Categoría: 15M

‘Foucault y la política’. Una política combativa al alcance de todos

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Reseña de:

José Luis Moreno Pestaña

Foucault y la política

Madrid, Tierradenadie ediciones, 2011

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Foucault y la política es la versión en español del texto más breve: Foucault, la gauche et la politique[1], publicado unos meses antes en Francia y que ha generado debates controvertidos en torno a la figura de Foucault. Tanto en España como en Francia, José Luis Moreno Pestaña (profesor de Filosofía en la Universidad de Cádiz) ha alcanzado notoriedad por sus extensos conocimientos en la obra de Michel Foucault. No sólo de Foucault, también de otros grandes autores del pensamiento contemporáneo francés como Pierre Bourdieu[2] y Jean-Claude Passeron.[3]

Moreno Pestaña (en adelante MP) realizó su tesis sobre Foucault.[4] Tras estudiar la obra de Pierre Bourdie y conectar con diferentes miembros en el Centre de Sociologie Européenne, perteneciente a la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París, volvió a reescribir su tesis. Esta vez, con la ayuda de la metodología etnográfica de Bourdieu y en el marco de la sociología del conocimiento, integró la ‘sociogéneis’ de Foucault en su obra, lo que le permitió un mayor acercamiento y una mejor comprensión de la complejidad de su pensamiento. El resultado fue Convirtiéndose en Foucault. Sociogénesis de un filósofo[5], un libro publicado en 2006 que lejos de las mitificaciones y encumbramientos de los grandes pensadores, muestra a un Foucault más humano e incorpora su contexto personal, intelectual y familiar, el cual “nos permite relacionar lo que vive y lo que hace con lo que piensa y lo que dice”.[6]

Podríamos decir, con la metáfora: una vez que MP se ha convertido en Foucault, después de rastrear de cerca sus huellas y explorar minuciosamente el entorno del suelo que pisó, después de indagar cómo fue su periodo de formación, sus antecedentes familiares, el estigma de su homosexualidad, sus miedos, sus fracasos… en definitiva, después de presentar al lector a un Foucault a ras del suelo lejos de mitos y veneraciones, ahora, con Foucault y la política, MP despeja el pensamiento de Foucault de cualquier tipo de escolástica y presenta su obra integrando tres niveles de análisis: “su experiencia social, su trayectoria académica e intelectual y sus compromisos políticos” (p. 8); un marco interpretativo relevante para comprender lo que tiene de interesante el pensamiento de Foucault para el análisis político.

El objetivo fundamental del libro es dar respuesta a la pregunta ¿son útiles las ideas de Foucault para transformar el sistema capitalista y llevarlo a que respete un pacto social más ecuánime? Sin duda, MP ha interpretado sabiamente la ‘caja de herramientas’ a la que Foucault se refirió como el resultado pretendido de su trabajo[7], y ha conseguido dar respuesta a esta pregunta sacando a flote el potencial del pensamiento político de Foucault para ampliar nuestro conocimiento de cómo funciona el poder y para abordar la complejidad de conflictos sociopolíticos actuales como, por ejemplo, el malestar social y el fenómeno de indignación del 15M.

MP, desde la sociología de la filosofía, su área de investigación más prolífica, analiza cronológicamente la obra de Foucault vinculándola a su trayectoria social, su producción filosófica y las posiciones políticas que fue adquiriendo a lo largo de su vida. Para ello, lo primero que hace es evitar ‘el peligro escolástico’. Si se pretende analizar el discurso político abstrayéndolo de su contexto, se corre el riesgo de prestar el análisis a usos conflictivos y a efectos imprevistos. Con tal fin, Moreno Pestaña hace uso de las enseñanzas de Ortega y Gasset, para el que la escolástica “es toda exposición de la filosofía recibida sin comprender el ámbito cultural, el espacio social o el tiempo histórico en el que se produjo” (p. 9). Ejemplos de abordaje escolástico de Foucault serían: relacionar a Foucault con otros autores sin saber si él mismo los leyó; el análisis simplificador de su obra; o atribuir a sus ideas el carácter de axiomas irrefutables.

Foucault, que inicialmente estudió Psicología[8] y fue profesor de esta disciplina durante su primera etapa docente, fue ante todo un filósofo. Es importante destacar que Foucault hizo filosofía como una práctica ‘abierta’ (filosofa hacia el exterior de los círculos académicos) y ‘recurrente’ (los acontecimientos históricos interesantes para la filosofía pueden estudiarse en cualquier momento con la misma validez que cuando se produjeron). Con este enfoque es posible una conexión más óptima entre la filosofía y la política. De esta manera, Foucault sigue encontrando problemas de importancia filosófica en la vida cotidiana y “amplia las fronteras del campo político a cuestiones despolitizadas” (p. 24).

Que Foucault se moviera entre los limites de “la filosofía y la no-fiolosofía” fue visto en su época con recelos por una buena parte del mundo académico institucionalizado de la disciplina. Sin embargo, esto le lleva a conectar con profesionales de diversas disciplinas y con un público más híbrido y extenso. Por esta razón, Foucault tendrá algunas dificultades para autodefinirse en lo que hace: “A decir verdad, no soy un filósofo. No hago filosofía en lo que hago, y si tuviera que denominarme, darme un título para decir lo que soy, confieso que estaría en un terrible aprieto”.[9]

Tras leer los primeros capítulos, en los que se analizan algunas de sus obras como Enfermedad mental y psychologie (1954; reed. en 1962)[10], Historia de la locura (1972)[11], Nacimiento de la clínica (1963)[12], Las palabras y las cosas (1966)[13], es fácil que el lector se pregunte qué significaciones políticas tienen estas obras. En sí mismas, pocas, y cuando las tienen, son poco definidas y, sobre todo, difíciles de combinar con corrientes de izquierdas como reconoce el mismo Moreno Pestaña, por ejemplo, sobre Las palabras y las cosas (p. 52). No obstante, la trayectoria social y las disquisiciones filosóficas de este periodo ―de ahí la importancia de su ‘sociogénesis’ que se va desarrollando durante toda su obra―, no exenta de contradicciones, serán cruciales para entender más adelante sus análisis sobre el poder desde las dimensiones filosófica y política.

En Historia de la locura podemos encontrar tres aptitudes en Foucault que apenas cambiarán a lo largo de su obra. La primera es una profunda crítica a las ciencias humanas (o sociales). Foucault tenía un concepto de la ciencia muy exigente, y para él, la psicología o la psiquiatría, no podían ser consideradas ciencias por las grandes dificultades a la hora de definir variables comparables y por no poseer un lenguaje preciso y único que tuviera una suficiente correspondencia con la realidad a estudiar. La segunda aptitud es una conciencia antidialéctica. “La razón dialéctica se caracteriza por asumir que lo negativo es un momento de lo positivo y que, gracias a las contradicciones, la historia avanza” (p. 30). Pero Foucault ve en la dialéctica un mecanismo para justificar las injusticias[14]. La tercera aptitud es una resistencia pertinaz a la domesticación moderna. Así, en el caso de la locura, aunque el discurso dominante es que la época moderna trata mejor la locura que la época clásica, Foucault se opone con un discurso de resistencia mostrando que la locura se ha reducido a la categoría de enfermedad, deja de ser vista como una experiencia humana (el abandono a las pasiones) y pasa a ser una simple desviación de la norma (la normalización que la psicología o la psiquiatría se encargan de definir e imponer).

En Las palabras y las cosas, Foucault continúa con la crítica a las ciencias sociales, esta vez, asumiendo bases epistemológicas más definidas (las epistemes) que en la anterior. Además, en esta obra incluye en sus críticas de forma manifiesta a la sociología (campo en el que tenía algunos compañeros con cierta afinidad como Passeron) junto a la psicología y la psiquiatría como no-ciencias que se aprovechan de otras que lo sí son como las matemáticas. Las ciencias sociales ―dirá― relativizan conceptos de otras ciencias y de la filosofía, y terminan por operar siempre en un marco dialéctico. Curiosamente, hace algunas reservas para otras disciplinas como el psicoanálisis o la etnología, por considerarlas reflexivas y capaces de comprender sus condiciones sociales de posibilidad. MP se pregunta ―y yo también― qué le llevó a Foucault a pensar que no podría serlo igualmente la sociología o la psicología.

¿Se equivocaba Foucault en su insistente desprestigio hacia las ciencias sociales? No debemos olvidar los efectos subjetivos de su ‘sociogénesis’ que están implícitos en el análisis que hace MP de manera continua en todo el libro. Quizás, Foucault no llegó a plantearse que al final la ‘caja de herramientas’ que deja como legado tendría tanta o más influencia en las ciencias sociales que en otras disciplinas a las que tenía en mejor estima[15]. Al menos se pueden obtener dos lecturas de esta actitud; una, que a pesar de que Foucault investigó bordeando las fronteras de la filosofía, jamás fue su pretensión abandonarla. Una filosofía como práctica abierta hacia el exterior, sí, pero también un ejercicio de afuera a dentro, recoger del exterior para enriquecer el interior. Y este ejercicio está en la base de la tarea filosófica que Foucault definió en su último curso en el Colegio de Francia y que MP nos recuerda su gran importancia: “la filosofía sirve para recordarnos que cualquier verdad exige condiciones políticas y produce un tipo de sujetos; que cualquier relación de poder reclama tipos de verdad y conocimiento y formas de ser particulares; que todo habitus[16] exige soportes cognitivos que lo defiendan y relaciones políticas que lo permitan” (p. 58). Y esta es, básicammente, la dimensión filosófica que Foucault incorpora al análisis del poder, una filosofía (la hagan o no filósofos de profesión) que nos ayuda a descubrir las relaciones mutuas de la verdad, la ética y la política. La otra lectura ―que es una interpretación personal mía― es que a las ciencias sociales (sobre todo a la sociología, que es la parte que más me toca) lo mejor que les puede suceder es tener críticos como Foucault, pues, al incorporarlos a su autocrítica, al valorar sus errores y al plantear reorientaciones, las ciencias sociales tienen más posibilidades de avanzar hacia un ethos más legítimo, que no sólo a una mera profesionalización que sólo se justifica por un sector dominante que asegura sus competencias.

Respecto a la utilidad que tiene la obra de Foucault para las identidades políticas, sobre todo para la renovación del pensamiento de izquierdas lejos del marxismo[17], la clave no está en la propia experiencia biográfica de Foucault. El activismo político de Foucault fue muy variable. Durante su formación en la ENS (École Normale Supérieure) fue comunista; estuvo cerca del poder gaullista en sus primeros años universitarios; a partir de Mayo del 68[18] se convierte a la ultraizquierda que, posteriormente, tomo la deriva hacia una izquierda no estatalista  con un acercamiento al diálogo con el neoliberalismo[19]. Estas contradicciones políticas, que parecen explicarse sólo por modas de cada momento, no deben confundirse con su filosofía de la política y del poder. MP ofrece dos explicaciones a esta variabilidad en las definiciones políticas de Foucault: la primera supone verle como un agente racional que calcula sus intereses en sus incursiones políticas y que se transforman según las coyunturas que aparecen en su historia de vida. La segunda, algo más compleja, “considera a un individuo como el resultado de cadenas de interacción enmarañadas que van anudándose en un modo de ser” (p. 37). Pero la clave está en que en el individuo coexisten diversas formas de ser como consecuencia de las diferentes experiencias que se van reuniendo y que en algunos casos llegan a ser totalmente opuestas. Esto explica las capas que se van acumulando en su comportamiento y que le permite unas veces ser plural y ajustarse a la situación, y otras, un comportamiento totalmente contradictorio.

¿Significa esto que podría haber un Foucault para cualquier concepción política? “No. ―nos advierte MP― Hay posiciones imposibles de de encontrar en Foucault: además de las aberraciones políticas (fascismo o estalinismo), Foucault no fue socialdemócrata estatista ni liberal radical” (p. 120).

Tras los acontecimientos de Mayo del 68, es cuando Foucault empieza a incorporar la dimensión filosófica al campo de la política y el poder, “amplia sus fronteras y empieza a incorporar ámbitos que antaño se consideraban ayunos de cualquier juego de poder” (p. 55). A partir de ese momento empieza a tener una audiencia más politizada. Foucault hace filosofía política proponiendo dos vías: una, “retrocediendo hacia atrás y obteniendo una visión de nuestro lugar en el conjunto del mundo, después de haber reconstruido la historia de la que venimos” (p. 58), y la otra, persiguiendo los principios íntimos que rodean nuestro comportamiento, es decir, “las prácticas que hemos incorporado: «En el cuerpo, se encuentra el estigma de los acontecimientos pasados, tanto como en él nacen los deseos, los desfallecimientos y los errores»” (p. 59).

Lejos de los grandes tratados de teoría política omniabarcante, Foucault analiza el poder en un ámbito micro (las micro-estructuras del poder) e investiga cómo las relaciones de poder moldean la experiencia cotidiana de los individuo. En este sentido, Foucault es deudor del concepto de genealogía de Nietzsche. En el campo de la ‘verdad’ (no se tiene siempre un acceso completo a la realidad y por lo tanto expresar la verdad es muy difícil; sin embargo, Foucault nunca renunció a la noción de la verdad en su trabajo científico) se incorpora la genealogía para explicar la ontología del sujeto, es decir, cuál es la genealogía que permite convertirnos en objetos de conocimientos en cada momento histórico. En el campo del ‘poder’, la genealogía sirve para explicar cómo nos convertimos en sujetos de acción que influye y domina a los demás (la etnografía del poder). Así, Foucault habló de conceptos como la ‘anatomopolítica’ (la inserción de la política en la anatomía humana); y la ‘biopolítica’ (o ‘biopoder’ que intenta controlar y fortalecer la vida de los individuos en su conjunto). Mientras la biopolítica se encarga de la vida colectiva, la anatomopolítica tiene por objeto los cuerpos.

