cada individuo nace con la mente “vacía”, es decir, sin cualidades innatas, de modo que todos los conocimientos y habilidades de cada ser humano son exclusivamente fruto del aprendizaje a través de sus experiencias y sus percepciones sensoriales. []
  7. El concepto de habitus es una de las contribuciones fundamentales de Pierre Bourdieu a la sociología y uno de los términos clave de su construcción teórica. Este concepto, no obstante, no ha sido inventado por él: se remonta a Aristóteles: habitus es la traducción latina que Aquino y Boecio dan al concepto aristotélico de hexis. En estos autores, el habitus juega un papel clave como término intermedio, por un lado, entre el acto y la potencia -mediante el habitus se transforma la potencialidad inscrita genéricamente en los seres en una capacidad concreta de realizar actos-, y por otro, entre lo exterior y lo interior -explicaría la interiorización de lo externo, ligando así la historia pasada a las actualizaciones presentes-. Esta problemática sería desarrollada, ya en nuestro siglo, fundamentalmente por la fenomenología -Husserl y Merleau-Ponty- que proporciona ya una teorización sistemática -pero siempre en términos de percepción y acción individual- del concepto proporcionando unos análisis de la percepción y la acción individual que serán retomados por Bourdieu. Por otro lado, el concepto se encuentra también en la obra de algunos sociólogos clásicos: Durkheim, Mauss y Weber lo utilizan -sin definirlo ni teorizarlo-; y otros autores, como Mannheim, utilizan conceptos -en su caso “estratificación de la experiencia”- muy similares en su función teórica. Sin embargo, es en Bourdieu donde el habitus va a recibir al mismo tiempo una formulación sistemática y sociológica. Véase más sobre el concepto de ‘habitus’ en el Diccionario Crítico de las Ciencias Sociales []
  8. Espacio-tiempos locales y pragmáticos (cotidianos) de valores compartidos y de topología variable y a menudo efímera. []
  9. Se trata de términos propios de los autores: atmopoiésis sería como un metainvernadero del ser; y sinneontes son aquellos que respiran juntos (intercambian fluidos). []
  10. En este apartado se analiza la tercera parte del libro: El desafío naturalista a las ciencias sociales y, a lo largo de los cinco capítulos de que se compone, se recogen las principales críticas y alternativas que el programa naturalista ofrece al Modelo Estándar de las ciencias sociales. []
  11. Ibíd. p. 245 []
  12. Ibíd. p. 247 []
  13. Pinker, S: La tabla rasa, Paidós, Barcelona 2005. []
  14. CASTRO NOGUEIRA, Laureano; Luis y Miguel Ángel (hermanos). (2008): ¿Quién teme a la naturaleza humana? Madrid: Tecnos. p. 270. []
  15. Ibíd. p. 272 []
  16. Giner, S.: Teoría sociológica clásica, Ariel, Barcelona, 2001, p. 248. []
  17. CASTRO NOGUEIRA, Laureano; Luis y Miguel Ángel (hermanos). (2008): ¿Quién teme a la naturaleza humana? Madrid: Tecnos. p. 288. []
  18. Los conceptos fundamentales del ETS se recogieron anteriormente en la obra: CASTRO NOGUEIRA, L.: La risa del espacio, Tecnos, Madrid, 1997. []
  19. Plektopoi: racimos de espacio-tiempos (a la vez materiales e imaginarios, a la vez sociales y personales) plegados por n dimensiones que se entrelazan y repliegan entre sí de modo tan irreductible como impredectible y enigmático. []
  20. Burbujas (Sloterdijk, 2004): son el entretejido extático de los sujetos en el espacio interior común donde se nutren mudamente aquellos que viven en verdad juntos. []
  21. Los hermanos Castro denominan impliegue a todo proceso bio-psico-social de entretejerse afectivamente unos individuos con otros y plika (de im-plicarse o im-plegarse) a la culminación de ese proceso con la formación de verdaderas comunas amnióticas (Sloterkijk) dotadas de altos niveles autoinmunológios y eficaces mecanismos de protección, cierre y clausura. []
  22. Ramos, R.: Un tótem frágil: aproximación a la estructura teórica de El suicidio, REIS, nº 81, 1998. []
  23. Vid. Castro Nogueira L. et alia. Metodología de las Ciencias Sociales. Una introducción crítica. Tecnos. Madrid 2008. []
  24. Vid. Carretero A. “Athenea Digital”. Nº 16, pp. 153-156 Barcelona (otoño 2009) reseñas. []
  25. Vid. Castro Nogueira L. et alia. “Darwinismo y ciencias sociales: Una interpretación evolucionista de la cultura”. Ludus Vitalis, vol XVII, nº 32, 2009, pp.281-306 []
  26. Vid. Castro Nogueira L. et alia. “Quién teme a la naturaleza humana”. Revista de libros, nº 102, Madrid junio 2005 []
  27. Vid. Álvarez R., Castrozeda C. “Darwin y nosotros, tal como estamos”. Énxoda: Series Filosóficas, nº 24, 2010, pp. 9-17. UNED, Madrid. []
  28. Vid. Castro M. et alia. “Evolución y cultura: Una aproximación naturalista a las ciencias sociales. Éndoxa nº 24, 2010, pp. 219-245. UNED. Madrid. []
  29. Vid. Castro Nogueira L. et alia. Metodología de las Ciencias Sociales. Una introducción crítica. Tecnos. Madrid 2008. []
  30. Pinker, S: La tabla rasa, Paidós, Barcelona 2005. []
  31. Nieto, J. A. y Castro Noguerira, L.: El cableado neuronal innato de Pinker repudia la cultura: intertextualidad e ínter sexualidad, en Empiria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales, nº 11, pp. 133-173, 2006. []
  32. Los hermanos Castro denominan impliegue a todo proceso bio-psico-social de entretejerse afectivamente unos individuos con otros y plika (de im-plicarse o im-plegarse) a la culminación de ese proceso con la formación de verdaderas comunas amnióticas (Sloterkijk) dotadas de altos niveles autoinmunológios y eficaces mecanismos de protección, cierre y clausura. []