Foucault ejerció una gran crítica contra el socialismo estatalista por “carecer de método para gobernar a las poblaciones” (p. 91). Por una parte ve en el estatalismo una gran tendencia a pensar en el Estado como una máquina de dominación invulnerable, y por otra, considera que la crítica marxista (los marxistas ven al Estado como un sistema organizado por los intereses de las clases dominantes). Foucault prefiere hablar de los efectos imprevistos, es decir: “El Estado puede engendrar burocracia, pero también igualdad” (p. 93).

En cuanto al análisis del ethos neoliberal, Foucault se interesa por la construcción del individuo en el sistema neoliberal contemporáneo. El neoliberalismo ―dirá― rompe con el liberalismo clásico y no se fundamenta ya en el laissez faire: una economía libre y la ausencia de la intromisión política; al contrario, el neoliberalismo tiene cada vez más necesidad de ser intervencionista persiguiendo su principal objetivo, que los individuos se adapten al mercado. Es necesario la intervención, al menos en dos ámbito: “por un lado, el patrimonio genético de los individuos y, por otro, en su educación” (p. 99).

Si el neoliberalismo “concibe al individuo como un simple empresario de sí mismo que maximiza sus recursos en función de sus proyectos” (p. 102), Foucault, a través de un economicismo antropológico, ofrecerá una ética del sujeto muy diferente a la propuesta por la tradición individualista del homo æconomicus (preferidor racional)[20], y preferirá antes que el paradigma de la ‘disciplina’, cuyo objetivo es reglamentar la realidad social, el paradigma de la ‘seguridad’, que permite actuar sólo en niveles determinados[21]. Para Foucault la disciplina resulta utópica, mientras la seguridad es la que ha permitido el desarrollo del capitalismo económico, aunque no era el objetivo inicial.

A finales de los años 70, las simpatías o, mejor dicho, las no antipatías de Foucault hacia algunas de las concepciones neoliberales parecen evidentes. Por mucho que le pese a buena parte del sector intelectual de la izquierda, sobre todo la que intenta renovarse a través del pensamiento de Foucault, MP, sin fallar a su compromiso científico y crítico, deja claro que así fue y no descarta la posibilidad de una derecha neoliberal que se inspira también en Foucault. No obstante, MP deja algunos interrogantes sobre esta valoración. Puesto que el neoliberalismo no era todavía muy visible, estaba gestándose en aquella época, es muy posible que Foucault no valorara suficientemente este proceso. MP también hace una oportuna observación al afirmar que aunque el sistema neoliberal “no le era completamente antipático”, Foucault no se preguntó en ningún momento por los efectos que este sistema tenía en la desigualdad social. Esto puede ser debido ―a mi juicio― al haber subestimado Foucault a ciencias sociales como la sociología, la que desde un principio ―y una de las causas de su nacimiento―  hizo de la desigualdad social uno de sus objetivos prevalentes de estudio (y así continúa siendo).

Como en los mejores best-sellers, lo mejor del libro está al final, en el último capítulo: Cuidado de sí, cuidado del otro; pero no se trata de una estrategia literaria deliberada por MP, es algo que resulta obvio cuando se reconoce la talla de Foucault. Los mejores filósofos y pensadores sociales que han pasado a la categoría de clásicos, o de clásicos contemporáneos, suelen alumbrar sus mejores ideas en su etapa más madura. En la década de los 80, Foucault se dedicó por entero a estudiar el pensamiento grecorromano y lo aplicó a los dos últimos trabajos de su carrera: la experiencia de la sexualidad y las técnicas de trabajo sobre uno mismo. Foucault intenta dar respuestas a la pregunta ¿cómo hemos de comportarnos considerando el efecto de nuestra personalidad que ha venido configurándose a través de nuestras experiencias vitales? En las éticas grecorromanas descubre que “el cuidado de sí se encontraba vinculado al cuidado del otro” (p. 107).

Foucault parte del hecho de que vivir significa asumir riesgos que no pueden ser protegidos públicamente. Para los neoliberalistas que les preocupaba el exceso de gobierno, Foucault ofrece una nueva alternativa al considerar que “el hecho de ser gobernados nos volvía solidarios a los seres humanos” (p.108). A partir de las relecturas del pensamiento de los estoicos y de los cínicos, el pensamiento político de Foucault produce dos ideas importantes. La primera, “una reflexión sobre los recursos necesarios para ser reconocido en la interacción cotidiana”[22]. Los hábitos son importantes para comprender que es nuestra personalidad, con la acumulación de las experiencias que nos preceden, la que nos permite tomar decisiones sobre nuestra vida que impliquen valores sociales, incluso, compromisos políticos. La segunda idea, influida por el pensamiento estoico, es “que todos los seres humanos ―y no sólo la élite gobernante― deben ocuparse de sí mismos y hacerlo no sólo en la juventud, o cuando uno se está formando, sino en todos los momentos de la vida” (p. 109). Se trata, pues, de obtener un habitus que deberemos seguir desarrollando continuamente.

Al pensar sobre la producción de los habitos, Foucault analizará con exhaustividad el concepto de la parresia con el fin de resolver el problema de ‘cómo decir la verdad’ y cómo se vincula ésta con la política según el contexto sociohistórico: “en qué condiciones institucionales puede decirse la verdad (democracia, monarquía […]) y cuáles son las condiciones personales (coraje personal, tipo de habitus y temperamento) para proferir y escuchar la verdad” (p. 111).

Siguiendo tres discursos de Pericles que Tucídides describe en Historia de la guerra del Peloponeso, Foucault analiza la parresia y describe tres condiciones de posibilidad: la epistemológica (la verdad), la moral (la ética) y la política (el poder). A través de la parresia Foucault teoriza sobre las asambleas democráticas como un espacio rectangular donde para que sea posible una autentica ‘palabra libre’ deben cumplirse cuatro condiciones: las formales, de prestigio, de verdad y de coraje físico. Serán estos cuatro ángulos los que permitan “la imbricación en la experiencia de la asamblea democrática, sin confundirse, de verdad, ética y poder” (p.113). Según MP, Foucault olvidó aclarar cuáles debían de ser las condiciones sociales y materiales para el acceso y la práctica de la palabra libre.

En suma, Foucault propone una “política filosófica pegada a la tierra, combativa, sostenida sobre un habitus entrenado para la desgracia e independiente de todo poder y doctrina” (p.117). El pensamiento político de Foucault, en esta última etapa, hace posible que exista un vínculo entre la experiencia íntima y la expresión política. Un vínculo que está en el corazón de movimientos sociales y acciones colectivas como el 15M[23]. De ahí la utilidad de su ‘caja de herramientas’ que ha ampliado nuestro horizonte en las cuestiones políticas más actuales, nos ha mostrado cómo funciona el poder con un enfoque antes desconocido, y nos puede ayudar a construir una mirada más crítica hacia los mecanismos estatales de la integración social y la garantía de la libertad.

Foucault y la política es un libro no sólo para apasionados del pensamiento de Foucault o los que busquen en el herramientas para enriquecer su formación política, es también un libro para aquellos que sólo conocen a Foucault de oídas o por las citas sobre algunos de sus conceptos más conocidos que pueden haber encontrado a través de otros autores o manuales de estudios de diversas disciplinas sociales. El libro es pequeño, pero su contenido es muy compacto porque el estilo de escritura de MP no suele abundar en redundancias y recapitulaciones. Es fácil que en ocasiones el lector tenga que volver atrás para releer y fijar con más detenimiento ideas que se van entretejiendo en capítulos posteriores. Por el contrario, la densidad y claridad de la información que se ofrece en las páginas del libro hace que la relectura sea una tarea reconfortante porque siempre se redescubre en el texto de MP nuevos matices que mejoran la comprensión de un autor tan complejo como Foucault, máxime, si además se trata de comprender su producción teórica incluyendo su trayectoria social y sus concepciones política.

Con Foucault y la política, Moreno Pestaña, haciendo uso precisamente de una de las herramientas que el propio Foucault engendró, la arqueología del saber, ha estudiado en profundidad la propia historia del saber de Foucault, ha conseguido sumergirse en la espesura del celaje de su influencia mediática para cruzar, capa por capa, todo el pensamiento que fue integrándose en Foucault a través de sus experiencias sociales hasta llegar a su propio suelo. Una vez en él, ha estudiado su topología y nos ha trazado una cartografía más detallada y comprensiva de su pensamiento. Continuando la metáfora, el mito a ras de suelo, pero con todas las propiedades extraordinarias que tiene el mito al alcance de todos. Un manual de instrucciones de la ‘caja de herramientas’ de Foucault para comprender el actual estado de las cosas, y si no nos gustan, para tener capacidad de cambiarlas mediante una política combativa pegada a la tierra.

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Rubén Crespo
Estudiante de Sociología en la UNED
a 14 de mayo de 2012

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Notas:

[1] Moreno Pestaña, José Luis. 2011. Foucault, la gauche et la politique. Textuel.

[2] Véase: Moreno Pestaña, José Luis. 2012. “Sobre la actualidad del Oficio de sociólogo” en las jornadas El oficio de sociólogo. El legado de Pierre Bourdieu. Círculo de Bellas Artes en Madrid (http://moreno-pestana.blogspot.com.es/2011/12/sobre-la-actualidad-del-oficio-de.html).

[3] José Luis Moreno Pestaña ha traducido El razonamiento sociológico: el espacio comparativo de las pruebas históricas de Jean-Claude Passeron, Madrid, Siglo XXI, 2011. / Véase también: Moreno Pestaña, José Luis. 2003. ¿Qué significa argumentar en sociología? Revista Española de Sociología Nº 3, pp. 51–67.

[4] Reseñado en: Campillo Meseguer, Antonio. 2011. “Foucault político, Foucault desconocido” en la Web de Antonio Campillo en la Universidad de Murcia. (http://bit.ly/IT25qg).

[5] Moreno Pestaña, José Luis. 2006. Convirtiéndose en Foucault: sociogénesis de un filósofo. Ediciones de Intervención Cultural, S.L. / Véase también: Fernández Zubieta, Ana. 2006. Reseña de Convirtiéndose en Foucault. Revista Española de Sociología Nº 6, pp. 131–134.

[7] Foucault, Michel. 1974. “Prisons et asiles dans le mécanisme du pouvoir” en Dits et Ecrits, t. II. Paris: Gallimard, 1994, pp. 523–524.

[8] Foucault sufrió de depresiones, llegando incluso a intentar suicidarse, por la angustia que le supuso su homosexualidad. Debido a estos episodios, estuvo en tratamiento psiquiátrico, momento en el que empezó a interesarse por la psicología. Así, Foucault se licenció primero en Psicología, pero luego, años después, obtuvo también la licenciatura en Filosofía en 1952. Foucault daba clases de Psicología en Clermont-Ferrand, pero al final empezó a gustarle poco este trabajo por la aversión que fue tomando hacia esta disciplina.

[9] Philippe Calderon. 2003. Michel Foucault par lui-meme. ARTE France / BFC Productions.

[10] Foucault, Michel. 1962. Maladie mentale et psychologie. París, PUF.

[11] Foucault, Michel. 1972. Histoire de la folie à l’âge classique. París, Gallimard.

[12] Foucault, Michel. 1963. Naissance de la Clinique. Une archéologie du regerd médical. París, PUF.

[13] Foucault, Michel. 1966. Les mots et les choses. Une archéologie des sciencies humaines, París, Gallimard.

[14] La noción que Foucault tiene de la dialéctica nada tiene que ver con la de Ortega y Gasset: una dialéctica como síntesis de conocimientos especializados con vocación práctica. Moreno Pestaña se apoya con frecuencia en Ortega y Gasset para explicar o poner en contradicción las ideas de Foucault.

[15] Por ejemplo, buena parte de la obra de Jean-Claude Passeron es un diálogo con las críticas de Foucault a las ciencias sociales.

[16] Habitus: concepto esencial en el pensamiento de Bourdieu para explicar la socialización y el sentido práctico. El habitus o los habitus son, según la definición de Bourdieu: sistemas de «disposiciones» duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin, sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente «reguladas» y «regulares», sin ser el producto de la obediencia a reglas y, a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas, sin ser producto de la acción organizadora de un director de orquesta. (Castro Nogueira, Luis, Miguel Ángel Castro Nogueira, y Julian Morales Navarro. 2008. Metodología de las ciencias sociales: una introducción crítica. Tecnos. p. 827).

[17] Foucault dejó de creer en la revolución capitalista, propuso la desmarxitización de la izquierda y criticó la concepción de la economía de Marx porque no era tan innovadora como otros autores posteriores escribieron; sin embargo, donde sí lo consideraba innovador fue en su concepción histórica.

[18] Cuando estalla el conflicto de Mayo del 68, Foucault se encuentra en Túnez, y fue su compañero Daniel Defert quien lo mantuvo al día.

[19] Esta variedad de posiciones políticas en la trayectoria biográfica de Foucault, que Moreno Pestaña se ha atrevido a incorporar con puro sentido crítico, es la que ha causado los polémicos debates a los que me referí al inicio de este texto. A pesar de que Moreno Pestaña insiste en evitar caer en el simplismo de atribuir a Foucault una u otra adscripción partidaria, por el hecho de que Moreno Pestaña atribuye una cercanía de Foucault al gaullismo en los años 60 y su simpatía con algunos planteamientos del neoliberalismo, algunos comentaristas de la edición francesa lo han malinterpretado y lo han visto como un ataque personal hacia Foucault.

[20] Homo æconomicus: “idealización elaborada en el seno de la teoría económica neoclásica. Representa un individuo/consumidor racional y egoísta, dotado de consistentes sistemas de preferencias [preferidor racional] y creencias que actúa de acuerdo con el principio de maximización de la ganancia o bienestar y minimización del coste. (Castro Nogueira, Luis, Miguel Ángel Castro Nogueira, y Julian Morales Navarro. 2008. Metodología de las ciencias sociales: una introducción crítica. Tecnos. p. 828).

[21] Puesto que Foucault ya había considerado el poder como una relación y no como una propiedad, el rechazo a la disciplina y la tolerancia a la seguridad se debe a que acepta las relaciones de poder siempre y cuando éstas sean reversibles y no impliquen una estructura de dominio, es decir, “sí a las relaciones de poder cuando no son jerárquicas”. (Roca Jusmet, Luis. 2012. Reseña de Foucault y la política en: hexis. filosofía y sociología (http://moreno-pestana.blogspot.com.es/2012/02/resena-de-luis-roca-en-el-viejo-topo.html).

[22] En terminología de Bourdieu, se trataría de los diferentes capitales y su valor en relación con los contextos sociales.

[23] Véase la conferencia que Moreno Pestaña ofreció el 3 de junio de 2011 en el marco de un ciclo de reflexiones sobre el 15-M, organizado por el grupo de trabajo, ‘Debate teórico’ de la Plaza del Carmen de Granada. en: Moreno Pestaña, José Luis. 2012. “Pensar los hábitos democráticos con Michel Foucault”. Cisolog. Ciencia Sociológica. Retrieved (http://cisolog.com/sociologia/pensar-los-habitos-democraticos-con-michel-foucault/)

El gobernante vs el 15M

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No acostumbro a ver ya las noticias en la televisión. Mi digitalización en este sentido alcanzó el cien por cien hace ya bastantes meses. Ya se sabe, canales RSS, Twitter, suscripciones a periódicos digitales… Pero ayer vi el Telediario de la 1 de las 15:00 h. Fue porque comí en casa de mi madre; en la mía no hay tele a la hora de la comida. Entonces, justo cuando estaba empezando, cuando te ponen esa música tan característica que tienen los telediarios al comenzar, antes de que empezara el avance de las noticias más destacadas, me dio tiempo a hacerme la siguiente pregunta: ¿Cuál sería el primer titular, las manifestaciones del 12M-15M, o lo que había dicho el presidente del gobierno en el XIII Congreso del PP en Euskadi? Ya sabía que estas eran dos de las noticias principales del día porque las había escuchado en la radio por la mañana. Por cierto, acabo de darme cuenta de que he mentido antes, que no soy cien por cien digital del todo en lo de las noticias. La radio se puede escuchar por internet o por el móvil, pero yo frecuento más a hacerlo a través de un viejo transistor heredado de mi padre al que le tengo mucho cariño.

Pues la primera noticia que salió ayer en el avance del Telediario fue lo que dijo Rajoy, y luego, ya, lo del 12M-15M. A muchos les puede parecer un detalle sin importancia, o simplemente que es una cosa en la que no se reflexiona y ya está. Sin embargo, mientras disfrutaba de la comida que con todo el cariño nos había preparado mi madre, iba pensando lo siguiente: si en la primera página de los tradicionales periódicos en papel unos titulares ocupan más espacio que otros por ser considerados más importantes por sus redactores, digo yo que en el avance del Telediario la importancia de las noticias la indica el orden en que se den, es decir, tan obvio como que la primera es más importante que la segunda y así sucesivamente. En este caso, pues será que lo que dijo el presidente en el Congreso del PP vasco era más importante que lo que habían expresado numerosos colectivos de indignados en varias ciudades de España, la expresión de una indignación por el infausto panorama político, social y económico que ya llevamos unos cuantos años atravesando. Una indignación con la que mucha gente, aunque no haya salido a la calle, la ve justa y necesaria.

No tengo intención de ofrecer un discurso ―que ya hay muchos― sobre la politización de los medios de comunicación, por cierto muy manido, porque esto ha sido siempre así y soy bastante escéptico en que vaya a cambiar por mucho que el periodismo se modernice. Sin embargo, se supone que tenemos libertad para juzgar por nosotros mismos la importancia que tienen las noticias independientemente del tamaño que tengan en la portada de los periódicos, o del orden en que aparezcan en los noticiarios. Pero la importancia que tienen las noticias, según los marcos en que operen, nada tiene que ver con el intereses o gustos personales (o los habitus[1], que diría Bourdieu) a la hora de valorar el orden de las noticas. Digo esto para no ser mal interpretado por aquellos que les gusta, por ejemplo, el fútbol ―que a mí también― y vayan a pensar que carece de importancia porque éste lo suelen dar al final del telediario en la sección de deportes. Pero por eso mismo, como el fútbol se da en la sección de deportes, el establecimiento de una jerarquía de marcos, como nos dice José Antonio Marina en La inteligencia fracasada[2], nos sirve para entender por qué es tan importante e interesante para un aficionado la noticia de que su equipo haya ganado la liga; pero ésta entendida dentro del marco de los deportes. Poca gente convendrá en negar que el marco político-social-económico del país es más amplio e importante que el marco de los deportes. Aún así, sería interesante saber cuánta gente y qué tiempo de dedicó a informarse de lo sucedido en las manifestaciones del 12-M, y cuánta gente y qué tiempo de dedicó a estar pendiente de la última jornada de liga de fútbol. No tienen por qué ser incompatibles, claro que no, es sólo una reflexión más sobre el potencial mediático que tiene el fútbol.

Continuo con la reflexión que me hacía ayer mientras seguía comiendo ―una reflexión en voz alta, claro está, porque las comidas son muchas veces los mejores momentos para ejercer la interacción social―. Primero lo que dice Rajoy, y luego que dice el 12M-15M. Bien, empiezo a cambiar sustantivos. Primero lo que dice el gobernante, y luego lo que dice el pueblo. Y aquí tenemos el histórico problema de la soberanía a la hora de ejercerla en los sistemas democráticos. La soberanía en el pueblo, estamos de acuerdo. Pero como el pueblo elige al gobernante, hay un traspaso de soberanía (confianza sería la palabra más exacta), al final y supuestamente, el gobernante habla por el pueblo. Pero ¿por qué el gobernante no habla con el pueblo?

Después de lanzar esta pregunta, muchos podrían abalanzarse contra mí para decirme: «mire usted, es que el 15M no es el pueblo». De acuerdo, el modelo puesto por ejemplo tiene errores y no es perfecto. El 15M no es el pueblo porque hay muchos que se quedan en casa: los indiferentes, los que están de acuerdo pero no forman parte activa del movimiento, los que están de acuerdo con algunas cosas y otras no, y los que están totalmente en contra. Pero si el 15M no puede hablar por el pueblo por las razones anteriores, tampoco el gobernante lo puede hacer si consideramos que ha sido elegido en las últimas elecciones generales por menos de un tercio (31,57%) del electorado (los que votaron, más los que lo hicieron en blanco o nulo, más los que se abstuvieron).

Entonces reduzcamos el modelo sólo al ámbito del activismo político, es decir, al de los agentes que ejercen la política de manera activa. El gobernante desde las tribunas, y el pueblo que sale a la calle para ejercer una política combativa contra las decisiones políticas que recortan el estado de bienestar con justificaciones economicistas, la crisis, para entendernos. El gobernante está legitimado porque las reglas democráticas están oficializadas e instituidas legalmente. ¿Y el 15M qué? ¿Cómo se legitima? Parece que todas las acciones colectivas hasta ahora no han sido suficientes para que los dirigentes políticos escuchen y se tomen en serio estas protestas. Entonces, habremos de buscar algún mecanismo para poder saber con garantías cómo se distribuye la legitimidad. Al igual que el gobernante toma decisiones políticas por el que se abstuvo al votar, o votó pero nulo o en blanco, ¿no se podría establecer de forma fiable y transparente un mecanismo para saber realmente el apoyo que tiene el 15M?

La legitimidad de la acción política no puede justificarse sólo por los resultados de un escrutinio. Hay un día a día, hay decisiones políticas a las que no se daba un sí en los votos introducidos en las urnas… En el Avance de resultados del estudio 2941 Barómetro del CIS de abril de 2012, podemos ver la tabla de frecuencias de la pregunta 16.

Fuente: Banco de Datos del CIS.

Si usamos esta tabla como un indicador para medir la legitimidad que tiene el gobernante, está claro que no gozaría en estos momentos de mucha, la verdad. Naturalmente, para poder hacer comparaciones con el 15M dentro del modelo de ejemplo propuesto, necesitaríamos un indicador equiparable, pero el Barómetro del CIS de Abril no sondea sobre los movimientos de indignación como el 15M. Sí lo hace sobre la Huelga General del pasado 28 de marzo, que a decir verdad, no son muchos los que piensan que ha sido un éxito o piensen que haya servido para que el gobierno, sindicatos y empresas lleguen a acuerdos. No obstante, sería un error comparar el movimiento de la huelga, organizada por las tradicionales estructuras  de tipo verticales de los sindicatos, con los movimientos de protesta e indignación como el 15M, organizados de forma horizontal y con muchas más reivindicaciones que van más allá de las sociolaborales. Veremos si, con suerte, para el próximo barómetro se sondea sobre el apoyo que tiene el 15M en la sociedad española.

De momento, lo que tenemos es que el presidente sigue sin bajar a la plaza. La percepción que tengo de todo esto es que los dirigentes políticos intentarán aguantar el chaparrón, porque creen que la moda pasará. Mientras tanto, y por si acaso, ponen en marcha la estrategia mediática ―de la que hablábamos al principio― de dejar siempre en segundo plano el discurso de los indignados. Prueba de ello es la portada de La Razón ayer. Ponía 15-M en grande con un subtítulo debajo: 15 mentiras, exponiendo las mismas en un lateral. La estrategia es deslegitimar, es evidente. Se usan argumentos del tipo: el movimiento no ha logrado cambiar nada; la mayoría de los españoles no se sienten representados, etc. ¿Debemos pensar  entonces que la acción colectiva no tiene capacidad para producir cambios sociales, políticos y económicos?Si usamos esta tabla como un indicador para medir la legitimidad que tiene el gobernante, está claro que no gozaría en estos momentos de mucha, la verdad. Naturalmente, para poder hacer comparaciones con el 15M dentro del modelo de ejemplo propuesto, necesitaríamos un indicador equiparable, pero el Barómetro del CIS de Abril sondea sobre los movimientos de indignación como el 15M. Sí lo hace sobre la Huelga General del pasado 28 de marzo, que a decir verdad, no son muchos los que piensan que ha sido un éxito o piensen que haya servido para que el gobierno, sindicatos y empresas lleguen a acuerdos. No obstante, sería un error comparar el movimiento de la huelga, organizada por las tradicionales estructuras  de tipo verticales de los sindicatos, con los movimientos de protesta e indignación como el 15M, organizados de forma horizontal y con muchas más reivindicaciones que van más allá de las sociolaborales. Veremos si, con suerte, para el próximo barómetro se sondea sobre el apoyo que tiene el 15M en la sociedad española.

Hace 50 años, un 6 de abril de 1962 cerca de Mieres, siete mineros decidieron no bajar al Pozo San Nicolás como señal de protesta para reclamar un mejor salario y unas condiciones laborales más dignas. Siete trabajadores, una minoría tan ínfima que la empresa no vaciló en despedir pensando en que apenas tendría impacto tal decisión. Sin embargo su despido provocó de inmediato una cadena de solidaridad. La huelga empezó a extenderse como una mancha de aceite en el agua. En muchos pozos de la zona los trabajadores se unieron a la huelga. También otros sectores, el metalúrgico, talleres y factorías industriales también fueron sumándose a la huelga. En dos meses ya eran 300.000 trabajadores en toda España los que se enfrentaron a la dictadura franquista. Esta huelga fue conocida como la Huelga del Silencio.

Al final la Huelga del Silencio resultó ser todo un ejemplo de manifestación y lucha pacífica que habría de tener consecuencias determinantes para el futuro de la sociedad española. Pero sobre todo, La huelga del silencio supuso un impulso anímico imprescindible para todos aquellos, tanto de izquierdas como de derechas, que ansiaban lograr un sistema de convivencia basado en los principios democráticos.

¿Quién dice que con la acción colectiva no se consigue nada? Pues esta gente consiguió mejorar mucho las cosas de aquel entonces. ¿Cómo? Gracias a la solidaridad, que fue el motor fundamental para una huelga muy larga y en la que hubieron de pasar bastantes penurias. El profundo sentimiento de hermandad con sus semejantes fue lo que hizo posible la solidaridad.

¿Tiene futuro hoy la solidaridad? Zygmunt Bauman habló sobre la realidad de este concepto en nuestros días el pasado 15 de octubre de 2011 en Madrid (Véase: ¿Tiene futuro la solidaridad? Conferencia de Zygmunt Bauman)  Casualmente un día 15 y un día en el que se habían convocado concentraciones en 45 países para un cambio con “dignidad, democracia directa y proactividad”. Es cierto que los movimientos como el 15M necesitan de un pensamiento que sea capaz de generar consensos y nexos en la ciudadanía que vayan más allá de lo emocional del momento, pero al final la solidaridad depende de la empatía, de la capacidad de sentirnos identificados con nuestros semejantes y entender que la injusticia que padecen los demás puede ser también la que padezcamos nosotros en un futuro cercano. La empatía se entiende mucho más por la inteligencia emociona que por la racional. Y si esto es así, La solidaridad ha de ser emocional, y esta se extiende cuando se percibe en nuestras redes sociales (las de siempre, no sólo las de Internet) que hay una misma causa, un mismo objetivo, un motivo compartido por el que se siente la necesidad de unirse y luchar. Pero ¡cuidado! La comparación de la Huelga del Silencio no nos sirve en su objetivo, pero si en lo emocional. Es decir, el objetivo ahora no es derrocar una democracia, si no cambiar las piezas del mecanismo para que esta garantice una igualdad social más justa y perdurable, para que no nos desmonten el estado de bienestar que hasta ahora se había alcanzado, para muchas cosas más, claro, pero vale la metáfora de para una “democracia real ya”. El ejemplo de la Huelga del Silencio nos vale en lo emocional porque nos da un buen ejemplo de cómo se ejerce y se propaga la solidaridad.