Reseña amplia de La Sociedad Dividida de José Félix Tezanos

En Cisolog: http://cisolog.com/sociologia/resena-amplia-de-la-sociedad-dividida-de-jose-felix-tezanos/ Cada vez nos encontramos más inmersos en una transición social sin parangón, solamente comparable a la que tuvo lugar cuando las sociedades agrarias tradicionales pasaron a las sociedades industriales … Continúa leyendo Reseña amplia de La Sociedad Dividida de José Félix Tezanos

Reflexiones sobre ‘La política vigilada’. Nuevo libro de Antoni Gutiérrez-Rubí

El pasado jueves, 27 de octubre, Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y consultor político, presentó en Madrid su último libro titulado La política vigilada. La comunicación política en la era de Wikileaks. El acto tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes (sala María Zambrano), y contó con la intervención de Gumersindo Lafuente, adjunto al director de El País y José de la Peña Aznar, director de Educación y Conocimiento en Red de la Fundación Telefónica. Además, el acto pudo seguirse a través de Twitter en @fundacionTef #politicavigilada, y por streaming en la web de la Fundación Telefónica.

Hace aproximadamente cuatro meses, el 30 de julio, Antoni tuvo la cortesía de recibirnos junto al Círculo de Bellas Artes de Madrid a algunos compañeros del CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencia Política y Sociología). Gracias a los contactos previos que había mantenido mi querido amigo y compañeros de la UNED, Israel González, pudimos pasar más de una hora con él charlando sobre algunos de sus últimos libros como Filopolítica: filosofía para la política32 Tendencias de cambio (2010-2020), y POLÍTICAS. Mujeres protagonistas de un poder diferenciado. Más concretamente sobre el primero de los mencionados, le pasamos un cuestionario que, en pocos días más tarde, Antoni nos devolvió contestado y que publicamos en la web del CECPS. La entrevista se puede ver también en una de mis entradas en este blog: Entrevista del CECPS a Antoni Gutiérrez-Rubí.

De derecha a izquierda: Antoni Gutiérrez-Rubí, Rubén Crespo, Rafael Domingo, Israel González y Ricardo, en la Calle Alcalá, cerca del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Foto: Rubén Crespo.

Además, al exponerle nuestras iniciativas y nuestra propuesta del proyecto de Asociación del CECPS, Antoni nos aconsejó perseverar en la ética horizontal para no ahogar la energia creativa de la comunidad con los formalismos jerárquicos de estructuras asociativas más típicas del siglo pasado. Para nuestro proyecto, Antoni nos transmitió conceptos como porosidad, talento, creatividad, informalidad, vizcosidad, horizontalidad en la comunicación, la transmisión y creación del conocimiento… En definitiva, ideas que, sin generar compromisos y ataduras, permitan espontáneamente la creatividad de una manera más dinámica y horizontal.