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Rubén Crespo
14 de mayo de 2012
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Documentos TV. «La huelga del silencio»


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NOTAS:

[1] Habitus: concepto esencial en el pensamiento de Bourdieu para explicar la socialización y el sentido práctico. El habitus o los habitus son, según la definición de Bourdieu: sistemas de «disposiciones» duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin, sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente «reguladas» y «regulares», sin ser el producto de la obediencia a reglas y, a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas, sin ser producto de la acción organizadora de un director de orquesta. (Castro Nogueira, Luis, Miguel Ángel Castro Nogueira, y Julian Morales Navarro. 2008. Metodología de las ciencias sociales: una introducción crítica. Tecnos. p. 827).

[2] Marina, José Antonio. 2004. La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez. Editorial Anagrama, S.A.

“Somos solitarios conectados”

Zygmunt Bauman. Conferencia: ¿Tiene futuro la solidaridad? en Madrid, 15 de Octubre de 2011.

Por Rubén Crespo.  1 de Noviembre de 2011.
 
Foto: Konrad Pustoła para Solidarność Camp

El pasado sábado, 15 de octubre, Madrid tuvo el gran privilegio de recibir la visita de uno de los pensadores sociales más reconocidos a nivel mundial, Zygmunt Bauman: sociólogo, filósofo, profesor emérito de la Universidad de Leeds y de la Universidad de Varsovia, y Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación y Ciencias Sociales 2010. Bauman, el inventor del término y concepto ‘modernidad líquida’, se presentaba como el invitado estrella del proyecto organizado por Solidarność Camp, con ocasión de la Presidencia Polaca de la Unión Europea, para dar una conferencia sobre el futuro de la solidaridad en Matadero, Madrid.

La conferencia fue el plato fuerte de Solidarność Camp, que en un intento de retomar el movimiento del sindicato Solidaridad enla Poloniade los años 80, han pretendido ayudar a pensar críticamente sobre cuestiones clave del futuro europeo:¿Dónde queda la solidaridad? ¿Qué es lo que quedó de aquellos valores y cuántos fueron devastados por el consumismo, los mecanismos de la economía de libre mercado, la creciente materialización de la vida, la avaricia, la identificación del aislamiento con la seguridad, entre otras cosas? ¿Es solidaridad una idea viva de la constitución europea y la civilización o sólo un emblema tras el que ocultar intereses cínicos?

El sábado, 15 de octubre, era un día bastante especial; había concentraciones convocadas en 45 países para un cambio con «dignidad, democracia directa y proactividad». Zygmunt Bauman comenzó su conferencia mencionando a estos movimientos, en especial a «Ocupa Wall Street» de Nuev York, que declara ser la indignación del 99% de la población contra el 1% que ha hecho mal las cosas. ¿Serán capaces movimientos como «Ocupa Wall Street» o el 15M de recrear el movimiento del sindicato Solidaridad enla Poloniade los años 80 liderado por Lech Walesa? Parece que en nuestros días se dan circunstancias similares por las que surgió el movimiento Solidaridad. Pero Bauman todavía no está muy seguro de que estos movimientos vayan a regenerar una solidaridad permanente. En un análisis en clave sociohistórico, también el movimiento Solidaridad en Polonia se inició con mucha esperanza, se forjaron muchas uniones entre la ciudadanía, se consiguieron muchos de los objetivos propuestos… Todo fue muy bonito y maravilloso, pero… al final surgieron divisiones y los lazos se disgregaron.

Vivimos en unos tiempos que Bauman denomina de “interregno” (tiempo en el que una época muere y una nueve empieza ahora), que tienen que ver con la manera de organizar nuestras vidas y las sociedades, las formas de pensar, la lógica del momento… Hoy, existe una serie de cosas que ya no funcionan en nuestra vida. Al igual que hace muchos años, cuando llegaba una plaga o epidemia y no sabíamos que iba a ocurrir, en nuestro tiempo existe esa misma sensación de incertidumbre. Es mas, aunque supiéramos qué va a suceder, la mayoría de la gente somos incapaces de reaccionar ante ello para solucionar los problemas y mejorar el presente. Hoy, más que nunca, existe una gran deseabilidad de remplazar la organización sociopolítica y construir un nuevo edificio en el cual a todos nos gustaría vivir. Pero… ¿cómo debe ser ese edificio?

Según Bauman, el precariado, término que sustituye al antiguo concepto de proletariado, está en la base de la solidaridad. Ya no queda mucho proletariado como el que antaño conocimos en la lucha de clases tras la ‘revolución industrial’, y los poco que queda de él, tiene mucho miedo a reclamar. Sabe de la facilidad que tiene un jefe, gracias a los grandes avances de las tecnologías de la información y la comunicación, de coger el móvil, hacer unas cuantas llamadas, y en poco tiempo desplazar los medios de producción a otra nación. Ya no es posible la solidaridad pesada de las fábricas porque ya no existen las fábricas. Por tanto, el poco proletariado que queda se ha debilitado de tal forma que su capacidad de incidencia política es residual. Que no haya proletariado como antes, no significa que hayan mejorado las condiciones. El proletariado ha sido sustituido por el precariado, que incluye a las clases medias. Más abajo están la subclases, personas que están fuera del sistema, o mejor dicho, no son adscritos a ninguna clase (excluidos socialmente).

Hasta ahora, puede que mucha gente haya tenido éxito y no le hayan acaecido hechos desfavorables. Sin embargo, aunque todo haya ido bien, ahora la sensación de un futuro incierto es más intensa y constante. La incertidumbre, el miedo, la ansiedad son, precisamente, los fenómenos que están uniendo a los individuos actualmente. Pero, todavía los individuos que estamos en ese 99% de indignados, no sabemos qué hacer. El proceso de individualización en el que nos hemos sumergido cada vez más, hace creer que el individuo es el creador de su propia vida y él es el responsable, tanto si triunfa como si fracasa. Es éste un fenómeno, como dice Anthony Giddens, que pertenece a una nueva esfera social donde todo tiene su propia ‘política lógica’. Se supone que individualmente tenemos la responsabilidad de encontrar siempre soluciones, aunque sea a problemas globales; pero existe una inmensa distancia entre ‘ser individuo’ y ‘ser institución’. Entre la teoría y la praxis hay un gran abismo: el ‘individuo en teoría’ no es igual al ‘individuo en la práctica’.

Ante la idea del precariado como una nueva clase mundial y ante la incertidumbre, el Bauman formula las siguientes preguntas: ¿Será esta nueva clase capaz de cambiar las cosas que le indignan?, ¿Van a poder sustituir la sociedad actual por una mejor?, ¿Dónde queda la solidaridad en toda esta sombría amalgama de acontecimientos inciertos? Bauman piensa que, más que solidarios, “somos solitarios conectados”.

Gracias a la revolución de las TIC (sobre todo las redes sociales en Internet), es muy fácil convocar a la gente para salir a la calle a indignarse y protestar por buenas causas; pero, también es muy fácil manejar las emociones y manipular este tipo de movimientos sociales a los que estamos asistiendo actualmente. El individuo tiene la percepción de una victoria subjetiva, es decir, pasa de ser un solitario a sumarse en masa en un ámbito de pertenencia. Como miembro de la muchedumbre, el individuo se siente unido a otros para manifestarse y gritar los mismos eslóganes. El individuo encuentra por fin una de sus mayores satisfacciones en esta sociedad individualizada. Sin embargo, las emociones, aunque tengan mucho poder para conseguir grandes cosas, desaparecen enseguida. Las emociones tienen una vida muy corta. Éste es el problema de nuestro momento y es necesario profundizar sobre ello.

A diferencia de las antiguas clases, lo que une al precariado, es una sensación de pulverización y de atomización. Sean cual sean las causas de la indignación, los miembros del precariado sufren una especie de castigo individual por no ser lo suficientemente listos o lo suficientemente trabajadores. Los miembros del precariado, hasta ahora, raramente han encontrado intereses comunes; ha habido siempre una sensación de estar cada uno a lo suyo. Es decir, existen muy buenas intenciones, pero el resultado final parece que queda en manos del destino, haciendo gala del refrán “el hombre propone y Dios dispone”.

De todo lo anterior, Zygmunt Bauman no se esconde en decir que se muestra todavía bastante escéptico con todo este tipo de movimientos, como el 15-M y «Ocupa Wall Street», y alude a una reflexión metafórica de hallar las diferencias entre ‘revolución’ y ‘mina’. No obstante, aunque Bauman no contesta a las preguntas anteriores, ni tiene recetas seguras para construir una sociedad mejor, apunta la necesidad de resucitar la idea misma de “la buena sociedad”: una sociedad sin divisiones, no tóxica… Sólo después de este ejercicio –y no antes- llegará la solidaridad.

Por otro lado, Bauman no condena con exclusividad a la clase política. Sin embargo, sí advierte de la existencia de un divorcio entre el Poder y la Política. Mientras el Poder es la capacidad para hacer cosas, la Política es la capacidad para decidir qué cosas hacer. Poder y Política se han convertido en dos actores globales que van por caminos separados. La Política ya no dispone del poder tradicional, por esta razón, Bauman dice que los políticos no necesariamente tienen la culpa; hagan lo que hagan, no tienen suficiente capacidad para hacer cambiar las cosas. Por tanto, urge restablecer el equilibrio entre Política y Poder.

Momentos previos a la conferencia. Zygmunt Bauman a la izquierda conmigo en el centro y mi compañero del CECPS, Rafael Domingo, a la derecha.

Retomando la idea de “la buena sociedad”, la primera noción a entender, para no estancarse, es el “bien común”. Es necesario, pues, un sentido de misión colectiva. ¿Cómo llegamos a esa idea del “bien común” y “la buena sociedad”? Bauman no contesta, no tiene recetas, e incluso, nos advierte de no confiar en sociólogos con métodos de bola de cristal. La ambición de Bauman no va más allá del esfuerzo que haya podido hacer para realizar un correcto análisis de la realidad social y mostrarnos sus resultados.

No obstante, Bauman da algunas referencias para poder transitar por caminos provechosos. Por ejemplo: crear escenarios parecidos a laboratorios donde la gente pueda buscar nuevos medios de acción, haya posibilidad para la heurística y se puedan producir comportamientos ejemplares que exhibir. Al igual que Richard Sennett, Bauman apoya la colaboración informal abierta como procedimiento que nos aproximará a una idea y a una praxis de sociedad más justa. Se trata de crear polílogos en múltiples perspectivas que no presupongan reglas por anticipado. No se pueden decidir por adelantado las reglas que van a tener que ser tenidas en cuenta para una sociedad más próspera. Por tanto, las reglas se irán estableciendo en el transcurso del propio diálogo (el polílogo). Sólo desde la informalidad se podrá llegar a la colaboración y a la cooperación para poner en práctica las ideas.

Bauman intentó explicar esto último alegóricamente a partir de la maquiavélica trampa de la diversidad que puso en práctica Mao Tse-Tung, el cual  dejo que florecieran 100 flores -haciendo creer que preservaba la diversidad- para luego destruir las 99 flores que no podían ser toleradas. Es éste un ejemplo donde sólo un individuo elige qué flor seguirá con vida. Ante el dilema de no saber cuál es la mejor flor, se precisa  una mente abierta al debate, al diálogo, a la reflexión. Concediendo al diálogo (al polílogo) el tiempo suficiente, será más probable que cada vez más gente llegue al consenso de decidir qué flores permitir que florezcan; e incluso, hasta se podrá llegar a saber si es más conveniente que existan las 100 flores.

Foto: Konrad Pustoła para Solidarność Camp

Zygmunt Bauman terminó la conferencia calificando su discurso de vago e indeterminado. La sensación de indeterminación se debe a que muchas veces anhelamos la simplificación y quisiéramos hacer el mundo menos complejo, pero no se puede, ni se debe caer en ese error. Toda vez que se tienda a simplificar, sería hacer del mundo una cárcel. Estamos en un “interregno” indefinido, indeterminado. Estamos rodeados de brumas.

Enlazo aquí el vídeo en youtube de la entrevista que le hicieron y retransmitieron en el programa Para todos la 2:

Entrevista del CECPS a Antoni Gutiérrez-Rubí

Reproduzco aquí la entrevista que realizamos desde el CECPS a Antoni Gutiérrez-Rubí para resaltar su compromiso con nuestra sociedad (gran parte de su obra se puede leer y descargar gratuitamente en su website: Antoni Gutiérrez-Rubí. Artículos y Reflexiones. Animo a todos los estudiantes y ciudadanos en general a que se acerquen a su obra y a que mediten sobre sus reflexiones, pues muchos de nosotros lo consideramos un semillero de ideas; un pensar a partir de los que ya han pensado. Como dice Victoria Camps en el prólogo de Filopolítica: filosofía para la política: “Siguem moderns, llegim els clàssics. El verso de Foix guía a Gutiérrez-Rubí a lo largo de sus argumentos”.

Antoni Gutiérrez-Rubí. Foto extraída de blogs.elpais.com

Antoni Gutiérrez-Rubí es asesor de comunicación y consultor político. Es miembro de las principales asociaciones profesionales como ADECEC (Asociación de Empresas Consultoras en Relaciones Públicas y Comunicación), EAPC (European Association of Political Consultants), ACOP (Asociación de Comunicación Política), DIRCOM (Asociación de Directivos de Comunicación) y afiliado al Col·legi de Publicitaris i Relacions Públiques de Catalunya (Societat Catalana de Comunicació i Estratègia Polítiques.

Es profesor de los másters de comunicación de distintas universidades como la Universidad de Navarra, la Carlos III, la URJC, la Pontificia de Salamanca, la UAB, la UCM, la UIMP, la UPEC, el ICPS o el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset. Escribe habitualmente en El Periódico de Catalunya, El País, Público, Expansión o Cinco Días, entre otros.

Autor de los libros: Filopolítica: filosofía para la política; 32 Tendencias de cambio (2010-2020) junto a Juan Freire; Micropolítica. Ideas para cambiar la comunicación política; Lecciones de Brawn GP. Las 10 claves empresariales para competir con éxito; y Políticas. Mujeres protagonistas de un poder diferenciado.

En sus libros y artículos se aprecia un gran esfuerzo intelectual a favor de la convergencia entre las formas de conocimiento y avances interdisciplinares. En sus reflexiones, subyace un especial y riguroso comercio fronterizo entre las ciencias cognitivas, la tradición filosófica y la tradición espiritual… como el mismo argumenta: “Se impone una triple reacción: más meditación, más espiritualidad y más filosofía”.

 

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ENTREVISTA

CECPS: En su artículo « LA POLITICA MEDITADA » argumenta que las emociones debieran ser valoradas y reconocidas al mismo nivel que las aptitudes y actitudes. ¿Piensa que los avances de la psicobiología que avalan empíricamente el papel que usted reclama para las emociones ponen en evidencia los prejuicios de la izquierda ante prácticas espirituales como la meditación?

AG-R: Hay un recelo prejuicioso en parte de la izquierda convencional hacia la espiritualidad y hacia las prácticas alrededor del autoconocimiento y la meditación. Una mezcla de desprecio y desconfianza. No en vano, el epicentro de buena parte del pensamiento progresista sigue anclado en las viejas ecuaciones del “materialismo histórico”. A ello, hay que añadir el sustrato de determinados compartimentos laicistas que reducen o simplifican el laicismo a anticlericalismo, por ejemplo, y en algunas actitudes desconfiadas hacia lo religioso. El conjunto es una mirada displicente a los aportes de compromiso social que se nutren de otras fuentes menos ideológicas (en el sentido más tradicional del término) y que se sustentan en la conciencia personal, la espiritualidad o el compromiso social de inspiración religiosa.

CECPS: Como usted afirma en su obra: “En el escenario actual de crisis e incertidumbre social se han castigado duramente los delicados equilibrios emocionales que la vida moderna exige a las personas” ¿En qué medida son conscientes los políticos y la ciudadanía en general de los beneficios de la meditación?… ¿Qué beneficios nos ofrece la meditación?

AG-R: La meditación aporta equilibrio, conocimiento, armonía y socialibilidad. Cada uno de estos atributos enriquece, enormemente, la praxis política. Equilibrio: la política necesita ponderación y flexibilidad. Conocimiento: la política que se construye desde el individuo y su realidad, permite ofrecer escenarios de superación en base al humanismo. Armonía: necesitamos una mayor coherencia entre lo que somos, lo que decimos que somos y lo que hacemos. Y, finalmente, sociabilidad: el autoconocimiento que se obtiene a través de la meditación permite transcender de lo individual para reconocernos en el “nosotros”. Todos los caminos para el reencuentro personal, para la conciliación entre nuestro espíritu y nuestra vida favorecen comportamientos más sociales.

CECPS: En sociedades en las que los ritmos mediáticos de la política se han entregado a la improvisación y a la inmediatez táctica, la meditación y la dimensión espiritual de la persona -como usted argumenta en su obra- parecen representar un demérito o un defecto; en primer lugar: ¿De qué tipo de espiritualidad estamos hablando?… y segundo: ¿De qué elementos depende el que podamos revertir esta situación en la que la comunicación política está instalada en el “tactismo cortoplacista”?

AG-R: Estamos hablando de una espiritualidad que te obliga a la reflexión, a la introspección, a pensar antes de hablar, a pensar antes de actuar. Precisamente, la política formal está atrapada en una cadena reactiva alimentada por la fugacidad y fragilidad del hecho noticioso, por la competencia mediática entre medios, por la reducción de la praxis política a la política para y en los medios y por el ciclo cada vez más corto de las noticias. Este cuadro favorece la precipitación, el apriorismo, el prejuicio y la reacción poco evaluada o reflexiva. Justo lo que no necesitamos para la renovación de la política.

CECPS: De su libro “FILOPOLITICA” se desprende que el “ejemplo público” de “lo bueno” y de “lo bello” construye virtud cívica y genera confianza y esperanza… ¿Qué papel juega la inteligencia emocional en este proceso? ¿Qué papel debería jugar la filosofía?

AG-R: Los datos son abrumadores. La evidencia empírica de la relevancia de las emociones en la configuración cognitiva está fuera de toda duda. Pensamos lo que “sentimos”. Y sentimos lo que “percibimos”. El triángulo percepción (sentidos) – sentimientos (emociones) – y conocimiento (pensamientos, ideas) es indiscutible. La política de las emociones es aquella que reconoce el papel determinante de los sentimientos en el compromiso y la acción política. Sin emociones, no podremos comprender los estados de ánimo de las personas. La praxis política se ha vuelto “insensible” y aquí ha empezado la brecha de legitimidad y de proximidad con la ciudadanía.

La filosofía debe volver a ocupar el epicentro de la acción política. Se trata de recuperar las preguntas, las grandes preguntas del ser humano y de la sociedad. Se trata de desandar para volver a reencontrarnos con las reflexiones profundas, con los grandes temas para revitalizar y volver a “iluminar” el pensamiento político. Hay que volver a los clásicos. Y reestablcer, de nuevo, una gran alianza entre política y filosofía.

CECPS: A su vez, en “FILOPOLITICA” escribe lo siguiente: “Superar la crisis significa comprender que el camino era equivocado”… “seguir un solo camino es retroceder”… ¿podríamos decir que ante el dominio del “pensamiento único” el 15-M -así como otros movimientos de resistencia pacífica similares- representa la esperanza para el cambio que nuestras sociedades y democracias necesitan?

AG-R: A mi juicio, una de las grandes aportaciones del espíritu, de la cultura del 15M es la no resignación. El 15M es una rebelión frente a lo inevitable. Es una llamada la conciencia de que el determinismo sin esperanza no es inexorable y que el curso de la crisis y la incapacidad de la gobernabilidad de los poderes económicos y financieros por parte de la política, “nos condena” a quedarnos sin alternativas. Nos condena al papel de espectadores, el paso previo para ser, después, víctimas del desorden. El 15M se rebela contra el destino. Y significa una esperanza para empoderar y recuperar el control de lo colectivo desde la perspectiva del horizonte compartido. Es un no al “sálvase quien pueda”.

CECPS: En las plazas de multitud de ciudades españolas la empatía de miles de ciudadanos hacia las causas de indignación comunes, publicas y generales ha permitido entretejer una estructura de relaciones para la resistencia pacífica como posible motor del cambio hacia una sociedad más justa y democrática, esto ha generado grandes cuotas de simpatía por parte de la ciudadanía, como así lo demuestran las encuestas, pero… ¿Empatizan los políticos con el malestar social, la precariedad y las propuestas de los “indignados”, es decir, comprenden los líderes políticos el estado emocional y las necesidades de la sociedades que aspiran a gobernar?

AG-R: La política formal ha descubierto, alarmada, que ha perdido el privilegio de la política. Otra de las aportaciones importantes del 15M es el empoderamiento político de muchas personas que sienten que pueden hacer cosas “sin partidos, sin sindicatos, sin políticos”. Incluso hay quien cree –a mi juicio, equivocadamente- que se puede dirigir lo colectivo casi sin instituciones. Aunque soy consciente de la profunda crisis de legitimidad y de reconocimiento social que la actual representación pública de la democracia tiene para una importante mayoría social.

Los partidos han reaccionado con cautela. Aunque no todos reconocen el valor social y político de lo que representa el 15M. Han pasado del desconcierto, a la incredulidad. De la ignorancia al respeto. Y del respeto al interés (o a la pretensión instrumentalizadora). Es una evolución positiva que reconoce el carácter cívico, democrático y la energía social que ha significado el 15M (de las acampadas, al 19J, y de ahí a la amplísima simpatía social que han obtenido). Pero, en general, han creído que el tiempo iba a desgastar, a diluir, la ola democrática. Y el tiempo solo va a tensionar la capacidad organizativa y propositiva de las incipientes estructuras de coordinación. Pero ya no evitará la convicción mayoritaria de la ciudadanía que es que la política formal, tal como es su praxis actual, ya no responde a los retos a los que nos enfrentamos. Las plazas se han vaciado, las redes pueden languidecer o empequeñecer pero la energía vital se ha quedado ya entre nosotros. La próxima ola nos desbordará a todos si la política formal no comprende que esta es, seguramente, la última oportunidad.

CECPS: En sus reflexiones sobre el relato político, expresa: “El discurso político ha de ser un relato épico, transformador, movilizador”… ¿Qué elementos fundamentales necesita integrar el relato político actual para estar en coherencia con el “debe ser” de esta afirmación?

AG-R: El relato político debe permitir una interpretación serena sobre las causas, una reflexión profunda sobre los porqués y una pedagogía inclusiva e integradora sobre las respuestas. Hay que volver a hacer pensar a la ciudadanía sobre de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos. Y qué podemos hacer, con quién y cómo para cambiar el curso inexorable de los acontecimientos. También debe contribuir a dar una visión moral y ética del compromiso individual, de cada uno de nosotros, en el horizonte colectivo. El relato político debe emplazar a los ciudadanos a pensar y a comprometerse.

CECPS: ¿Qué quiere decir con la frase: “LOS TRISTES NO GANAN ELECCIONES”? y… en el actual contexto de incertidumbre y complejidad… ¿Qué tipo de alegría podría ser bienvenida?

AG-R: La seriedad, el rigor, la responsabilidad no deben convertirnos en seres huraños, hoscos, hostiles. Cuando afirmo que los tristes no ganan elecciones quiero enfatizar, a través de una frase sorprendente y visual, tres cosas: la política debe ilusionar, emocionar y motivar la acción. La política debe contagiar un espíritu positivo, alegre, integrador para poder rearmarnos de “felicidad”. Como decía Albert Camus: “Ya que no vivimos tiempos revolucionarios, aprendamos, almenos, a vivir el tiempo de los rebeldes. Saber decir no, esforzarse cada uno desde su puesto en crear los valores vitales de los que ninguna renovación podrá prescindir, mantener lo que vale, prepapar lo que merece vivirse, y practicar la felicidad para que se dulcifique el terrible sabor de la justicia, son motivos de renovación y de esperanza.”

CECPS: “NO NOS REPRESENTAN” ha sido el lema ante la degradación de una praxis política desleal a los valores de la “dignitas democrática”; valores con los que se debieran identificar las personas que con la confianza de la ciudadanía –y habiendo jurado lealtad a su función pública- gobiernan las instituciones y administran los bienes y recursos públicos. Por el contrario, existen multitud de casos de desviación y evasión de responsabilidades políticas que generan desconfianza y descrédito… ¿Sería conveniente un pacto anticorrupción?… ¿Nos ofrecen las nuevas tecnologías alguna posibilidad de mejorar los procesos de participación y de representatividad democrática, así como, algún tipo mecanismo de control ciudadano que nos permita mejorar los niveles de confianza y credibilidad en el sistema, en sus instituciones y en los políticos que deben dignificar las funciones y los procesos?…

AG-R: Como apunto en mi artículo Economía transparente, en plena crisis económica y financiera, e inmersos en profundas reformas estructurales (en el marco de los planes de estabilidad europea), Internet puede suponer una oportunidad para combatir la economía oculta, uno de los principales problemas para la recuperación económica de España, e impulsar el cambio hacia una economía transparente basada en el libre acceso a la información y el conocimiento.

Para darnos una idea de la profundidad del agujero negro de la economía oculta, basta con compararla con la economía digital. La actividad económica entorno a Internet supuso en 2009 el 2,2% del PIB, generó unos 100.000 empleos directos y puede elevar su aportación al PIB español hasta el 5,1% en 2015.

Combatir la economía sumergida es un reto inexcusable e inaplazable.  Para ello, será fundamental el impulso del eGobierno o Open Government que parece que es sólido y constante. Más Internet no sólo puede actuar como alternativa (nuevo modelo productivo) y complementariedad (nuevos mercados y modelos de negocio) a la economía “del ladrillo y sombrilla”, sino que puede suponer una oportunidad para combatir la economía oculta, impulsando el cambio hacia una economía transparente basada en el libre acceso a la información y el conocimiento.

CECPS: ¿Es la “brecha digital” de los políticos -con sus causas generacionales- un obstáculo para el cambio hacia una mayor amplitud de los espacios de interacción democráticos y representativos? ¿y la exclusión tecnológica de una gran parte de la ciudadanía que no ha tenido ni tiene acceso a internet?

AG-R: La brecha digital ya no es, fundamentalmente, social. Aunque sigue generando profundas y graves discriminaciones. Por ejemplo, España es el país más caro en banda ancha (se sitúa como uno de los países más caros del mundo en el acceso a Internet, con una media de 34€ por persona y mes). Pero las nuevas brechas son territoriales (España puede acabar con redes a dos velocidades, ya que las zonas con mayor densidad de población cuentan con una amplia oferta de navegación, tecnologías como ADSL, VDSL o cable y mejores precios -incluso acceso a las nuevas redes de fibra óptica-, frente a la precariedad de las zonas menos pobladas que, según uno de los últimos informes de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, suponen más de la mitad del país).