Cuando supimos de la salida a la venta de su nuevo libro, a través del CECPS y con bastante antelación, creamos un anuncio del evento de la presentación del libro para informar a todos los miembros del Círculo. Algunos compañeros asistieron al acto (yo tenía previsto asistir, pero al final me fue imposible). Al día siguiente, Rafael Domingo tuvo la amabilidad de compartir en el CECPS las sensaciones que le había transmitido la presentación del libro:

Mereció la pena subir los cinco pisos de escalera (¡¡y qué escaleras!!) , del CBA.  […]  Fue estimulante escuchar a Antoni, que con su vehemencia característica, nos puso en posición de «prevengan» ante la que se le viene encima a la sociedad en su conjunto, respecto a los nuevos paradigmas, aún por descubrir, de la relación de los individuos con sus representantes. Lúcido y directo, nos dijo que, o se hace bien y rápido esta «revolución del método», que él ha denominado «política vigilada/democracia vigilante», o el riesgo es alto de fractura profunda y posiblemente irreversible, entre voluntad cívica y poder real, con el «populismo fascistoide» al acecho, para ocupar un lugar de primacía. Yo no estoy tan convencido de que la inmediatez vaya a ser una clave absolutamente determinante para que eso ocurra así, pero sí comparto con Antoni la premisa de que hay que hacerlo «bien»… aun a sabiendas de que no sabemos, de verdad, en qué consistirá esa cualidad (transparencia, capacidad en vez de jerarquización, ejemplaridad, humildad, horizontalidad, etc., por ahí pueden ir las cosas). Mi sensación es que los acontecimientos van a llevar un ritmo rápido, pero no tan acelerado como parecía deducirse de las palabras del amigo Antoni; serán nuestros hijos (para los de mi generación), o nuestros nietos, los que vivan inmersos en este nuevo entorno que se está empezando a gestar ahora… Lo que sí me sugirió lo hablado ayer, es que la gente debe tomar YA postura militante en estas cosas… y el ejemplo del CECPS sobrevoló mi pensamiento, escuchando las reflexiones de todos… La gente es consciente de que estamos ante el momento histórico más determinante de los últimos años, equiparable (y eso se verá en los e-books de los que estudien este período, en el futuro….seguro), con los hitos de la civilización más relevantes de la humanidad. Se palpa, se percibe, se respira… Pero la inercia de siglos del paradigma social de una relación distante (por intereses mutuos, no solo de los poderosos), entre ciudadanos y apoderados políticos y económicos, pesa todavía mucho…, aunque la balanza ya se ha empezado a mover hacia el otro lado…

Por su parte, mi compañera de la UNED, Silvia Brasa, también se tomó la molestia de transmitir sus reflexiones a mí y a algunos compañeros dela UNED.

Sobre las reflexiones que me ha provocado la presentación del libro de Antoni Gutierrez Rubí:

Algo que ya hace tiempo me ronda, y es más que evidente, es que la política va por detrás de las inquietudes sociales. Aunque esto ha sido así a través de la historia, se hace más notable y notorio con el acceso que Internet nos proporciona. Rafael Domingo hizo una reflexión sobre la desaparición de las élites muy interesante y que Antoni compartía en cuanto a un surgimiento de «mediadores» como lo llamaba él. Pienso más en interlocutores que no se caracterizan por quienes son, por ostentar un cargo o un estatus económico como nos decía el autor y es que Internet, es el medio en el que la publicidad es mas efectiva: rápido, impactante en toda la medida que tu creatividad se extienda, gratuito y que puede llegar a mas personas.