Y también brechas actitudinales. Las élites directivas -empresariales y políticas- están  seriamente desconectadas de la nueva sociedad en la que actúan, una sociedad digital que construye valor, relación y proceso en base al dato y a la información, fundamentada en el binomio redes/personas). Las élites desconectadas dirigen estas sociedades autistas bajo patrones y modelos jerárquicos basados en la autoridad posicional, no en la reputación relacional. Dirigen empresas, pero se alejan –cada día más- de la comprensión de sus clientes en su inseparable condición humana, cívica y ciudadana. Este modelo se agota rápidamente.

En el caso de la política, la cultura digital cuestiona los formatos organizativos, las prácticas comunicativas y los procesos creativos o de agregación de valor. En definitiva, pone en jaque a la política analógica en un ecosistema social muy digital.


CECPS: En momentos de incertidumbre como los actuales y siendo conscientes de la contingencia a la que están sometidos los hechos socio-históricos… ¿Que tendencia social y política le preocupa más por sus potencialidades negativas? ¿Qué tendencia le genera más ilusión y esperanza por sus potencialidades positivas?

AG-R: La más preocupante es el reflujo conservador, temeroso, vulnerable que la crisis y sus dramáticas consecuencias tiene sobre los ciudadanos. La combinación de temor e incertidumbre paraliza las conciencias que pueden sentirse tentadas por las soluciones fáciles, a corto plazo. El rechazo al distinto, a lo colectivo y a lo global es la reacción conservadora a las dificultades. Es una reacción que puede llevarse por delante buena parte de nuestra arquitectura democrática.

Y, paradójicamente, se produce en nuestras sociedades una reacción contraria –y creo que mayoritaria- de toma de conciencia personal y colectiva muy esperanzadora. El reto es que estamos en una encrucijada insoslayable e impostergable que exigirá coraje y visión. Hay que aprender a vivir con menos para encontrar, juntos, soluciones globales, sostenibles.

CECPS: Muchos miembros del CECPS creemos que sería conveniente un mayor diálogo entre los políticos en ejercicio y la comunidad de científicos sociales y humanistas que de algún modo son silenciados en los principales medios de comunicación. ¿Sería oportuno que esta comunidad de científicos y humanistas emitiera un comunicado conjunto de apoyo a los indignados? ¿Estaría dispuesto a involucrarse en ello?

AG-R: Sí, estoy dispuesto a ello. De hecho, confío en el carácter ejemplar y exigente del pensamiento científico para estimular y obligar a una reacción política a la altura de los retos. Pero, lamentablemente, de lo que estamos sobrados es de constataciones y hechos empíricos que demuestran el carácter suicida de nuestro modelo de desarrollo y el carácter depravador de nuestro sistema financiero. Voces no hacen falta, aunque siempre sean bienvenidas. Lo que necesitamos son oídos para escuchar lo que el planeta y la sociedad grita en silencio: que hay que cambiar rápido y que ya no tenemos tiempo para aplazar las decisiones sin retorno.

Entrevista original publicada en el CECPS el 18 de julio de 2011

Propuestas del CECPS para el diálogo con los científicos silenciados

Tras los acontecimientos de indignación que acaecieron tras el 15 de mayo de 2011, movimiento conocido como 15M, un buen número de miembros del CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología), plataforma que nació en el seno de la UNED a principios del 2011 para compartir conocimientos, recursos y debatir sobre temas políticos y sociológicos, consideramos de vital trascendencia este fenómeno sociopolítico sin precedentes en la historia de la Democracia en España, apoyamos el movimiento por una democracia más participativa y decidimos realizar algunas actividades al respecto. En esta entrada reproduzco una de las propuestas que elaboró el CECPS.

La propuesta fue elaborada en su mayor parte por Israel González, y fue presentada y corroborada por muchos compañeros, el 24 de mayo de 2011. Evidentemente, no fuimos los únicos en solicitar el diálogo con los científicos sociales. Curiosamente, tres días más tarde, el 27 de mayo de 2011, Manuel Castells se acercó a la acampada de Barcelona en la Plaza de Cataluña para dar una charla titulada «Comunicación, poder y democracia», charla que se puede ver en los vídeos de youtube enlazados al final de esta entrada.

CECPS PROPONE EL DIÁLOGO CON LOS CIENTÍFICOS SILENCIADOS

Debido a los acontecimientos que se engloban dentro del marco social de acción del movimiento 15-M, y movidos por una gran inquietud y compromiso con la Democracia, el CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología), una plataforma nacida en el seno de la UNED a finales de 2010 para estudiantes de Ciencias Políticas y de la Administración, Sociología, estudiantes en general y ciudadanos interesados en temas políticos y sociológicos, ha considerado muy positivamente escuchar al “estamento académico ignorado” por nuestros políticos como primer paso para concretar la indignación con propuestas acordes a nuestras necesidades y objetivos.

Muchos de nosotros hemos acudido a las asambleas en España y en Europa, y consideramos que el pueblo tiene derecho a escuchar a todos los científicos sociales que tengan acreditada su capacidad prospectiva y su compromiso con la DEMOCRACIA. Es decir, a todos aquellos científicos sociales ( sociólogos, politólogos, economistas…) que advirtieron en sus estudios y opiniones de las causas y consecuencias de la praxis neoliberal en el mundo, máxime, cuando aún no se había manifestado la CRISIS SISTEMICA GLOBAL.

Consideramos imprescindible saber qué posibilidades y alternativas científicas hay para salir de la actual situación de POBREZA Y EXCLUSIÓN GLOBAL, creemos que es de suma necesidad escuchar y preguntar a esta otra parte de la Ciencia Social -muchos otros conciudadanos tan comprometidos como Stéphane Hessel– que aún habiendo augurado la crisis y sus consecuencias no está siendo escuchada -no están siendo tomados en cuenta- en la medida que su legitimidad merece:

Hablamos de miles de Catedráticos de la Ciencia Social y humanistas de todo el mundo que están tan indignados como nosotros, que no han sido escuchados a pesar de su COMPROMISO CON LA SOCIEDAD Y CON LA DEMOCRACIAciudadanos que han visto como se les “tapa la boca” mientras se derrumbaba el sistema por tomar un camino equivocado que ellos nunca apoyaron como científicos ni como ciudadanos, lo advirtieron constantemente y siguen advirtiéndolo en sus análisis a diario.

Es antidemocrático silenciar los datos que avalan empíricamente las teorías científicas que velan por los intereses de la mayoría y a los científicos que las defienden, vetando así, LA CAPACIDAD CIENTÍFICA DE NUESTRAS SOCIEDADES AL SERVICIO DEL PUEBLO Y DE LA DEMOCRACIA:

“No debemos seguir tolerando la imposición del pensamiento único, pues consideramos, que los ciudadanos tenemos pleno derecho a estar informados sobre cuantas perspectivas existan para abordar la multitud de problemas sociales, políticos y económicos. La difusión mediática de una única perspectiva, es un hecho de omisión perverso, pues, reduce interesadamente las posibilidades de acción y de representación de un pueblo verdaderamente soberano”.

Consecuentemente, el pueblo merece conocer enfoques científicos diferentes de los respaldados por la sabiduría convencional del “establishment mediático neoliberal” – ¿De qué lado está el campo periodístico convencional?-; otras respuestas respecto del problema a resolver problema, es decir:

Cómo salir de la crisis con garantías sociales para una CIUDADANÍA SOCIAL de pleno derecho, SOBERANA y COHESIONADA en torno al interés público, común y general; una salida que garantice la identidad política con los fundamentos y valores de la democracia, donde exista una verdadera separación de poderes y una auténtica representación política de los derechos e intereses de la mayoría, actualmente supeditados, a los intereses de las minorías que ostentan el poder económico y, donde los avances de la ciencia y las nuevas tecnologías puedan representar REALMENTE un aumento en la amplitud y calidad de nuestro sistema de participación y representación democrática y de la libertad”.

ES DE RECIBO ESCUCHAR A LOS QUE SIEMPRE HAN DEFENDIDO NUESTROS INTERESES

En el CECPS estamos seguros de que estos profesores y científicos podrán exponer su visión social, política y económica, así como humanística, de manera concreta y democrática:

La propuesta que ofrecemos es dar un ejemplo de DEMOCRACIA REAL del pueblo a la hora de proponer el cambio que todos deseamos, es decir, conociendo hasta dónde hemos llegado con las “prácticas políticas neoliberales” y la corrupción institucional actual, sería justo, necesario y más democrático, conocer aquellas otras alternativas científicas que pudiendo haber sido más útiles para la sociedad en su conjunto, se han visto tan silenciadas como nuestros intereses, precisamente, -reiteramos- porque velaban por nuestros intereses. Estos científicos sociales están moralmente acreditados para representarnos, pues, EMPATIZAN CON NUESTRAS CAUSAS DE INDIGNACIÓN”.

TENEMOS LA RESPONSABILIDAD DE SER UN EJEMPLO PARA EUROPA Y PARA EL MUNDO 

Los pueblos y sus democracias necesitan más que nunca el diálogo (ciencia-sociedad) con sus posibilidades reales como sociedad de conocimiento para garantizar la calidad de nuestras DEMOCRACIAS Y  BIENESTAR SOCIAL. La ciencia, la tecnología y el respeto a los DERECHOS HUMANOS son herramientas fundamentales para salir de esta situación con garantías de INCLUSIÓN SOCIAL PARA TODOS”.

Por último, como estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología queremos resaltar el compromiso del pueblo español con la DEMOCRACIAademás de la satisfacción y la positividad que representa el diálogo de las personas en la calle, con la gente que pasa, con la familia, con los intelectuales y científicos, con los amigos y desconocidos, con los indignados; «el pueblo necesita conocerse y conocer sus posibilidades… pues consideramos que el pueblo debe hablar de las cuestiones de interés común y general para consensuar libre y democráticamente sus alternativas a la precariedad social de la realidad imperanteHay que mantener vivo este «diálogo de SOL» como motor del cambio en espacios públicos y democráticos, es decir, la red y la calle como espacios de empatía social donde gestar un CAMBIO REAL que dignifique los BIENES PÚBLICOS  y la lealtad a los intereses de la mayoría«.

CECPS.ORG ; Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología.
 

Charla de Manuel Castells «Comunicación, poder y democracia» en #acampadabcn (27/05/2011)

 
 
 
 

Entrevista del CECPS a MARÍA JESÚS FUNES sobre el fenómeno sociológico del 15M

Tras los acontecimientos de indignación que acaecieron tras el 15 de mayo de 2011, movimiento conocido como 15M, un buen número de miembros del CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología), plataforma que nació en el seno de la UNED a principios del 2011 para compartir conocimientos, recursos y debatir sobre temas políticos y sociológicos, consideramos de vital trascendencia este fenómeno sociopolítico sin precedentes en la historia de la Democracia en España, apoyamos el movimiento por una democracia más participativa y decidimos realizar algunas entrevistas a diversos profesionales y docentes de las ciencias sociales para saber su opinión al respecto. En esta entrada reproduzco la que realizamos a la socióloga y profesora en la UNED, María Jesús Funes:

María Jesús Funes. Foto extraída de http://tv.uvigo.es/

María Jesús Funes Rivas es Doctora en Ciencias Políticas y Sociología yProfesora en el Departamento de Sociología III, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, desde 1.998. También es Coordinadora del Comité de Investigación de Sociología Política (FES), y co-responsable, junto a María Luz Morán del Grupo de Investigación Grupo de Estudios sobre Sociedad y Política (GESP – UNED/UCM). Imparte asignaturas como: Acción colectiva, poder y medio ambiente (Licenciatura de Ciencias Ambientales); Sociología de la Religión (Licenciatura de Ciencias Políticas y Sociología) y El descontento en las sociedades complejas (Máster en Problemas Sociales). Además, ha dirigido varios cursos de verano en la UNED y diversos seminarios sobre sociología política y acción colectiva.

Entre sus diversas publicaciones destaca una que tiene una clara relación con los sucesos que tratamos: el monográfico del que es coordinadora y coautora titulado Movilización social y creatividad política de la juventud, que cuestionaba en el 2006 la supuesta pasividad de la juventud y ya entonces aporta argumentos que podían hacer prever este tipo de acontecimientos (Monográfico de la Revista de Estudios de Juventud de España nº 75 (Instituto de la Juventud de España, Madrid: 2006).

Otros trabajos de interés relacionados con esta temática son también: Cultura Sociedad y Política (Informe de Juventud 2008). Instituto de la Juventud de España: 2008; y Movimientos Sociales: cambio social y participación (UNED – Madrid, 2003), que son editores y coautores María Jesús Funes y Ramón Adell.

Sus principales líneas de investigación se encuentran en el ámbito de la sociología política, acción colectiva, participación, movimientos sociales, cultura y socialización política. Los proyectos de investigación más recientes en los que ha participado son: «Jóvenes en situación de riesgo: la politización de las demandas juveniles»(2009-2010); y actualmente, «Mecanismos de Participación Local en perspectiva comparada: causas y consecuencias» (2010-2012).

Recientemente ha sido consultada sobre el fenómeno del 15M por diversos medios de comunicación. Entre ellos DivulgaUNED en: #indignad@s toman las calles, ¿Qué está pasando?; y Elpais.com en: Los internautas preguntan a María Jesús Funes.

Currículum ampliado de María Jesús Funes Rivas.

ENTREVISTA

CECPS: Ante fenómenos como el del 15-M, ¿cómo debería ser la actitud de un sociólogo que trabaje para una administración pública o para un partido político?

MJF.: Dependerá del tipo de trabajo que tengan asignados cada uno de ellos en la administración o en el partido. En principio, un sociólogo que trabaje para la administración pública no tiene por qué adoptar ninguna actitud especial más allá de la que adopte como ciudadano, salvo que se encuentre en un puesto que pueda tener alguna relación con la formación (como es mi caso), o con la comunicación política, o, por supuesto que se trate de cargos de alta responsabilidad, en cuyo caso su responsabilidad es distinta. En cuanto a un sociólogo que trabaje en un partido, también dependerá de cuál sea su función dentro de él, pero en este caso, si habría una cierta obligación de intentar sensibilizar a su colectivo para que se desarrollen mecanismos de observación y vigilancia muy atenta para poder comprender bien lo que está ocurriendo, dado que, desde mi punto de vista, los partidos son unos de los primeros aludidos en esta movilización.

CECPS: ¿Cree que el movimiento del 15-M solo ha sido utilizado por partidos políticos y algunos medios de comunicación según sus propios intereses pensando en el efecto que podía tener en las elecciones del 22-M?

MJF.: Puede que haya sido, sino sólo, si principalmente utilizado en ese sentido. En primer lugar porque podríamos decir que resulta bastante razonable que así sea dado que podía considerarse una cuestión menor junto a unos hechos tan relevantes como las elecciones. En segundo lugar, porque hay una cierta inercia a “no ver” y “no valorar” determinado tipo de prácticas. Vuelvo a los argumentos que desarrollo sobre todo en la Introducción y el primer artículo del monográfico nº 75 de la Revista del INJUVE, estas prácticas (las del 15-M) quedarían en lo que denomino en ese texto: “lo invisible, lo estigmatizado, lo prohibido”. Cierto tipo de acontecimientos se rechazan, se infravaloran, y acaban “casi” no viéndose, se invisibilizan a fuerza de querer negarlos. Hasta que llega un hecho de estas dimensiones en que no ha habido más remedio que quitarse la venda de los ojos, y eso es un poco lo que ha pasado con la prensa. Con los partidos puede que haya otras explicaciones añadidas.

CECPS: ¿Qué tipo de personas podemos encontrar entre los indignados? Se ha hablado de extremistas, de antisistema, etc. Aunque las propuestas van más encaminadas hacia una regeneración del sistema, ¿cree que las propuestas son realistas o podemos catalogarlas como utópicas?

MJF.: Sin lugar a dudas, hay mucha mezcla. Pero los verdaderos protagonistas no son los que se suelen denominar “antisistema” (también habría que tener claro qué se quiere indicar con ese término). Los protagonistas, la vanguardia de este movimiento, son los jóvenes formados, cualificados, políticamente motivados que se intuían como promesa en los últimos estudios de juventud; aunque la ceguera de la sociedad adulta, incluso la académica, no les daba relevancia. En el libro Cultura, Sociedad y Política del Informe de Juventud de 2008, hay una apartado dedicado a indagar sobre un sector social procedente del ámbito del hacktivismo, y de los jóvenes alternativos (que no necesariamente antisistema), los universitarios altamente politizados. Aquí veía yo hace unos años las posibilidades de cambios relevantes en la política, y a ellos creo que hay que atribuirles esta explosión de vitalidad democrática.

CECPS: Algunas personas piensan que este tipo de movimiento no terminará por afectar a la clase política, ya que están acostumbrados a todo tipo de críticas, ¿Está siendo efectivo el movimiento del 15-M? ¿Existen otras vías pacíficas para forzar cambios de actitud de los partidos políticos, gobiernos y sindicatos?

MJF.: No podemos saber cuánto va a afectar, pero, a estas alturas es casi imposible que no afecte. Creo que cada vez está más claro que este movimiento “podría” tener efectos comparables a los que tuvo el Mayo francés. Tal vez sea un poco optimista, no me gusta hacer futurismo, pero sí me prestaría a analizar más despacio posibles vías de impacto. Otras vías para forzar cambios de actitud,…??? Supongo que sí pero habría que dedicar varios seminarios a reflexionar sobre ello, porque se trata de instituciones muy desgastadas y un tanto anacrónicas. Por ahora, quedémonos con observar la opción que tenemos delante.

CECPS: Hasta ahora los principales partidos políticos de España no han atendido formalmente ninguna de las reivindicaciones de los indignados. ¿Cree que deberían adoptar –o atender al menos- las reivindicaciones del 15-M?

MJF.: Sí, creo que deberían plantearse que algún tipo de acercamiento, es imprescindible. El Movimiento, aunque ahora se amenos visible, sigue tomando fuerza, y su estrategia de diversificación, fragmentación y expandirse por las redes sociales, por otras redes sociales de las habituales de la juventud, lejos de diluirles puede llegar a hacerles más poderosos y sería una mala estrategia no estar pendiente.

CECPS: Después de la gran afluencia en diversas plazas de España y su gran calado en la opinión pública. ¿Cuál cree que será el siguiente paso? ¿Se transformará en un nuevo partido político o continuará por la senda de la desobediencia civil que en su día planteó Thoreau?

MJF.: El siguiente paso está siendo el de incardinarse en redes sociales de otro tipo, su estrategia de pasar a los barrios, a los pueblos, a los núcleos de la vida cotidiana, y de actuar como “movimiento vigilante” (véanse sus actuaciones en los casos de desahucio por impagos de viviendas), los convierte en un movimiento original y lo que hay que hacer es estar atentos observando. Desde luego, lo que no parece es que su tendencia sea convertirse en un partido, pero nada se puede saber aún.

CECPS: Ante las tentativas de coordinación en diversas ciudades españolas que se están llevando a cabo, e incluso ante la previsible exportación del fenómeno a otras ciudades europeas, como ya ha sucedido en Grecia, ¿cree que se irá conformando una masa crítica que se lo pondrá cada vez más difícil a los políticos y las elites dominantes actuales?

MJF.: Puede ser, hoy el efecto contagio es un elemento básico de la acción política de protesta, pero es pronto para saber qué calado puede tener.

CECPS: En la actual situación de soberanía de los mercados, la mayoría de indignados tiene una sensación de impotencia al ver como los mercados les pasan por encima, ¿es la del 15-M una de las mejores formas de acción ciudadana frente a los problemas económicos y sociopolíticos?

MJF.: No está claro si es la mejor, lo que podemos decir es que hasta el día de hoy, creo que es la única.

CECPS: Existe la percepción de cierto mutismo de las organizaciones sindicales, sin que ninguna de ellas se haya dirigido ni siquiera a los medios de comunicación. ¿Cree que los sindicatos deberían haber apoyado las reivindicaciones del 15-M?

MJF.: Creo que están desconcertados, por otro lado como la mayoría de actores y de ciudadanos. Por otra parte, este movimiento está expresando con mucha claridad su rechazo a las instituciones representativas tradicionales, y creo que los sindicatos entran en esa calificación. Supongo que temen lo que ha ocurrido otras veces, que actores políticos más relevantes acaben fagocitando el movimiento.

CECPS: Si le encargarse la universidad u otro organismo un estudio sobre el 15-M, ¿cómo lo abordaría, qué técnicas de investigación utilizaría?

MJF.: Hay toda un aparato teórico y metodológico preparado y bien definido para analizar este tipo de casos. Me dedico a enseñar eso a mis alumnos en el Máster de Problemas Sociales. De hecho, este curso hemos aprovechado para analizar las revueltas del norte de África. La teoría del proceso político y la teoría de la construcción social de la protesta, serían mis guías iniciales, pero, por supuesto, orientada desde el enfoque de la construcción de marcos cognitivos y de la construcción dramatúrgica de la acción para estudiar el peso de las acciones y los escenarios en la construcción del éxito y la evitación del fracaso, la dimensión simbólica de la acción…Un curso entero podríamos dedicar a ello. Tal vez me plantee dedicarle el curso próximo.

CECPS: Aunque los últimos barómetros del CIS reflejaban a la clase política como el tercer problema que preocupaba a la población española, parece que a los principales partidos políticos les ha pillado por sorpresa esta rebeldía ciudadana. Incluso los medios de comunicación han tendido a consultar más que nunca a los sociólogos para encontrar explicaciones ¿Cree que, a partir de un aumento del malestar social, se demandarán en el ámbito de la administración y otros sectores privados más profesionales de la Sociología?

MJF.: Espero que sí.

CECPS: Muchos miembros del CECPS creemos que sería conveniente un mayor diálogo entre los políticos en ejercicio y la comunidad de científicos sociales que de algún modo son silenciados en los principales medios de comunicación. ¿Sería oportuno que esta comunidad de científicos emitiera un comunicado conjunto de apoyo a los indignados? ¿Estaría dispuesto a involucrarse en ello?

MJF.: Sí, sin lugar a dudas. Lo he hecho a título individual. Lo haría también como profesional.

La entrevista original se publicó en el CECPS el día 16 de junio de 2011.

Entrevista del CECPS a JOSÉ FÉLIX TEZANOS sobre el fenómeno sociológico del 15M

Tras los acontecimientos de indignación que acaecieron tras el 15 de mayo de 2011, movimiento conocido como 15M, un buen número de miembros del CECPS (Círculo de Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociología), plataforma que nació en el seno de la UNED a principios del 2011 para compartir conocimientos, recursos y debatir sobre temas políticos y sociológicos, consideramos de vital trascendencia este fenómeno sociopolítico sin precedentes en la historia de la Democracia en España, apoyamos el movimiento por una democracia más participativa y decidimos realizar algunas entrevistas a diversos profesionales y docentes de las ciencias sociales para saber su opinión al respecto. En esta entrada reproduzco la que realizamos al sociólogo y profesor en la UNED, José Félix Tezanos:

Jose Félix Tezanos. Foto extraída de http://www.periodistadigital.com

José Félix Tezanos Tortajada (Santander, 1946) es doctor en Ciencias Políticas y Sociología, Catedrático de Sociología (organizó y puso en marcha la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología y de la cual fue Decano). Actualmente es Director del Departamento de Sociología III(Tendencias Sociales) de la UNED y Coordinador del GETS (Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales). También es Director de la Fundación Sistema, donde ha coordinado e impulsado diversas   investigaciones y foros de estudio sobre el futuro.

Entre los muchos libros de los que es autor están: Tendencias en exclusión social en las sociedades tecnológicas. El caso español (1998),La sociedad dividida. Estructuras de clases y desigualdades en las sociedades tecnológicas (2001), El trabajo perdido. ¿Hacia una civilización post-laboral? (2001), La democracia incompleta. El futuro de la democracia post-liberal (2002). Como coautor o editor: España siglo XXI. La sociedad. Vol. 1 (2008), El horizonte social y político de la juventud española (2010), España. Una sociedad en cambio(2010), Estudios Delphi sobre tendencias económicas, sociales y políticas (2011). Estos y otros se pueden encontrar en Sistema Digital y en la Editorial Biblioteca Nueva, S.L.

Ha realizado numerosas investigaciones sobre tendencias sociales; exclusión social; estratificación social; ciencia, tecnología y sociedad. Actualmente, las líneas de investigación que tiene en marcha son: Tendencias Sociales de Nuestro Tiempo. Quinta fase. Principales tendencias del siglo XXI. Anticipando futuros yJuventud, Cultura y Educación. Tendencias, retos y necesidades.

Gran parte de sus investigaciones, sobre todo a través del GETS, y como quedan reflejadas en sus publicaciones, han venido marcando tendencias de incremento de la precarización laboral, el movimiento descendente de las clases medias, el paro juvenil, la exclusión social… En resumen, investigaciones que resaltan una pérdida paulatina del bienestar social al que se llegó con el keynesianismo, y un considerable aumento de personas que descienden en la escala social y que ven cada vez más truncadas sus oportunidades que, como él describe metafóricamente, ha ido produciendo una situación de inflamación en la sociedad, una sociedad cada vez más dividida en la que la crisis financiera está proporcionando todos los requisitos para que cualquier chispa pueda convertirse en revueltas sociales como la del 15-M. No son pocas las veces que ha expresado la necesidad de volver a crear un nuevo y gran pacto social.

Recientemente ha sido consultado sobre el fenómeno del 15-M por diversos medios de comunicación, y su último artículo en Sistema Digital habla sobre este fenómeno:, Los nietos del 68 habla sobre este fenómeno. Vid. también el artículo El paro juvenil, en el nº 199 de la Revista Temas.

Currículum ampliado de José Félix Tezanos Tortajada.

ENTREVISTA

CECPS: Ante fenómenos como el del 15-M, ¿cómo debería ser la actitud de un sociólogo que trabaje para una administración pública o para un partido político?

JFT.: El sociólogo debe ser capaz de hacer entender que el 15-M es un fenómeno que tiene que ser abordado y analizado como una cuestión social y no como un asunto de orden público o de estética urbana. Hay personas en la Administración Pública y en los partidos políticos que no conocen ni entienden bien las razones profundas que hay detrás de este movimiento

CECPS: Después de dos semanas de acampada, en los últimos días, a excepción de los incidentes de los desalojos en varios lugares de Catalunya, el 15-M ha perdido fuelle en los medios de comunicación. ¿Cree que solo ha sido utilizado por partidos políticos y algunos medios de comunicación según sus propios intereses pensando en el efecto que podía tener en las elecciones del 22-M?

JFT.: Es lógico que un movimiento de esta naturaleza tenga subidas y bajadas, períodos Guadiana, tanteos e intenciones… Me parece que lo importante en este momento es que los que participan en el movimiento sean capaces de imaginar una trayectoria de continuidad del mismo. Por ejemplo, es evidente que el objetivo de este movimiento no puede ser la acampada por la acampada. La acampada es un medio no un objetivo en sí mismo. Por ello, una vez logrado el propósito inicial, tendrían que ser capaces de fijarse objetivos de desarrollo que puedan ser entendidos por sectores más amplios de la sociedad y respaldados adecuadamente.

CECPS: ¿Qué tipo de personas podemos encontrar entre los indignados? Se ha hablado de extremistas, de antisistema, etc. Aunque las propuestas van más encaminadas hacia una regeneración del sistema, ¿cree que las propuestas son realistas o podemos catalogarlas como utópicas?

JFT.: Es posible que entre los indignados haya personas que quieran instrumentalizar parcialmente dicho movimiento. Pero, aunque haya grupos y sectores minoritarios que intenten instrumentalizarlos, cuando en un movimiento participa tanta gente y tan variada es difícil que sólo unos pocos logren arrimar el ascua a su sardina. En este sentido, los que participan en el movimiento del 15M debieran aprender de lo que ocurrió en algunos momentos en el movimiento alterglobalización. Este movimiento, que arrancó también con mucha fuerza, acabó perdiendo fuelle, entre otras razones, debido a algunos intentos de instrumentalización por parte de grupos violentos. Por eso es importante que movimientos de esta naturaleza sean capaces de concretar algunas propuestas específicas y alcanzables a corto plazo. En su momento el movimiento obrero, después de algunos tanteos iniciales, fue capaz de desarrollar una doble línea estratégica y programática, con un programa “máximo” a más largo plazo, y un programa “mínimo” en el que se concretaban los objetivos más necesarios a corto plazo.

CECPS: Algunas personas piensan que este tipo de movimiento no terminará por afectar a la clase política, ya que están acostumbrados a todo tipo de críticas, ¿Está siendo efectivo el movimiento del 15-M? ¿Existen otras vías pacíficas para forzar cambios de actitud de los partidos políticos, gobiernos y sindicatos?

JFT.: Mi opinión personal es que este movimiento sí puede afectar a eso que se llama impropiamente “clase política”. En concreto, me parece que puede influir en una mayor pérdida de crédito en las actuales élites dirigentes de los partidos de izquierda. En tal sentido, hay que ser conscientes de que en las últimas elecciones municipales y autonómicas no sólo se produjo un descalabro del PSOE, sino también una gran frustración de expectativas de Izquierda Unida que se quedó prácticamente en la mitad del porcentaje de votos que había tenido en 1995. En consecuencia, creo que desde el movimiento 15-M debería entenderse la necesidad de que los partidos de izquierda desempeñen de verdad un papel más concordante con lo que en este momento se necesita y se espera en la sociedad. Por lo tanto, sería bueno evitar las simplificaciones dogmáticas y que existiera un diálogo y un intercambio de análisis y puntos de vista; por supuesto, de manera muy abierta en toda la sociedad.

CECPS: Hasta ahora los principales partidos políticos de España no han atendido formalmente ninguna de las reivindicaciones de los indignados. ¿Cree que deberían adoptar –o atender al menos- las reivindicaciones del 15-M?

JFT.: Creo que deberían hacerlo y escuchar las reivindicaciones que se están planteando.

CECPS: En su libro La sociedad dividida (2001), manifestaba lo siguiente: «La capacidad de acción de los sectores y grupos sociales más infraposicionados -infraclases- y postergados -excluidos- se completa con un triple eje de influencias: El respaldo que proporcionen los partidos políticos a sus reivindicaciones,… las capacidades de reacción y movilización de los excluidos,… y por último, el eco social y político que alcancen sus intereses, dónde, el silenciamiento informativo y la demagogia juegan en su contra». ¿En qué medida piensa que los partidos políticos y los medios de comunicación son conscientes de las necesidades e intereses que emanan del movimiento 15-M?

JFT.: Creo que ese párrafo es un diagnóstico bastante certero de lo que está comenzando a pasar y va a continuar pasado. Creo que algunos líderes políticos y medios de comunicación aún no tienen claro qué es lo que está ocurriendo y por qué ocurre. No todo el mundo es consciente de los problemas que subyacen a este tipo de protestas. De ahí la necesidad de que los sociólogos y analistas profundicen en el estudio de estas tendencias y reivindicaciones.

CECPS: Después de la gran afluencia en diversas plazas de España y su gran calado en la opinión pública. ¿Cuál cree que será el siguiente paso? ¿Se transformará en un nuevo partido político o continuará por la senda de la desobediencia civil que en su día planteó Thoreau?

JFT.: En estos momentos es difícil saber cuál es el camino que se puede seguir. La experiencia histórica demuestra que los movimientos sociales que se sustentan en reivindicaciones fuertes acaban teniendo alguna proyección política. Recientemente esto ocurrió con el movimiento ecologista, que en algunos países acabó nucleándose en partidos políticos que tienen un creciente apoyo electoral. El caso de Alemania me parece significativo en este sentido.

Remontándonos un poco más a la historia, tenemos en caso del movimiento obrero, que se manifestó inicialmente en forma de actos de protesta rotundos, y a veces llamativos, como ocurrió con los movimientos incipientes de los “rompedores de máquinas”. Después surgieron sociedades de defensa de oficios de ámbito muy concreto. Luego sindicatos y más tarde partidos de raíz obrera, como fueron los partidos socialdemócratas y los partidos comunistas. Por ello, creo que no hay que desechar ninguna hipótesis y posibilidad de futuro. No obstante, a corto plazo me parece que lo más verosímil es que este movimiento se acabe dotando de algunas formas organizativas, y acabe fijando unos objetivos concretos y que intente influir más, inicialmente más bien como un movimiento social de carácter reivindicativo. Creo que, en cualquier caso, los movimientos sociales como tales están destinados a tener un peso creciente en nuestras sociedades en los próximos años.

CECPS: Ante las tentativas de coordinación en diversas ciudades españolas que se están llevando a cabo, e incluso ante la previsible exportación del fenómeno a otras ciudades europeas, como ya ha sucedido en Grecia, ¿cree que se irá conformando una masa crítica que se lo pondrá cada vez más difícil a los políticos y las elites dominantes actuales?

JFT.: Desde luego, en este momento existen distintas elites políticas. En lo que respecta a los núcleos del poder establecido creo que efectivamente tendrán una creciente contestación, si no hay cambios en la situación económica y laboral. La masa crítica me parece que ya existe y que incluso es más amplia que los sectores que hasta la fecha se han movilizado. Si estos sectores que ahora ya están movilizados se distancian de esa amplia masa crítica subyacente, el movimiento como tal no irá cobrando más fuerza, sino todo lo contrario. En cambio si saben sintonizar con esa extensa masa crítica, este movimiento irá en ascenso. Por supuesto, lo que pueda ocurrir en el futuro dependerá mucho de lo que hagan los partidos de izquierdas, especialmente la socialdemocracia, que es la que tiene más poder e influencia para inspirar un cambio de rumbo en nuestras sociedades. Y también dependerá de lo que se haga desde las instancias políticas. Por ejemplo, yo creo que el Parlamento tendría que abrir una Comisión para analizar los problemas subyacentes que están planteándose y para escuchar lo que plantean los jóvenes que están impulsando este movimiento.

CECPS: Ahora que ha empezado a manifestarse el conflicto latente que usted y el profesor Alain Touraine venían anunciando en sus estudios desde hace más de una década… ¿qué potencialidades negativas  y/u obstáculos encuentra para que se consume el propósito de ampliar los espacios democráticos qué llevan tiempo reclamando?

JFT.: Desde luego el primer obstáculo estriba en las posibles contradicciones internas en que pueda caer este movimiento, en la capacidad para tener un diseño estratégico viable y en no confrontarse con otros sectores de la sociedad que, en principio, no tendrían por qué discrepar de algunos de los objetivos que se plantean. También existe el riesgo de ofrecer imágenes internas (y comportamientos) que puedan provocar el rechazo de la sociedad y ser utilizados e instrumentalizados por poderosos sectores de los medios de comunicación social, que han acogido a este movimiento desde el principio de manera bastante hostil. En sociedades de la comunicación como las actuales no hay que despreciar estos efectos de imagen y la influencia que pueden ejercer, sobre todo, en aquellos sectores de la sociedad que no acceden habitualmente a Internet y otras vías alternativas de información.

CECPS: En la actual situación de soberanía de los mercados, la mayoría de indignados tiene una sensación de impotencia al ver como los mercados les pasan por encima, ¿es la del 15-M una de las mejores formas de acción ciudadana frente a los problemas económicos y sociopolíticos?

JFT.: La verdad es que estamos ante un asunto enormemente importante y que revela que se ha llegado a un punto en el que algunos poderes económicos predominan sobre el conjunto de la sociedad. Me temo mucho para que modificar esta situación se va a requerir un esfuerzo muy notable y que van a ser precisos grandes acuerdos, con participación de los principales sectores de la sociedad, para volver a algo similar a lo que fue el consenso keynesiano posterior a la II Guerra Mundial. Lo que ahora se necesita, en definitiva, es volver a priorizar el empleo (de calidad) y las políticas sociales, de bienestar social y de redistribución de la riqueza. En definitiva, es un problema de racionalidad social, ya que el actual modelo está fracasando en múltiples aspectos.

CECPS: Existe la percepción de cierto mutismo de las organizaciones sindicales, sin que ninguna de ellas se haya dirigido ni siquiera a los medios de comunicación. ¿Cree que los sindicatos deberían haber apoyado las reivindicaciones del 15-M?

JFT.: Francamente somos muchos los que nos hemos sorprendido del silencio de los sindicatos ante este movimiento. Quizás habría que pedir alguna explicación sobre esta forma de proceder, siendo conscientes en cualquier caso de que los sindicatos sí están realizando otras tareas e iniciativas en defensa del empleo digno. Mi impresión es que se han sorprendido sobre lo que está empezando a ocurrir en nuestras sociedades y tendrán que asimilar los nuevos hechos y tendencias para tomar postura.

CECPS: Si le encargarse la universidad u otro organismo un estudio sobre el 15-M, ¿cómo lo abordaría, qué técnicas de investigación utilizaría?

JFT.: En primer lugar, creo que habría que profundizar en el análisis de los datos objetivos sobre evolución de las condiciones de vida, trabajo y bienestar, especialmente de las nuevas generaciones, y trazar un mapa de tendencias que nos permita explicar qué es lo que está ocurriendo y hacia dónde nos podemos encaminar en las sociedades actuales, si no hay cambios y rectificaciones importantes. En segundo lugar, creo que en toda investigación sociológica la mejor vía de obtener información sobre la realidad es preguntando. Por lo tanto, habría que hacer encuestas y reuniones de grupo, entrevistas en profundidad, etc. De hecho, este tipo de enfoque metodológico complejo es el que hemos aplicado en nuestra investigación sobre “Juventud y exclusión social” que venimos realizando en el GETS desde hace cinco años y cuyos resultados se han recogido hasta la fecha en cinco libros.

CECPS: Aunque los últimos barómetros del CIS reflejaban a la clase política como el tercer problema que preocupaba a la población española, parece que a los principales partidos políticos les ha pillado por sorpresa esta rebeldía ciudadana. Incluso los medios de comunicación han tendido a consultar más que nunca a los sociólogos para encontrar explicaciones ¿Cree que, a partir de un aumento del malestar social, se demandarán en el ámbito de la administración y otros sectores privados más profesionales de la Sociología?

JFT.: Creo que efectivamente se va a producir esta demanda, pero hace falta que los sociólogos estén bien informados y documentados sobre estas cuestiones. De hecho, al principio de este movimiento todos hemos podido ver recogidas en los medios de comunicación social opiniones y percepciones un poco despistadas, cuando no bastantes genéricas y evanescentes. A veces, los propios medios de comunicación no han sabido a quién preguntar o no han acertado en las preguntas. Cuando se procede de esta manera el resultado es que la opinión pública puede acabar más desorientada y confusa que al principio.

CECPS: Muchos miembros del CECPS creemos que sería conveniente un mayor diálogo entre los políticos en ejercicio y la comunidad de científicos sociales que de algún modo son silenciados en los principales medios de comunicación. ¿Sería oportuno que esta comunidad de científicos emitiera un comunicado conjunto de apoyo a los indignados? ¿Estaría dispuesto a involucrarse en ello?

JFT.: En estos momentos el riesgo que corren algunos líderes políticos es cerrarse sobre sí mismos y no tener suficientemente en cuenta los nuevos datos de la realidad. A veces, la inercia de la actividad política conlleva cierto nivel de aislamiento, de forma que sólo se escuchan las opiniones de las personas afines y del entorno más inmediato. En algunos países europeos no está bien resuelto el papel de los asesores y los analistas en el ámbito político y hay demasiada inclinación al autismo. Una mayor dignificación de la política permitiría reclutar para estas tareas a personas capacitadas que podrían realizar una tarea bastante útil en esta dirección.

En cualquier caso, el papel de los expertos no es un papel directamente político. Es un papel asesor y de documentación y análisis. En consecuencia, creo que en el caso de los sociólogos, por ejemplo, lo mejor que podríamos hacer es mejorar los niveles de análisis y de aportación general, ya que no parece realista que todos los sociólogos puedan tener las mismas opiniones políticas. Por lo tanto, unos comportamientos o pronunciamientos corporativos podrían llegar a ser vistos como parte de un esquema corporatista de la política. Lo cual creo que no sería bueno para nadie. No obstante, los que creemos en el compromiso ético de la Sociología pensamos que sería necesario tomar posturas ante temas de gran alcance. Pero sin intentar forzar la imagen de que todos tengamos las mismas apreciaciones políticas, lógicamente.

La entrevista original se publicó en el CECPS el día 3 de junio de 2011.