Internet nos ofrece información en tiempo real, pero ¿hasta que punto estamos capacitados para filtrar, analizar, sesgar investigar? Sindo (director adjunto del País) contestaba que en eso la prensa está mas al día, cierto. La prensa se ha digitalizado pero es el mayor escaparate de cuáles son las limitaciones de los lectores. ¿Os habéis parado a leer los foros de opinión?  […]  Es increíble que teniendo el privilegio hasta de poder escoger qué información nos interesa más, contrastarla de inmediato haya tanta gente que se moleste en registrarse para dejar insultos u observaciones radicales hasta límites insospechados en una sociedad tan aparentemente global y abierta. Tengo la extraña sensación de que la era de la globalización y la comunicación nos ha posicionado culturalmente de un modo más estático, defensivo, temerosos de perder una identidad…

La política no ha sabido gestionar el hecho de que ahora estén desnudos ante la sociedad. Por mi manera de ser y pensar me resulta harto imposible no «pensar-decir-hacer» lo mismo en todos los ámbitos de mi vida. Puedo cambiar de opinión ante algo que tal vez no he interiorizado pero eso es evolución, lo que no me parece viable es vender unos valores o principios de los que se carece en la intimidad, pero sé que esto es la norma. No acabo de comprender como el hecho de que tengamos unos medios que nos conecten y nos hagan interactuar han servido para vender humo personal, social, ideológico más que en ninguna otra época, más, si cabe, en el cara a cara donde se puede disimular. Cierto es que Internet nos permite «googlear» a cualquiera y pillarle en un renuncio en segundos, pero, por muy buen actor que seas, estás expuesto a una imagen con movimiento y voz… Todo cambió con los primeros debates televisados…. La cercanía a los líderes se incrementó y se les dio una nueva dimensión de idealización porque eran más cercanos, pero sólo en lo público había un control de lo privado. Me encantó la reflexión de Eva (compañera también de la UNED) en ese sentido: controlar tu nombre en la red es controlar tu espacio vital. Es más difícil que boicoteen tu personalidad si tú eres dueño de tu identidad en Internet. Y es que ahora perder la dignidad o que alguien la pisotee es más fácil que nunca y más difícil de evitar.

[…] el espionaje tal y como se entendía hace diez años ha sido abofeteado por wikileaks. Esto es falso. El hecho de que tengamos mas acceso no quiere decir que lo sepamos todo o que podamos saberlo todo y mucho menos que estemos capacitados para juzgarlo o creernos participes capaces de tomar medidas por el mero hecho de que Internet, de algún modo, ha dado legitimidad al saber.

¿Hasta que punto el hecho de que la creencia a la que induce esta apertura de información, sea la necesidad de una horizontalidad, no nos somete también? ¿Realmente esa horizontalidad es posible o es utópica? Todos necesitamos referentes, que nos enseñen, que nos induzcan a superarnos, a sobrevivir en las mejores condiciones en definitiva y a esos referentes siempre les situamos en un plano superior…

Las redes nos proporcionan mas visibilidad que da una nueva dimensión al hecho de que no somos un granito de arena solitario, sino que formamos parte de un desierto en el que puede un solo grano provocar un ligera brisa que mueva a todos los de alrededor y a su vez a más y más y se convierta en una tormenta de arena que mueva dunas (véase la primavera árabe); pero dudo que nos paremos a analizar por la velocidad que tienen los acontecimientos incrementada por la facilidad de acceder a los datos si está bien que corra una brisa o que como muchos granitos se mueven vamos a dejarnos llevar por el huracán. ¿Cuantos de los que acamparon en Sol siguen creyendo en la original idea? ¿Cuantos han pasado de «indignados» a «desilusionados» o «frustrados», ahora por doble motivo? ¿Hasta qué punto el hecho de ver que es tan fácil provocar un movimiento social en la red no nos induce aún más al egoísmo? Si todos estos ya se mueven para cambiar el mundo ¿para que voy a hacerlo yo? ¿qué puedo hacer yo, un simple granito de arena?

Me gustó especialmente una frase: «Internet no te pregunta de donde vienes si no hacia donde quieres ir». Discrepo, con Internet o con la posibilidad de viajar a Plutón, el ser humano tiende a clasificar, enumerar y dar magnitud a todo y todos. Tan importante sigue siendo el de dónde vienes porque valoraré de otro modo que me puedas llevar de la mano al lugar al que quiero ir o acompañarte en tu camino ya que ahora son infinitos y mas visibles.

Finalizó Antoni su presentación con la reflexión de que siempre se ha defendido la libertad levantando empalizadas y que lo que toca es abrirlas… en Internet, de algún modo, se abren con la patada en la puerta. Y la transparencia, por mucho que deje ver todo, no modifica el color del cristal con que se mira.

El acto de presentación del libro se puede ver en diferido a través de la web de Fundación Telefónica en el siguiente link: Presentación del libro: La Política Vigilada de Antoni Gutiérrez-Rubí, o haciendo click sobre la siguiente imagen: